EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA

| 27 enero, 2014

Cuando hablamos de crecimiento, tenemos que hablar de que crecimiento hablamos. Nuestro crecimiento personal puede ser físico, mental o espiritual. Se espera poder crecer en edad, en sabiduría y en gracia (Lucas 2.52). Somos llamados a crecer en bondad y, si no respondemos al llamado, podemos crecer también en maldad; como el trigo que crece junto a la cizaña (Mateo 13.30).

Crecemos con el crecimiento que Dios da, y sólo él da (Colosenses 2.19), para abundar en amor (1 Tesalonicenses 3.12); creciendo en la gracia y conocimiento de Jesucristo (2 Pedro 3.18). Es claro que en este contexto hablamos del crecimiento de la iglesia, tenemos que saber de qué hablamos cuando hablamos de la iglesia.

Hablamos de una institución o de una comunidad a la cual nos añade el Señor (Hechos 2.47; cf. 1 Corintios 11). Podemos ver la iglesia como una asociación y lo es, porque es el instrumento para estar presente en el mundo… pero no es el fin, sino el medio que no es dado para proclamar el evangelio y ser bendición, con la misma misión que fue dada a Abraham. ¿Pero qué es lo más importante: desarrollar una institución o ser bendición?

Primero lo que tiene que ir primero.

Aquí es donde se suelen confundir las palabras y oscurecerse las ideas. La iglesia fue llamada para proclamar el evangelio para ser bendición a todas las naciones y, muchas veces, la confundimos con el ganar adeptos. No podemos negar la importancia del ganar adeptos en la tarea de evangelización. Sin embargo, si ese es único propósito, puede llegar a ser una falsificación de la proclamación; de la misma manera que la cristiandad puede llegar a ser la falsificación del cristianismo. ¿Cuál es la diferencia? ¡Veamos!

1. El llamado del Señor requiere la decisión de una dedicación total e incondicional a lo que es el fundamento de la vida; pero para ganar adeptos basta con adherir a un ideario; que es una falsificación de una genuina confesión de fe, que podemos recitarla pero no vivirla. Por esto me animo a afirmar que muchos no creyentes, suelen estar más cerca de la fe de muchos que nos consideramos verdaderos creyentes.

2. No cabe duda que es necesario utilizar instrumentos de este mundo como medios de la proclamación, pero no podemos confundirlos con el mensaje de Dios. De la misma manera que Yavé no necesita de un Templo para afirmar su grandeza.

3. Cuando nos aferramos al reglamento de una institución eclesiástica, corremos el riesgo de cambiar el mandato de proclamar el evangelio, por el desarrollo de una estrategia institucional de ganar adeptos. Hemos sido llamados para hacer discípulos y, en el peor de los casos, nos dedicamos a hacer clientes. De esta manera confundimos la conversión con el formar de una institución.

4. El resultado de la proclamación se mide por la bendición que hemos significado para las otras personas, porque para bendición hemos sido enviados. El resultado de ganar adeptos se mide por el número de personas que aceptan llamarse cristianos. No importa a nadie sí una idea es verdadera, sino la cantidad de personas que tienen esa idea; pues el número de adeptos determina su poder terrenal; y para muchos esto es todo lo que importa.

5. Así, todo el mundo puede ser cristiano sin necesidad de convertirse. Alguien dijo que con esto se consiguió abolir el cristianismo, lo que ni la persecución pudo conseguir; pues si todos son cristianos, ¿qué significa ser cristiano? El cristianismo puede así llegar a ser la condición para ser aceptado socialmente.

6. Para este tipo de propagación (que no me animo llamar proclamación y menos evangelización), algunos hacen un estudio de mercado, para ver lo que es atractivo al ser humano y se lo presenta como cristianismo, suprimiendo lo que pudiera ser escandaloso. En cambio, la proclamación desafía al ser humano a cambiar su vida, y por ello no resulta tan agradable. El cristianismo es accesible a todos, porque es sencillo como para los niños, pero no es fácil y no se puede comprar.

Proclamar no es decir lo que otros quieren oír, Jesús tenía duras palabras y recomienda a sus discípulos que hay momentos en que es necesario sacudirse los pies para anunciar que el reino llegó y no fue recibido (Mateo 10.14; Lucas 9.5; Hechos 13.51). Y Jesús se va quedando solo con sus discípulos (Juan 6.67s.), y queda finalmente solo en la cruz con un sentimiento de abandono (Mateo 27.47).

7. Y así preparó a sus discípulos, nunca les ocultó que el camino era difícil (Mateo 7.14; Lucas 13.24). Fue una dura advertencia: lo confortable, cuya búsqueda distingue a nuestro tiempo, no guarda ninguna relación con esta bienaventuranza eterna. Cuando se nos manda a caminar, nada importa lo seguro y lujoso que puedan ser los medios de transporte; y a los creyentes se les asignó la tarea de caminar, y así fueron reconocidos como caminantes. De nada sirven las mejores técnicas cuando se trata del Espíritu. Una religión hasta puede ser inventada usando poder y dinero para su crecimiento. Pero el Reino puede ser recibido solo con corazón honesto, el evangelio no cotiza en bolsa.

8. Así concluye, o mejor dicho abre un paréntesis, el libro de los Hechos de los Apóstoles, con Pablo predicando el Reino de Dios y enseñando acerca de Jesús abiertamente y libremente. El sentido que tiene el término griego utilizado en este caso, no significa que estaba en libertad, sino que predicaba sin preocuparle cual pudiera ser el resultado, la eficacia o el riesgo de hacerlo. En nuestro castellano tenemos el término coraje, al que le damos exactamente ese sentido. Hay que ser corajudo para anunciar el Evangelio en este tiempo.

9. El resultado final de la proclamación es intangible, porque es la maravillosa obra del Espíritu de Dios en las vidas humanas y sus comunidades. El Señor es quien convierte los corazones y añade a los fieles. Nosotros sólo podemos ser sus mensajeras y mensajeros… nada más… ni nada menos.

 

Emilio Monti
Pastor metodista.
Licenciado en Teología.
Profesor de Filosofía y Pedagogía.
Doctorando en Ciencias Humanas y Arte.
Profesor Emérito del Instituto Universitario ISEDET
Ex Decano y Profesor de Teología Práctica del Instituto Universitario ISEDET
Ex Profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Capellán y Vicerrector de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano de Rosario (UCEL).
Trabajó activamente en ayuda a Refugiados (CAREF) y en defensa de los Derechos Humanos (MEDH) y en la acción ecuménica (FAIE)
Integró a nombre de las iglesias evangélicas el Consejo Nacional de Políticas Sociales del Gobierno de la Nación.

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 8 | Iglecrecimiento, entrega 4, Teología

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