EL MIEDO

| 9 septiembre, 2013

La persona liberada de este paradigma de pensamiento sectario se relaciona con el diferente, rescatando y resaltando los aspectos positivos que posee la otra persona.

Creemos que el concepto ‘miedo’, dentro del ámbito religioso, está emparentado con la herencia católica que hemos recibido, por el sentimiento de culpa que genera el no estar de acuerdo con los dogmas establecidos por la iglesia oficial.

Pablo deja una impronta en una de sus cartas, la cual dice que nadie me juzga sino mi propia conciencia. La libertad de conciencia fue y es el principio protestante que nos ha sostenido en nuestras acciones.

Tenemos que ser lo más objetivos posibles y ver si nuestras propias convicciones son motivadas por lo que sentimos nosotros mismos, o por las influencias que provienen del exterior; es decir, de otras personas.

Pondremos el ejemplo de la sombra de nuestra figura; dependiendo del sol, dicha sombra se verá más grande o más pequeña de lo que nuestra figura es en realidad y se proyectará conforme a la dirección de la luz.

Existen personas que, dado su carácter, sentimos que nos condicionan en nuestro pensar o actuar; por otra parte, vemos que la persona madura es aquella que es tan libre en su accionar en un ámbito como en el otro, sin estar expectante de sus interlocutores. (de lo que piensan, sienten, o dicen)

Sabemos, por propia experiencia, que el miedo suele paralizarnos y, por ende, nos saca de nosotros mismos.  El miedo, propiamente dicho, es la antesala a los hechos consumados, no es el enfrentarse a la propia muerte en sí misma, sino que se trata del miedo a la muerte, el miedo a la soledad, el miedo al no ser aceptado.

Recordamos el grito de Jesús: “no tengan miedo a los que matan el cuerpo, tengan miedo a los que matan el alma”. A los que nos anestesian con esloganes o frases hechas, a los que nos predican que el ser humano vale por lo que tiene y no por lo que es, los que nos categorizan por nuestros resultados, desechando nuestros esfuerzos.

Por otra parte, nos referiremos ahora el al pensamiento sectario; éste es antagónico de por si. Las personas que poseen esta forma de pensar se caracterizan por tener patrones de conducta predeterminados; por ejemplo, sólo se vinculan con el “diferente” para persuadirlo de que tiene que cambiar, para “cambiarlo” a su manera y antojo.

La persona liberada de este paradigma de pensamiento sectario se relaciona con el diferente, rescatando y resaltando los aspectos positivos que posee la otra persona.

Tomemos un ejemplo en el libro de los Hechos de los Apóstoles y que el autor, Lucas, lo coloca con cierto énfasis: Pablo, al estar en Atenas, dice: “que ardía en su corazón al ver tanta idolatría en la ciudad”; después, al enfrentarse a los atenienses, redescubre, en ese Dios desconocido, un potencial de fe”.

Nos preguntamos: ¿no será que Pablo, más allá del uso de una estrategia evangelizadora, pasó por un proceso de reconversión de su fariseísmo nato a una aceptación de una sociedad religiosa, como la de los paganos?

Por último, quisiéramos agregar que el miedo a crecer aparece contrarrestado con el fenómeno milagroso de la libertad de compartir, en contraposición con la acumulación de riquezas.

Podemos ser ricos en conocimiento, igualmente; cuando éste se comparte, es repartido y, por ende, se multiplica. El empobrecimiento radica en quedarnos con nuestra propia mirada, sin ofrecer nada a los demás.

Cuando era chico, estando en la casa de mi prima, nos reuníamos a tomar la merienda con amigos. En el techo de la casa colgaba un prisma. La luz del sol, que dejaba verse, reflejaba en mi cara un color azul.

Un amigo, sentado en una silla, veía esa luz de color amarillo. Otro, la veía de color verde.  Cada uno de nosotros opinaba que el color verdadero era el que estaba viendo, hasta que nos cambiamos de silla: Allí, descubrimos que la luz variaba de acuerdo al lugar en donde estábamos sentados.  Aprendimos una lección de vida en aquel momento…

 

José Luis Velicio
Pastor ordenado por la Iglesia de Dios ALIDD en Abril de 1986
Director del Hogar la Casita 1990-1992
Profesor del seminario Emmanuel en teología 1989-1995
Profesor de Informática

 

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Categoria: Edición 6 | Iglesia unida y diversa, entrega 2, SOCIEDAD, Sociología

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