LA ORACIÓN DE JESÚS

| 3 diciembre, 2012

¿Por qué Dios no escuchó la oración de Jesús? Y si la escuchó, ¿por qué no le contestó? Y si le contestó, ¿por qué no hizo lo que le pidió?
Era claro que Jesús no quería tener que pasar por la experiencia de la cruz. ¿Quién lo querría?
Jesús clamó con una gran pena y “angustiado hasta la muerte”, tan angustiado estaba que llegó a sudar gotas de sangre.
Él sabía bien que Dios tenía el poder para evitarle la espantosa muerte en la cruz, pero Dios le dijo que NO.
¿Por qué la oración de Jesús no fue respondida? ¿No será que NO es también una respuesta?
¡Veamos!

Yo no admito un “no” por respuesta, es lo que suele decir la gente que se cree importante cuando pide a alguien que haga algo. ¿No solemos actuar así muchas veces, cuando pedimos algo a Dios en oración? ¿Después de todo, no es ese el trabajo de Dios: dar y perdonar?

Para responder, debemos aclarar primero que la oración no es pedir, mucho menos pedigüeñar, o al menos no es solo eso. Las peticiones son muy importantes, y Dios quiere oírlas, pero las oraciones no son solo peticiones. En rigor, no son lo mismo, y el texto bíblico las distingue. Habla de “oraciones y peticiones” u “oraciones con peticiones”, y de la misma manera se distingue entre “oración y acción de gracias” (aunque nuestra tendencia es pedir y olvidarnos de dar gracias). Ciertamente, no puede haber oración sin petición, pero las peticiones deben ser hechas en oración.

La mayoría de las oraciones bíblicas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento están movidas por el anhelo de conocer la voluntad de Dios para nuestra vida y están estrechamente unidas a la misión y al ministerio.

Jesús ora en los momentos cruciales de su ministerio, en los cuales tiene que tomar decisiones en la que se decide su misión, su ministerio y su vida… y nuestra salvación. De igual manera, ora por sus seguidores cuando son llamados y enviados para la misión, y ellos oran invocando al Espíritu Santo para cumplir esa misión. Oran clamando por fuerza para hacer el bien, por sabiduría para conocer la voluntad de Dios, por capacidad para discernir los tiempos en medio de las crisis y mantenerse firmes. Y cuánto más podría decirse, porque los casos son muchos y la lista sería larga (por esta razón he preparado una lista temática aparte de Oraciones en el Nuevo Testamento).

La oración como decisión en momentos cruciales, como guía para la vida, como aceptación de la voluntad divina, como coraje de fe en la promesa, alcanza su punto más alto en la oración de Jesús en el Getsemaní (Mateo 26.36-46; Marcos 14.32-42; Lucas 22.39-46). Allí se jugó nuestro destino de salvación y la redención del mundo. Puedo afirmar que esta fue la oración crucial para mi vida, y seguramente también para nuestra historia. ¿Podemos ahora empezar a entender por qué Dios le dijo NO a Jesús?

Jesús tenía esto bien claro cuando les dijo a sus discípulos que “era necesario” el camino de la cruz, aunque ellos no entendieron (Mateo 16.21; Marcos 8.31; Lucas 9.22, 24.7). Algunos opinan que este “era necesario” era una especie de augurio fatal de un destino inexorable, por lo tanto Jesús no lo podía evitar. En tal caso no sería una decisión libre, y es claro que Jesús aceptó libremente el camino de la cruz.

Las decisiones libres son angustiantes (por eso muchas personas aman las cadenas de su esclavitud) y Jesús recorre el camino hasta sentir que el propio Padre lo había desamparado (Marcos 15.34). Por eso Jesús expresa su resistencia, “aparta de mí esta copa”, pero al mismo tiempo expresa su obediencia al Padre, “pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. Ahora podemos ver que el NO de Dios a Jesús, es el SÍ de Dios a vos, a mí, a toda la humanidad, a la creación entera.

Y Jesús lo asume libremente, con el coraje de la fe. Ahora imaginemos por un momento, meditemos un solo instante, qué hubiese pasado si Jesús, como quien se cree importante, hubiese respondido: “Yo no admito un ´no` por respuesta”.

La oración no es procurar que Dios haga lo que los seres humanos queremos, sino prepararnos para saber lo que Dios quiere que los seres humanos hagamos. Pero estamos tan convencidos de que Dios no puede decirnos que NO, que esperando el SÍ, no podemos comprender el NO. Pero Jesús entendió el NO y lo sabía de antemano, porque era necesario que así fuera para nuestra salvación.

Emilio Monti
Pastor metodista.
Licenciado en Teología.
Profesor de Filosofía y Pedagogía
Doctorando en Ciencias Humanas y Arte.
Profesor Emérito del Instituto Universitario ISEDET
Ex Decano y Profesor de Teología Práctica del Instituto Universitario ISEDET
Ex Profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Capellán y Vicerrector de la Universidad Centro Educativo Latinoamericano de Rosario (UCEL)
Trabajó activamente en ayudo a Refugiados (CAREF) y en defensa de los Derechos Humanos (MEDH) y en la acción ecuménica (FAIE)
Integró a nombre de las iglesias evangélicas el Consejo Nacional de Políticas Sociales del Gobierno de la Nación

 

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Categoria: Biblia, BIBLIA, Edición 1 | LA ORACIÓN, entrega 5

Comments (1)

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  1. Mumy says:

    A veces tenemos, como cristianos, costumbres que no son ni si quiera biblicas.
    El pretender siempre que Dios “responda” lo que pedimos esta algo teñido por mensajes o conceptos exitistas, siempre buscar el si, el exito, lo que se mal enseña como exito muchas veces. Con esta nota podemos reflexionar y comprender que los No de Dios a veces nos hacen crecer mas que los si. Llegar a orar siempre respetando y pidiendo su voluntad debe ser nuestra meta diaria. Gracias por ayudarnos a quitar conceptos que han sido mal enseñados. Dios no es una maquina que funciona con fichas. Dios tiene propositos y depende de nosotros el dar el mando a El para que sean cumpllidos en nuestras vidas.