VAYAN, HAGAN DISCÍPULOS Y ENSEÑEN

| 25 marzo, 2013

Cuando el Señor Jesús se despide de sus discípulos, de acuerdo con Mateo 28:19-20, los envía a todas las naciones, diciéndoles vayan y hagan discípulos, bautizándolas, y enséñenles a obedecer los mandamientos que les he dado. Así, Jesús coloca la enseñanza para la obediencia, como una dimensión fundamental de la misión de la iglesia, junto con el hacer discípulos. Ya hemos hablado del hacer discípulos como la tarea de evangelización o proclamación, que es el testimonio y llamado a la conversión. Hablaremos ahora de la enseñanza, como el ministerio docente o educación de la comunidad de los creyentes, que está orientado a guiarles en el camino de la obediencia. 

Donde aparece una comunidad cristiana en respuesta al llamado de la predicación, aparece inmediatamente la enseñanza. En el primer momento, la proclamación y la enseñanza fueron una tarea propia de los apóstoles. Pero con el crecimiento de las comunidades, se hizo necesario un ministerio dedicado especialmente a la enseñanza. Y así aparecen, en la comunidad de Antioquía, los maestros, junto a los profetas, como leemos en Hechos 13:1. En la carta a los Efesios 4:11-16 se mencionan cinco áreas del ministerio: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. En este texto se expresa claramente el propósito de los ministerios como una totalidad que se complementa, y el lugar que ocupa entre ellos la enseñanza para su preparación. |En rigor, por las palabras de Jesús, según Juan 14.26, es el propio Espíritu Santo el que enseña: el Padre enviará el Espíritu Santo, en su nombre, el cual nos enseñará todas las cosas, iluminando en nuestras mentes todo lo que Jesús enseñó.

El texto de Efesios 4, el apóstol afirma la unidad en el Espíritu y que cada uno recibe la gracia conforme a la medida del don de Cristo, para los ministerios que él mismo constituyó (v.7), y presenta una clara sistematización del propósito para el cual fueron concedidos los dones. Comienza estableciendo el propósito primordial para el cual Dios ha dado estos s dones: para la preparación de los creyentes (“perfeccionar a los santos”), con un doble propósito: para la obra del ministerio (“diaconía”) y para la edificación del cuerpo de Cristo (v.12). Todo esto orientado a un propósito final, desplegado en tres objetivos: hasta que todos lleguemos, 1) a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, 2) a ser personas maduras, 3) a crecer a la medida de la plenitud de Cristo (v.13). Esto, para no ser como niños llevados a la deriva por caminos errados; sino más bien para crecer, con auténtico amor, en proporción con la cabeza que es Cristo.

El término utilizado para preparación (equipamiento, capacitación o perfeccionamiento) expresa el sentido de la acción de hacer apto, dotar o equipar a alguien con las herramientas o medios necesarios para el cumplimiento, en nuestro caso, de la tarea del ministerio y la edificación del cuerpo de Cristo. Tanto el ministerio como la edificación están orientados a alcanzar una finalidad, expresada como el resultado de un proceso de desarrollo dinámico y creciendo en armonía como una totalidad. El ministerio de la comunidad está en estrecha relación con el conocimiento de Jesucristo y su mensaje como parte de una misma experiencia. El creyente conoce para dar a conocer, que es la tarea del ministerio.

El conocimiento en el pensamiento bíblico, no se limita al conocimiento intelectual, como para el griego, donde lo conocido es siempre un objeto ajeno al que conoce, sino un encuentro personal o experiencia íntima. Es por lo tanto un acto tanto de la voluntad como de la inteligencia, que implica un compromiso del sujeto que conoce con el sujeto-objeto de su conocimiento. Que Dios conoce a Israel significa que lo hace su pueblo e interviene en su historia, mediante una elección y un pacto o alianza que los compromete. Por esta razón, lo contrario al conocimiento no es el error, sino el pecado (Tito 1:16). Así, en el Nuevo Testamento, además del sentido general de saber, informarse, entender, comprender; lleva el sentido de una relación íntima y personal, como la del Padre con el Hijo (Juan 8:55 y 10:15). Ser conocido por Dios o por Cristo es tener su aceptación y conocerle es tener parte con él. A la inversa, no ser conocido por Dios o por Cristo es no tener su aceptación (1 Corintios 8:3; Gálatas 4:9). Es, por lo mismo, un conocimiento existencial y personal.

Esta unidad y conocimiento de Jesucristo es la madurez (edad adulta) de la comunidad y de cada uno de los creyentes, que es el propósito final del ministerio de la iglesia en general y del ministerio docente de la iglesia en particular. La persona madura, en Efesios y Colosenses, es aquella que se ha conformado al propósito de Dios expresado en la plenitud de vida de Cristo, y que han sido revestidos de una nueva naturaleza: la de la nueva persona, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, hasta su pleno conocimiento. Jesucristo mismo es la imagen de Dios. Alcanzar esta meta es el propósito del ministerio y la edificación de la iglesia: aconsejando y enseñando a todos en toda sabiduría, para presentarlos maduros (perfectos) en Cristo, como leemos en Colosenses 1:28. La madurez está asociada al crecer en forma proporcionada a la estatura de Cristo, en concordancia con la plenitud de su vida. Por esta razón podemos decir que el ministerio docente de la iglesia (enseñanza, educación) es ayudar a crecer hasta la plenitud de Cristo”.

 

Notas: 1. El término utilizado para enseñanza o instrucción en el texto griego es didascalía y el término para maestro es didáscalos, que provienen del verbo enseñar, en griego didásco, de igual manera que el castellano didáctica y didáctico. 2. Niño, como aparece en el texto de Efesios y de Colosenses, es un término técnico de las religiones de misterio para referirse al no iniciado; en oposición al ser humano maduro o completo, en griego ánthropos téleios.

 

 

Emilio Monti
Pastor metodista.
Licenciado en Teología.
Profesor de Filosofía y Pedagogía.
Doctorando en Ciencias Humanas y Arte.
Profesor Emérito del Instituto Universitario ISEDET
Ex Decano y Profesor de Teología Práctica del Instituto Universitario ISEDET
Ex Profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Capellán y Vicerrector de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano de Rosario (UCEL).
Trabajó activamente en ayuda a Refugiados (CAREF) y en defensa de los Derechos Humanos (MEDH) y en la acción ecuménica (FAIE)
Integró a nombre de las iglesias evangélicas el Consejo Nacional de Políticas Sociales del Gobierno de la Nación.

 

 

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Categoria: Edición 3 | Educación, entrega 4, Teología Pastoral

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