DÓNDE INVERTIR NUESTRA SIEMBRA 3 | NO SOLO DINERO

| 31 marzo, 2014

Nuestra siembra no solo debe comprender dinero. Además de él, las oportunidades, el conocimiento e impulso para el desarrollo son vitales para que todos los hermanos puedan desarrollarse en plenitud. Avanzar para ser la comunidad de fe que Jesús ama.

En la Iglesia primitiva, la ayuda mutua era tan importante que al principio los mismos apóstoles servían las mesas para los pobres y las viudas (Hechos 6:1-7). Cada Iglesia tiene una crema de miembros más exitosos que los demás porque decidieron estudiar, tuvieron fe para comenzar negocios, otros tienen el don de hacer negocios, fueron buenos administradores, aprendieron a ahorrar e invertir, etc.

Estos que fueron exitosos, deben juntarse y elaborar un proyecto para ayudar mayormente a los pobres, “mayormente a los domésticos de la fe” (Gálatas 6:10) que luego, al crecer ese banco con nuevos contribuyentes, puede extenderse aún a familiares y amigos inconversos de los creyentes y así testificarles del amor de Dios y de la Iglesia en forma práctica.

Con esto en mente comenzamos en nuestra Iglesia de la Calle Hidalgo una cooperativa que abarató los precios de los comestibles en la época de la gran inflación en la Argentina o “Rodrigazo” (el que lee, entienda).

Iniciado en una célula, luego toda la Iglesia entró en el programa, para finalmente extenderse al vecindario, porque todos los productos de la canasta familiar se vendían a mucho menor precio; y como a través de las células sabíamos quienes estaban más necesitados, les comenzamos a ayudar en forma inteligente y práctica.

A muchos se les proveyeron herramientas más modernas para su trabajo, por ejemplo: a una señora viuda que mantenía a su familia cosiendo en una vieja Singer a pedal, le compramos una máquina de coser industrial; así trabajaba la mitad y producía el doble. A otros se les proveyó el anticipo para comprar una casa que de otra manera no hubieran podido nunca tener casa propia, etc.

Esto es “sembrar para el Espíritu”, sembrar semilla (Gálatas 6:9-10). En el libro de Los Hechos y las Epístolas generalmente las ofrendas eran solo para ayudar a los pobres y sostener a los predicadores itinerantes, pues no tenían edificios que mantener porque se reunían por las casas, y en cualquier lugar abierto. Ver Hechos 2:44-46, 4:34-37, 2da de Corintios 8:1-7, etc. “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

Luego que hemos erradicado la pobreza entre los creyentes donde tenemos jurisdicción, entonces podremos ir al gobierno con autoridad y en vez de regalarle una Biblia, mostrarles un ejemplo de lo que la Biblia produce, y enseñarles como hacerlo. Hemos probado que las ayudas de los países ricos a los pobres, después de un terremoto o catástrofe, que pasan por las manos de los gobiernos, casi no llegan a los pobres para quienes se dio.

Las ayudas que da el gobierno salen muy caras porque gran parte queda en camino en los bolsillos de los intermediarios. En cambio, se supone que en la Iglesia todo sería hecho con integridad y honradez y mucho en forma voluntaria; de esta manera las ideas, el talento y el dinero invertido produciría mucho más, se haría más con menos.

Lo que es para sostener a obreros cristianos, hacer misión para ganar almas para Cristo y ayudar a los pobres, eso es sembrar para el Espíritu. La semilla que Dios quiere que sembremos es hacer bien a todos y mayormente a los de la familia de la fe. Sembrar semilla no es solo poner en la ofrenda sino ayudar al vecino pobre, y hacer caridad con los necesitados lo cual sería un testimonio que impresionaría a los familiares y amigos inconversos de los que ayudamos y nos ayudaría a ganarlos para Cristo.

“Ayudar al pobre es hacerle un préstamo al SEÑOR; Dios mismo te recompensará.”
Proverbios 19:17 Palabra de Dios para Todos (PDT)

Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Mateo 5:16 La Biblia de las Américas (LBLA)

Oro, plata y piedras preciosas son cosas que perdurarán, pasarán la prueba del fuego en la aduana del Cielo y en el Tribunal de Cristo, porque son obras eternas que nos acompañarán en gloria y el Señor nos dará recompensas por haberlas hecho. Sembrar para el Espíritu es “buscar las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, poner la mira en las cosas de arriba no en las de la tierra…” (Colosenses 3:1-2). Es “no poner nuestra mira en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2da Corintios 4:16).

También las tribulaciones de esta vida por causa de Cristo “producen un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación” (2da Corintios 4:17). La historia del rico y Lázaro indican la diferencia entre sembrar para la carne y sembrar para el Espíritu (Lucas 16:19-24).

Estos son solo unos pocos ejemplos de las Escrituras que nos indican en qué nos conviene invertir nuestro tiempo, talentos y dinero, usted podrá encontrar muchísimos más ejemplos en las Escrituras que le indicarán la diferencia entre ocuparse en cosas transitorias y pasajeras de la carne y ocuparse de cosas imperecederas del Reino espiritual (Hebreos 12:27-29). Pero la fuente principal de a quién y cómo ayudar, nos la da el Espíritu Santo. En lo personal, el Espíritu que está en mi conciencia me indica cuando estoy sembrando en cosas superfluas para mi carne y cuando siembro para mi ser interior, el verdadero yo que es eterno. Deseo entrar en la gloria con todo lo que he edificado aquí y que resistirá la prueba del fuego. Claro, uno tiene que invertir algo en su carne, pero ¿cuánto y hasta dónde? El Espíritu nos lo va a indicar.

Debemos hacer un presupuesto como individuos y como Iglesia y designar una suma de dinero, tiempo y talento para cada cosa. Invertir en madera, heno y hojarasca o en oro, plata y piedras preciosas es cosa que Dios deja a nuestro criterio. Esto no modifica nuestra salvación eterna, que es por Jesús y nada ni nadie más, pero sí indica nuestra espiritualidad. Por eso andar en el Espíritu es esencial para tener ese discernimiento sobre en qué invertir nuestro tiempo, talentos, conocimientos y dinero; y el que anda en el Espíritu seguro que invertirá en el Espíritu también. Cuando gaste dinero, tiempo, talentos, piense si está edificando oro, plata y piedras preciosas o madera, heno y hojarasca. Esto último no entra en el Cielo. Discernamos nuestras inversiones. Invirtamos en cosas eternas.

 

 

JUAN CARLOS ORTIZ
Reconocido conferencista internacional, ha predicado en los cinco continentes.
Graduado en el Instituto Bíblico Río de la Plata, donde también fue profesor.
Fue secretario de Tommy Hicks cuando el evangelista hizo la campaña en Buenos Aires.
Pastoreó la Iglesia de la calle Hidalgo.
Fue pastor de la congregación hispana en la Iglesia Catedral de Cristal en California (USA).
Autor de varios libros.
Condujo el programa televisivo “La hora de Poder” para Latinoamérica.
Condujo programas de radio.

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que, fiel a sus principios, no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.

Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.
La dirección de Cordialmente procura que la expresión bíblica “examinadlo todo, y retened lo bueno” sea el objetivo, por lo cual se invita a los distintos escritores a presentar sus fundamentos dejando el juzgamiento del artículo en cada uno de los lectores.

Si desea agregar su comentario sobre esta nota puede hacerlo teniendo en cuenta las siguientes limitaciones:

  • Debe ser de hasta 140 caracteres
  • Puede referirse libremente en aprobación u oposición a las ideas y conceptos expresados
  • No debe incluir comentarios personales o críticas sobre el autor de la nota
  • No debe utilizar el espacio para agraviar a una Iglesia o institución
  • No debe utilizarse para promociones de ningún tipo

Categoria: Edición 9 | Teología de la prosperidad, pobreza y Evangelio, entrega 3, Teología del Sur

Comments are closed.