LA ORACIÓN EN EL EVANGELISMO

| 19 noviembre, 2012

Orar es mucho más que levantar la voz y repetir cientos de palabras que no están en el corazón de Dios. Muchas veces, oramos desde una posición egocéntrica y no lo hacemos bien, ya que pedimos lo que nosotros anhelamos.

La Biblia nos habla de la oración y señala sobre oradores que con sus súplicas llegaron al cielo. Jesús dijo: ¨(…) todo lo que pidieres en oración, creyendo, lo recibiréis¨ (Mt. 21:22). Los discípulos creyeron, según el libro de los Hechos, cuando Pedro fue arrestado por predicar el evangelio, la iglesia hacía sin cesar oración y el Señor envió un ángel para liberarlo (Hch. 12:5). Otro ejemplo es David, él confiaba en que su oración se presentaría delante de Dios (Sal. 88:13).

Debemos comprender que nadie puede anular nuestras oraciones y que por medio de la oración nos relacionamos con Dios, solo nosotros mismos podemos cortar ese trato.

Dios ha puesto en mí una gran pasión por las almas, la siento en mi corazón cuando veo a las personas que no conocen a Jesús o están apartadas de Él. El mundo entero necesita de Dios, debe haber un clamor y un gemir por aquellos que no lo conocen.

El hombre pudo restaurar su relación con Dios por medio de Jesucristo, por su obra redentora en la cruz y por ello tenemos acceso a su presencia y libertad para relacionarnos con Él.

En estos años, lo más importante para mí fue mi relación con el Señor y mis tiempos de oración en intimidad con Dios; poder adorarlo, meditar en su palabra, sentir su presencia y por medio de Él ser renovado completamente.

He entendido que es Jesús quien pone las oraciones en nuestros corazones porque debemos orar e interceder delante de Él y aprendemos a hacerlo guiados por Él mismo.

Mi oración es, primeramente, de agradecimiento, adoro a Dios, lo exalto y le doy la gloria y la honra; luego presento mi vida y la rindo a Él para que me transforme, enseñe y pueda ser más como el Señor; entonces comienzo a interceder y clamar por las personas y lo que Él pone en mi corazón.

No creo que haya un tiempo estimado para estar en oración, algunos hablan de minutos, otros de horas. Pero considerando que es mi relación con Dios, la comparo con la de dos enamorados, que anhelan pasar tiempo juntos y no importa cuánto sea, sino que puedan conocerse e intentar conquistarse. Así pienso que es con Dios, quiero conocerlo y llegar a confiar en sus promesas.

Podemos estar seguros que somos guiados por Dios cuando, por medio de su Palabra y su Espíritu Santo, nos direcciona en todo lo que debemos hacer.

Estoy seguro de que la oración de cada uno de nosotros puede llegar al cielo y puede tocar el corazón de Dios, cuando lo hagamos bajo su voluntad y no por nuestros deseos egoístas.

Clamemos por quienes no lo conocen porque nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz por todo el mundo, para dar salvación y vida eterna.

 

Walter Ledesma
Evangelista
Graduado del Instituto Bíblico Rio de la Plata

 

 

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Categoria: Edición 1 | LA ORACIÓN, entrega 3, Evangelismo

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