NUNCA PIERDAS TU SENTIDO DE URGENCIA

| 20 enero, 2014

Predica la palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar (2 Ti 4:2)

Pablo se encuentra escribiendo unas semanas antes de su martirio. Según la tradición fue decapitado en la vía Ostia luego de haber trabajado aproximadamente 30 años como apóstol y evangelista. En medio de esta circunstancia nos deja su legado: “Predica la palabra”.

En otras palabras nos habla de estar preparados, alertas y despiertos. Nos indica el sentido de persistencia y lo importante, se nos exhorta a no tener vergüenza. Pablo le dice a Timoteo: “No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (2 Ti 1:8).

El apóstol nos insta a permanecer firmes en lo que hemos aprendido, a no retroceder.
Es un encargo para la iglesia de todos los tiempos: “Nunca pierdas tu sentido de urgencia”.

Timoteo debe dedicarse a la evangelización y a predicar esta palabra (2 Ti 4:5). Su responsabilidad va más allá de escuchar y creer. Ahora debe predicar la palabra a otros; debe levantar la voz sin temor y hacerlo con valentía como un heraldo en el mercado (2 Ti 1:11).

John Stott nos habla de que “toda predicación verdadera debe transmitir un sentido de importancia y urgencia. El heraldo cristiano sabe que es responsable por un asunto de vida o muerte. Está anunciando el peligro del pecador bajo el juicio de Dios, la obra salvadora de Dios por la muerte y resurrección de Cristo y el llamado al arrepentimiento y la fe”[i].

Predicar esta palabra implica hablar lo que Dios ya ha hablado. “No tenemos libertad para inventar nuestro mensaje, sino solo para comunicar ‘la palabra’ que Dios ha hablado y que ahora le ha encomendado a la iglesia como un depósito sagrado” (2 Ti 1:14)[ii].

La predicación de esta Palabra es el equivalente a la sana doctrina rechazando las “novelerías que la gente quiere oír” (2 Ti 4:3). Tiene que ver con la verdad, terminar bien la carrera y mantenerse en la fe (v. 7). Es ser fiel a la Palabra y no forzar a las personas buscando resultados. Las “decisiones” son obra del Espíritu Santo.

Pablo nos habla de persistir en la predicación, “a tiempo o fuera de tiempo”, sea o no sea oportuno. Lo que probablemente Pablo nos quiere transmitir no está referido al punto de vista de los oyentes sino del predicador. “Una traducción más acertada podría ser “permanece en actividad todo el tiempo, sea conveniente o no”[iii].

Es una apelación bíblica contra el desgano, indolencia y negligencia. Esto nos recuerda lo que le paso a una higuera cuyo pecado fue respetar las estaciones del año: “No era tiempo de higos” y fue maldecida (Mr.11:12-25). Cristo nos pide algo más; a tiempo o fuera de tiempo. Como si dijera: la fe tiene la obligación de realizar milagros.

Se nos anima a corregir, reprender, animar y enseñar. El corregir tendrá que ver con la sana enseñanza y doctrina apelando al intelecto. El reprender apelará a lo moral dado que tenemos lucha con el pecado. La gente muchas veces sufre temor e inseguridad, necesitamos animarles. La palabra de Dios hace esto y mucho más.

La manera de llevarlo adelante es por medio de una proclamación y un comportamiento paciente, “con mucha paciencia”. Debemos tener cuidado en no ser desconsiderados con las personas, insensibles y agresivos. Se nos exhorta a no proceder bruscamente: “Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no propenso a irritarse, con humildad. (2 Ti 2:24-25).

Pablo está siendo sentenciado a muerte. Los cristianos en ese tiempo eran acusados de crímenes porque hablaban de comer el cuerpo de Cristo. También se les acusaba de deslealtad contra el Cesar y de ateísmo porque evadían la idolatría, el culto al emperador y habían renunciado a los placeres populares del pecado.

Los conocidos y amigos de Pablo lo dejan solo, no lo defienden. Quizás el silencio se debía al temor. Pablo expresa lo siguiente: “En mi primera defensa, nadie me respaldó, sino que todos me abandonaron. Que no les sea tomado en cuenta” (2 Ti 4:16). A. Plummer nos dice: “Entre todos los cristianos de Roma no había uno que estuviese dispuesto a permanecer al lado de Pablo en la corte, defenderlo, o aconsejarlo en la conducta que debía asumir, o tan siquiera apoyarlo con una expresión de simpatía”.

¿Cuál fue la posición del apóstol en medio de la corte y estas circunstancias? ¿Pensaría en sí mismo y se defendería? Quizás contestó los cargos en contra suya pero su preocupación no está en sí mismo, sino en Cristo, en ser testigo de Cristo. “En uno de los tribunales del Imperio, delante de los jueces y quizás delante del mismo emperador, sin duda con una multitud de público presente, Pablo predicó la Palabra”[iv]. Dice la escritura: “Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por medio de mí se llevara a cabo la predicación del mensaje y lo oyeran todos los paganos” (2 Ti 4:17).

Pablo no renuncia y no niega la fe. Tampoco evade o esquiva su responsabilidad por salvarse a sí mismo. “Si alguna vez fue predicado un sermón ‘fuera de tiempo’, ¡sin duda fue este!”[v]. Le pone a Timoteo y a todos nosotros este encargo. Es el modelo solemne de predicar la Palabra y hacerlo con urgencia. Nos muestra cual debe ser el paradigma para todo tiempo y época.

Los tiempos actuales pueden ser buenos para algunos y no tanto para otros. Muy difíciles para la iglesia perseguida, pobres y refugiados. Los países de acceso restringido siguen siendo uno de los principales desafíos para la iglesia.

Somos tentados a creer que estamos bien. Lo cierto, es que no estamos bien si estamos perdiendo el sentido de urgencia en predicar la Palabra. ¿Quién es suficiente para esto? Las últimas palabras de Pablo fueron “El Señor este con tu espíritu. Que la gracia sea con ustedes”. En la gracia se encuentra la fuente y el recurso. Tomemos de su gracia porque Dios nos considera capaces de hacer cosas imposibles (Jn 14:12).

Preguntas para la reflexión

¿Cuáles son mis mayores temores y obstáculos para predicar la Palabra? ¿En qué situaciones solemos sentir vergüenza para predicar la Palabra?
¿Cómo podemos superar nuestros temores y obstáculos?
¿Cuáles son nuestros principales desafíos en el mundo posmoderno y entre las etnias menos alcanzadas con el evangelio?



[i] Stott, John R. W., Guarda el Buen Depósito, p. 131, Ediciones Hebrón, 1976
[ii] Ibid, pp. 130-131, Ediciones Hebrón, 1976
[iii] Ibid, p. 132, Ediciones Hebrón, 1976
[iv] Ibid, p. 156, Ediciones Hebrón, 1976
[v] Ibid, p. 156, Ediciones Hebrón, 1976

 

Carlos Scott
Junto a Alicia Scott son los facilitadores de la iniciativa Misión GloCal.
Forma parte de la Comisión de Misiones de la Alianza Evangélica Mundial (WEA).
Fue Director de COMIBAM Cono Sur (2000-2006)
Presidente de la Red Misiones Mundiales Argentina (2004-2005) Presidente de COMIBAM Internacional (2006-2009).
Licenciado en Administración de Empresas (UADE)
Licenciado en Seguros (UADE)
Licenciado en Ministerio con Orientación Misionológica (IBBA).
 

 

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Categoria: Edición 8 | Iglecrecimiento, entrega 3, Evangelismo

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