DAD Y SE OS DARÁ

| 28 abril, 2014

En nuestro idioma, existen conjunciones de adición, por ejemplo “y”, o de opción como precisamente “o”. Según las uso, sumo o separo. Definir el estado de bendición o maldición, de piedad o pecado, por medio de las posesiones materiales o su ausencia, es un tema resuelto por Pablo en Filipenses 4.12 (1), al unir ambos estados, en la vida cristiana normal. Si estos estadios tiene propósito en nuestras vidas, debemos preguntarnos: ¿para qué quiero ser prosperado o vivir en pobreza? ¿cómo alcanzar la una o soportar la otra? Imagino la respuesta de JESÚS, con los panes y los peces en sus manos…

El hondo sisma que separa las vertientes más predicadas del Evangelio –“pobreza y prosperidad–, marca dos teologías que parecen emanar de diferentes Señores.

Las víctimas de la colonización aberrante que obliga a bajar las cabezas y aceptar con “cristiana resignación” la explotación que enriquece a unos pocos destruyendo a muchos, no tienen nada que envidiarle a los esclavos del éxito, cautivos modernos impulsados por mensajes positivistas, forzados a cometer cualquier desatino o a exhalar hasta el último aliento para conseguir el “fruto material” que confirme su aceptación divina.

Si algo sabemos en Sudamérica es de desigualdades y de discursos que todo lo explican. Dictaduras que impusieron macabras condiciones y democracias “débiles o lentas” que no pueden acortar la “brecha de desigualdad” y agigantan la injusticia.

El libro de Santiago es uno de los “desaparecidos” en nuestros púlpitos modernos… y con él han sido raptadas la justicia y la solidaridad.

Sin embargo surge la pregunta ¿cómo tener solidaridad y ayudar a otros sin tener con qué hacerlo… y en muchos casos, careciendo de todo?

Ejemplo esclarecedor, si los hay, es el maravilloso bautismo de JESÚS. Juan habla a la multitud, anticipando que el Señor, bautizaría en el Espíritu Santo y fuego. Al descender al Jordán, el Espíritu en forma de paloma, vino desde el cielo y entró en JESÚS (2). Recibió lo que daría, pues como Pablo explica en Filipenses 2 (3), llegó a la tierra despojado de toda su divinidad.

Pienso en el festival de riquezas minerales, energéticas, alimentarias, en el agua potable y el oxigeno que poseemos y se descubren diariamente en nuestras tierras. Trato de imaginar donde irá a parar todo ese caudal de recursos y su producido. Sueño con que estos llenen las manos de los obreros, de ancianos y niños de nuestros polvorientos caminos; que la pobreza desaparezca y la igualdad nos envuelva… pero a la luz de las ambiciones relatadas en las profecías bíblicas, ¿será esto posible?

No creo que –en estos tiempos finales– el amor derrote a la ambición, pero si afirmo que la FE puede revertir injusticias, produciendo hechos que cambien total o parcialmente el curso de la historia.

No imagino a grandes empresarios del pescado, ni a los acopiadores de semilla o molinos repartiendo sus ganancias, pero si puedo ver a JESÚS multiplicando panes y peces al ser repartidos por sus discípulos.

Como Iglesia debemos atrevernos a desafiar la lógica por medio del poder de Dios, destrozando la angustia, la pobreza y la injusticia que sufre el pueblo, no con violencia, sino por el inconmensurable poder de la FE.

Fui testigo de milagros de este tipo en Villa Tranquila, Avellaneda, donde hace 35 años comencé mi pastorado. Con el paso del tiempo comprobé que no han cesado, por el contrario se multiplicaron, en las calles de Uruguay, Paraguay, Colombia, Brasil, Perú, Chile, Argentina, Europa, Centroamérica, Norteamérica, África y Asia, donde me ha tocado acompañar al pueblo. En todo lugar, cuando un necesitado clama al cielo, allí se hace presente el Cristo que levanta a los pobres del muladar.

Escuchar los mediáticos aplausos dirigidos a religiosos que ponderan como virtud la “Iglesia de pobres para pobres”, subleva mi alma.

Anhelo, creo y me esfuerzo para que la Iglesia destruya la pobreza. Somos hijos de un Dios de abundancia, al cual avaros intereses usan poniendo es su boca mensajes de resignación.

En este punto es importante discutir como llegar al evangelio de la bendición, y también, para que anhelamos implantarlo en nuestros patios.

Podríamos hacer un recorrido por el Sermón de Monte y eso bastaría para encontrar la respuesta a nuestras preguntas, sin embargo prefiero analizar el pensamiento de Elifaz, el “amigo” temanita de Job.

Todos sabemos que Job era justo, y que su estado calamitoso respondía a una profunda enseñanza, por lo tanto el análisis de su “amigo” es erróneo en cuanto su persona. Si embargo refleja verdades interesantes en cuanto al origen y destino de las riquezas.

En su acusación, argumenta: ¡Pero tu maldad es demasiada, y tus pecados ni se pueden contar! Por deudas pequeñas exigiste ropa en garantía, ¡y dejaste desnudo al pobre!

No dabas agua al que tenía sed, ni comida al que tenía hambre. Fuiste un hombre poderoso que se adueñó de la tierra; a las viudas no les diste nada, y a los huérfanos les quitaste todo.” (4).

La extorción, la usura y la esclavitud son opuestas al corazón de JESÚS… por esta causa el hacha está puesta a la raíz de los árboles, como decía Juan el Bautista: “Cuando un árbol no produce buenos frutos, su dueño lo corta de raíz y lo quema. ¡Y Dios ya está listo para destruir a los que no hacen lo bueno!

La gente le preguntaba: Y entonces, ¿qué podemos hacer?

Él les respondía: El que tenga dos mantos, comparta uno con quien no tenga nada que ponerse. El que tenga comida, compártala con quien no tenga nada que comer.

Vinieron también unos cobradores de impuestos y le preguntaron a Juan: Maestro, ¿qué podemos hacer para salvarnos?
Juan les contestó: No le cobren a la gente más dinero del que debe pagar.
Unos soldados preguntaron: Juan, ¿qué podemos hacer nosotros?
Él les contestó: Ustedes amenazan a la gente y la obligan a que les dé dinero. Sólo así le prometen dejarla en paz. ¡No lo vuelvan a hacer, y quédense satisfechos con su salario!” (5)
Claro, contundente y actual el mensaje de Juan. Eminentemente espiritual, habla de salvación, colocando el acento en lo económico… “porque raíz de todos los males…” (6).
Si centramos el Evangelio en las regalías económicas pecamos, erramos al blanco y, si lo desviamos de su poder transformador y multiplicador con el cual bendice prosperando en justicia, lo desvirtuamos.
Podemos encallar fácilmente si navegamos cerca de las riberas; buscar el cause medio es garantía de seguridad.
El cierre de la exposición de Elifaz es de una contundencia impresionante: “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, pon sus palabras en tu corazón. 

Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción; tendrás más oro que tierra, y como piedras de arroyos oro de Ofir; el Todopoderoso será tu defensa, y tendrás plata en abundancia.
Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro. Orarás a él, y él te oirá; y tú pagarás tus votos.
Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, y sobre tus caminos resplandecerá luz.
Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá; y Dios salvará al humilde de ojos.
El libertará al inocente, y por la limpieza de tus manos éste será librado.”
(7)

Pablo, que supo producir tiendas con sus manos cuando los días de la necesidad golpearon la puerta de su rancho, enseña: “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,
para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.” 
(8)

La escasez por falta de oportunidades es resuelta por Dios, quien abre sus manos dando pan al hambriento indigente y semilla a quien no tiene posibilidades ni recursos para producir. Luego él mismo se encarga de multiplicar la sementera, aquel lugar donde se guarda la producción y finalmente aumenta los frutos de nuestra justicia para que seamos enriquecidos en todo. Pensar que en Cristo la fuente de la riqueza es la justicia es una definición maravillosa.

Cuando logramos comprender que “el pan es nuestro” y no mío, incorporando el verdadero sentido social del dinero, abrimos las puertas del entendimiento, las mismas que Job traspasó en el final de su historia para alcanzar una nueva dimensión.

Si hacés la cuenta de la gente que dependía de Job y su industria láctea, te asombrarás: catorce mil ovejas, al cuidado de un pastor cada cien animales, suman ciento cuarenta pastores. Seis mil camellos, que al ser vareados servían para ­–con odres colocados a sus lados– producir manteca y queso, el cual debía ser guardado y estivado, además de atender a los animales, demandaban un hombre cada tres bestias, esto suma dos mil obreros más. Mil yuntas de bueyes implicaban mil aradores y por último mil asnos para transportar la cosecha y producción implica mil personas más para conducirlos. Total cuatro mil ciento cuarenta empleados, que de tener familias “tipo” sumarían más de dieciséis mil personas y si la familia es “tipo latinoamericana”, superamos los cuarenta mil…

Por eso Job necesitó pasar por tan profundo aprendizaje, para ser justo y misericordioso, conocedor de los corazones y las necesidades de la gente.

Quizás bueno sería aquí, reflexionar sobre las “bendiciones” de ciertas economías sectoriales, nacionales o globales que perjudican a otras economías… ganas no me faltan, pero esto sería un tratado más que una nota. Lo dejo en nuestras mentes para que meditemos en ello: ¿puede mi beneficio basarse en el perjuicio de mi hermano?

Recuerda Iglesia que JESÚS, hasta los treinta años fue un obrero en el taller de José, el que todos creían que era su padre (9). El desea que todos gocemos del bien de nuestra labor: “Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.”
(10)

 

(1) Filipenses 4.12-13 (RV1960)
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
(2) Lucas 3.15-16 y 21-23 (NVI)
La gente estaba a la expectativa, y todos se preguntaban si acaso Juan sería el Cristo. “Yo los bautizo a ustedes con agua —les respondió Juan a todos—. Pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con
fuego.” …Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y mientras oraba, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo.” Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su ministerio.
(3) Filipenses 2.5-11 (NVI)
La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
(4) Job 22.5-9 (TLA)
(5) Lucas 3.9-14 (TLA)
(6) 1era de Timoteo 6.10 (RV1960)
(7) Job 22.21-30 (RV1960)
(8) 2da de Corintios 9.10-11 (RV1960)
(9) Lucas 3.13 (RV1960)
Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí
(10) Eclesiastés 3.10-15

 

 

Guillermo Prein
Pastor fundador del
Centro Cristiano Nueva Vida

 

 

 

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Categoria: Edición 9 | Teología de la prosperidad, pobreza y Evangelio, entrega 7, Teología del Sur

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