ESTUDIO ÉTICO-BÍBLICO SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA PROSPERIDAD Y EL MOVIMIENTO DE LA BENDICIÓN | 2

| 28 abril, 2014

El doctor Vinay Samuel, invierte gran parte de su tiempo en la labor con pobres y cristianos en India y ciertas zonas de África. La siguiente es la exposición que dictara en la CONSULTA GLOBAL DE LAUSANNA sobre
TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD, POBREZA y EL EVANGELIO, que fue realizada en
Atibaia, Brasil en abril de 2014. Agradecemos a la Comisión Teológica de la Alianza Evangélica Mundial el permiso para esta  publicación.

Intentaré evaluar la enseñanza y experiencia de las enseñanzas sobre prosperidad en el cristianismo contemporáneo en relación con los siguientes temas: justicia, fe, poder y ser humano.
Mi reflexión estará basada en las enseñanzas y experiencias de las iglesias en India que le dan un lugar central al clamor a Dios por bendición y a oradores indígenas que ven por televisión. También, relacionaré mi propio conocimiento sobre el fenómeno en India con las narraciones descriptas en el excelente trabajo de Kate Bowler sobre el Evangelio de Prosperidad en los Estados Unidos.

 

Bendición y Justicia

La justicia está en el corazón del marco ético en toda la Escritura. El centro de la Ética del Reino en los Evangelios es la justificación/la justicia. La justicia de Dios moldea el orden del reino que Jesús origina. La bendición es, también, una parte clave del evangelio del Reino de Dios, pero está claro que las bendiciones del reino entran en el orden formado por la justicia de Dios. Las bendiciones del reino deben expresar la justicia de Dios. Bendición y justicia están integralmente relacionados como Shalom y justicia en la biblia hebrea.

El otro lado de la justicia está en la igualdad de La Biblia. La igualdad tiene sus raíces en los seres humanos hechos a imagen de Dios. Igualdad también significa que ninguno gana si todos no ganan. Las enseñanzas sobre bendición relacionan este punto de vista sobre la justicia al afirmar que todos en Cristo tienen el derecho a una bendición total. Aquellos que reúnan esas condiciones de fe y clamen, recibirán bendición, y los que no tendrán que esperar hasta entenderlo bien. La justicia insiste en que hay una dimensión social para la bendición. La bendición personal debe contribuir al bien común e impactar más allá del individuo. En este punto es dónde la enseñanza sobre bendición está incompleta y debe ser modificada.

La enseñanza sobre el Reino de Dios en los Evangelios presenta dos lados. Uno es el individuo que ha sido invitado a entrar al reino en las bases del arrepentimiento y la fe, el otro es el Señorío de Cristo ejerciendo la orden de Dios que restaura la creación de Dios que se ha perdido. La enseñanza sobre prosperidad se centra en las obras del individuo, no solamente para entrar en el reino sino también para recibir sus recompensas. Este realce en los beneficios personales, sin la enseñanza sobre la dimensión social de los beneficios de Dios, subestima la misión del reino de llegar a un cambio social.

Las iglesias de India, en las que predominan las enseñanzas sobre prosperidad, son iglesias de pobres en su mayoría. Las iglesias que atraen a la nueva y ambiciosa clase media se centran en dar mensajes sobre bendición matrimonial, familiar y recompensas para el honesto y trabajador. No hay un abandono del pobre en estas iglesias. Kate Bowler, en su estudio acerca de las iglesias negras pentecostales, habla de la cantidad de programas de padrinazgo económico y para discapacitados.

En 1978, cuando lancé un programa de desarrollo para micro emprendimientos en India, los primeros entusiastas eran iglesias pentecostales y, luego, los católicos romanos. Los principales protestantes y las iglesias evangélicas no creían que el crecimiento económico tuviera que ver con la misión local de la iglesia.

El atrevimiento empresarial se desencadenó en estas iglesias de India como en las iglesias de negros en Norteamérica. Una empresa, entre personas pobres, es generada por la idea de que uno tiene que ayudar al otro. Los factores externos no se inclinarán para asistirte, por el contrario, pondrán obstáculos en tu camino. La fe es el gran recurso que pone el pobre arriba de la mesa, es fe probada en circunstancias difíciles. Es una fe dedicada y trabajadora. El evangelio que pone a la fe por encima de todo (puede mover montañas) debe dar de esa fe.

Hay un escepticismo entendible sobre los cambio estructurales en el esfuerzo de la iglesia. Hay escepticismo sobre si la acción política actual les brindará el cambio que necesitan en sus vidas. Se sabe que la clase media tiene éxito no solo por sus hábitos de trabajo y su disciplina sino también debido al legado que heredan y el apoyo que reciben de sus contactos.

El efecto positivo de la enseñanza sobre bendición para el pobre es la convicción de que no están excluidos de la seguridad económica y la abundancia. Ellos no solo pueden aspirar a tenerlo, también pueden reclamarlo como derecho.

Además del énfasis en la acción individual, que se dirige a la necesidad material, muchas iglesias que dan mayor importancia a las bendiciones también desarrollan respuestas institucionales para las necesidades sociales. En los Estados Unidos, Kate Bowler menciona las iniciativas de desarrollo de las iglesias en educación, hogar, bolsa de trabajo y servicio social.

En India, hay una creciente inversión de las ambiciosas iglesias pentecostales en ministerios sociales proveniente de sus propios recursos. Hay un fuerte mensaje motivacional en estas iglesias: “Tu verás un crecimiento en cada área de tu vida.”

La liberación de la sensación de exclusión del enriquecimiento económico, que los mensajes de prosperidad facilitan, es una expresión de la justicia de Dios en tu trabajo y necesita ser reconocido como tal. Además, necesita ser aplicado al trabajo para la transformación de la comunidad. He visto esto en Bangalore con iglesias indígenas independientes.

Es acertado mencionar que entre las iglesias de clase media que dan mensajes de prosperidad existe una fascinación por los ricos. Ellos ya no ven la riqueza como algo que está más allá de su alcance, el mensaje raramente garantiza riqueza pero anima a alcanzarla.  Desde mi punto de vista, esto aleja la energía de los creyentes del crecimiento en el discipulado y en la imagen de Cristo y canaliza la energía espiritual y el dinero, primariamente, hacia objetivos económicos. Esto necesita un cambio urgente y tajante.

Veremos a la justicia como orden o como un derecho heredado. Algunos predicadores presentan a la prosperidad como un decreto de Dios y como un orden designado. También, afirman que La Biblia enseña sobre prosperidad como un derecho que hereda el creyente. Esta transferencia, del marco del orden y del derecho heredado de la justicia a la prosperidad, lleva a proponer leyes de bendición que, como la justicia, son respaldados por el poder de Dios. Este cambio no puede ser respaldado con evidencia bíblica adecuada. La justicia está en la categoría legal y la bendición está en la categoría de la gracia.

Que Dios bendice a su pueblo y a toda cosa creada es indiscutible, pero ¿cuál es el criterio que Dios usa para bendecir a sus hijos? ¿No hay ningún criterio en La Biblia? ¿Depende enteramente de la voluntad de Dios? ¿No parece, esto, arbitrario? Los enseñanzas sobre prosperidad ofrecen sus respuestas y deben ser evaluados de acuerdo a un marco ético de justicia bíblica.

 

Bendición, Fe y Poder

El “lenguaje de poder” utilizado en las iglesias que predican prosperidad y bendición en India y en parte de África, donde he estado por tiempos prolongados, es significante. La fe y el poder están íntegramente conectados en dichas prédicas. El primer activo que el pobre cree que puede obtener, rápidamente, es la fe. Fe en las promesas de Dios y en un Dios que cumple sus promesas. Fe en la intervención activa de Dios, en todas las áreas de la vida personal y social. La enseñanza sobre prosperidad ofrece maneras en las que la fe puede convertirse en poder que libera las promesas de Dios de sanidad, riqueza y victoria.  La relación entre fe y poder es presentada como algo casual.

Algunos resultados sorprendentes han surgido de un estudio entre emprendedores pobres de Bangalore, India. Casi todo ellos asistieron a iglesias pentecostales indígenas que predicaban, regularmente, mensajes de bendición. El estudio, llamado “Santa Avaricia”, examinaba el diezmo de los adoradores. Si bien se cree que Dios honra tu fe y tu obediencia al dar, cualquier bendición no es considerada como un derecho garantizado. El predicador podrá decir eso, pero ellos reconocieron que la realidad era diferente. Eso también estaba bajo la gracia de Dios. Ellos, al menos, no se atreverán a decirle a Dios lo que tiene que hacer. Es por la gracias de Dios que no puede ser manipulado ni depender de tus acciones. Hay dos o, a veces, más historias aquí. La narración del predicador, sobre casualidad y garantías, y la narración del creyente, sobre sumisión a la voluntad de Dios y esperar en Su gracia. El mensaje de algunos pastores presenta, todavía, a la fe como un poder heredado que puede crear y materializar bendiciones concretas, el adorador cree fervientemente esto pero también deja todo a la gracia de Dios.  En una conversación privada, el creyente admite que depende de la gracia de Dios y no de alguna formula mágica.

La manera en que el concepto de poder es usado en los mensajes de prosperidad muestra que éste trasciende la separación entre lo físico y lo espiritual. Isaías 53:5, “… por su llaga fuimos nosotros curados…”, es interpretado como una sanidad espiritual y física.

En los comienzos del movimiento de Keswick y otro movimiento de vida cristiano, el lenguaje de poder era usado bastante también. La presencia de Cristo en nuestras vidas significa que la vida de Cristo está dentro nuestro y nos llena de poder para vivir una vida cristiana victoriosa.  La vida normal cristiana, que ha sido enseñada, es una vida de victoria. Dios cumple promesas, vence pecados, nos ayuda a superar el sufrimiento y sana nuestras enfermedades. Estos movimientos también predican principios (leyes como verdades) con respecto a una vida cristiana victoriosa.

En India y otras sociedades tradicionales hay un uso del poder como talismán en culturas religiosas que hacen énfasis en la liberación de espíritus demoníacos y fuerzas del mal. La sanidad se ofrece para atacar a los espíritus que, se dice, están detrás de una enfermedad. Se ofrece protección contra el poder de las maldiciones. Ofrecen el poder empaquetado en talismanes. El poder espiritual puede estar envuelto en objetos y ser transportado y usado. Los Chamanes y doctores brujos hacen mucho uso de ese tipo de poder espiritual.

Existe una mala comprensión del poder, sin bases bíblicas, entre los que predican sobre prosperidad. Es posible que algunos, conscientemente, usen practicas que no son bíblicas sobre la liberación de poder, pero la mayoría no entiende lo complejo y claro de las enseñanzas del poder espiritual en La Biblia. Tal mensaje y práctica sobre el poder espiritual está, hoy, en peligro de conectarse con fuerzas demoníacas que el predicador mismo está intentando atacar. Existe un peligro real de que el predicador crea que tiene derecho a ese poder espiritual y tenga que rendir cuentas por sus acciones y actitudes.

El caos moral que esas prácticas y puntos de vista producen es tan evidente en los escándalos financieros y sexuales que plagan a los practicantes. Necesitamos encarar un entendimiento bíblico sobre el poder para desarrollarlo en el movimiento de la bendición. Hay un claro contraste en La Biblia entre el poder ejercido por Faraón, quien era considerado una divinidad, y el poder ejercido por la verdadera divinidad del Señor Jesús. El poder de Cristo viene de la cruz y viene desde abajo. Aún en el cielo, Él lleva las marcas del cordero asesinado. Un predicador cristiano o un creyente debe seguir ese ejemplo de poder.

Volvemos al tema de la gracia y su relación con la manera en que la fe y el poder están relacionados con las enseñanzas sobre prosperidad. Pablo desarrolla su entendimiento sobre la gracia de Dios contrastando el entendimiento judío sobre la recompensa y el mérito. Según Pablo, nuestra fe no es un mérito que traemos ante Dios para que Él nos recompense. Es, más bien, una señal de nuestro arrepentimiento que un bien que nosotros ponemos ante Dios para demostrarle que merecemos su salvación. Nuestra fe está donde nosotros estamos para lograr la entrada al Reino de Dios y recibir nuestra identidad como hijos de Dios y ciudadanos del Reino. Las recompensas del Reino no son proporcionales a nuestra fe o servicio. Ellas son dadas de acuerdo a la libre gracia de Dios, inmerecida por el receptor. (Mateo 19:29, 24:27, 25:21, 23, Lucas 7:48).

Hay pasajes de La Biblia que muestran que el sacrificio y la persecución del discípulo por la justificación y la pérdida por seguir a Cristo, serán compensadas más allá de cualquier porción de fe. Es la gracia y no la recompensa por fe la que está en el centro del corazón del Reino de Dios.

En la enseñanza sobre prosperidad, la bendición es presentada como un derecho. Es un estado que uno obtiene y con el que puede vivir continuamente. En el Nuevo Testamento, la bendición no es un derecho basado en cuánta fe tiene el discípulo, sino que está relacionado con las promesas de Dios, respaldado por su soberanía y pacto de fidelidad, está íntegramente relacionado con la libertad de Dios para otorgar lo que el quiera y elija, sin fijarse en la cantidad de fe o status.  Los regalos de Dios no seguirán ninguna fórmula legal. Ellos reflejarán su generosidad. Por el contrario, los deseos de los creyentes están, todavía, sujetos al pecado a sus propios deseos de obtener bendición no pueden ser cumplidos, poniendo en riesgo su bienestar espiritual. Es mejor confiar en las bendiciones que Dios dará libremente mientras continuamos pidiendo, como un hijo pide a sus padres.

 

Bendición y Ser humano

“John G. Lake (misionero en Sudáfrica) expuso Juan 10:34 para explicar que Dios quiere que seamos dioses”, dice Kate Bowler. Ella también cita a Kenyon: “La muerte de Jesús y su resurrección ha cambiado el status ontológico del creyente. La unión divina con Dios no es un objetivo a alcanzar, es un punto de partida.”

El creyente se convierte en un creador como Dios y puede emplear palabras llenas de fe para transformar cosas que no son, por ejemplo: crear bendición y prosperidad. Un creyente tiene poder verbal como hijo de Dios. La oración no es una petición sino un declaración o demanda que haga real lo que ha sido declarado y demandado.

Esta asunción del creyente sobre un ser humano transformado permite un cambio de rumbo en las técnicas que el creyente necesita y los hábitos de fe que se deben desarrollar. Uno de esos hábitos es el diezmo, que puede desatar bendición, éxito y prosperidad.

Dios no quiere ver a su pueblo luchando bajo una multitud de opresiones, sino que éste sea liberado y viva en victoria, salud, riqueza y gozo. El creyente debe aspirar a una bendición material y espiritual.

Otro aspecto de esta visión es que él creyente pueda tener conocimiento que provenga de revelación, que es muy diferente del conocimiento racional. El conocimiento racional puede decirte que estas enfermo. El conocimiento de la revelación te dará la convicción de que serás sanado.

Otro punto importante es la posibilidad de la transformación humana a través del propio esfuerzo. La fe de uno mismo construye el carácter y da esperanza para superar los desafíos de un mundo incierto y de mercados impredecibles. El creyente debe tomar la responsabilidad por su futuro y actuar con optimismo porque esa es la voluntad y el plan de Dios para él. (Bowler Pag. 227)

Hay una gran cantidad de antropología en las enseñanzas sobre prosperidad. En ciertos lugares, éstas se superponen con la doctrina del “teísmo” de la tradición ortodoxa.

La mayoría del contenido dado al ser humano, en la enseñanza sobre prosperidad, no está, sin embargo, relacionado con la vida de Cristo en la tierra, sino con su muerte y resurrección. Cristo es el segundo Adán cuya vida encarnada está ante nosotros para ser imitada. Su humildad, su mansedumbre deben ser imitados por el creyente mientras celebramos la victoria de Cristo y su poder.

Debemos tomar en cuenta las implicaciones prácticas de la visión del “Ser humano” para con el creyente pobre. Ésta energiza y construye su medio y responsabilidad. Para las personas que, por generaciones, han sido esclavas y sirvientes del poder, es muy fortalecedor saber que ellos son liberados de ese estatus e identidad. Pero la enseñanza sobre prosperidad falla frecuentemente al poner énfasis en la posición de sirviente que Jesús expuso aún como Señor de la creación.

Necesitamos poner atención en el marco de la ética de la encarnación. El propósito de Dios para con los seres humanos, creados a su imagen, es revelado en la vida encarnada de Cristo, en el carácter del creyente, sus juicios, deliberaciones, elecciones y emociones que forman una vida como la de Cristo.

La finalidad principal del discipulado no es estar investido de bendición sino conformar la imagen de Cristo y asociarnos a Él en Su misión en este mundo. El ser cristiano debe tener, como algo principal, la comprensión del discipulado. El enfocarse, solamente, en la victoria de Cristo, entronado en el cielo, y estar sentados con él gobernando, ignorando la vida que cristo tuvo aquí en la tierra, sin pecado, abrazando el sufrimiento, la simplicidad y la servidumbre, es promover un sub cristiano y, algunas veces, una peligrosa versión de discipulado.

 

Conclusión

Concluiré con algunos comentarios:

Primeramente la proyección de un orden de bendición o derecho es incompatible con alguna evidencia bíblica. La bendición es una realidad y está basada, enteramente, en la gracia de Dios. La enseñanza sobre bendición debe estar formada por la visión bíblica de la gracia de Dios, que es dada libre y generosamente. Esa gracia, también evita que los regalos de Dios se conviertan en méritos que Dios debe recompensar. Los regalos que recibamos solamente pueden provenir de la continua providencia de Dios en nuestras vidas. Nosotros podemos y responderemos con regalos. Nosotros estamos creados para dar, pero lo hacemos como agradecimiento y como acto de adoración y amor, respondiendo a la gracias de Dios para con nosotros. Es mucho más fácil agradecer a Dios cuando estás en una buena situación económica y eres socialmente respetado, pero dónde debería encontrar la gracia de Dios el pobre.  Nuestras enseñanzas deben identificar la realidad de la gracia de Dios en la vida de cada creyente, en la nueva identidad que Él le da, el medio y la dignidad que Él permite y la sensación de Su presencia duradera. Todo esto muestra la presencia de la gracia de Dios en nuestras vidas. Pero es sabiendo que tenemos un Dios que inclina su oído a nuestras oraciones y que podemos volcar nuestras peticiones en Él, teniendo la certeza de que Él oirá y responderá y el pobre, en nuestro ministerio, reconocerá la gracia de Dios en su vida y le agradecerá por su gracia ante cualquier situación dramática, aunque la respuesta no sea material.

En segundo lugar es necesario el correcto entendimiento del reino, que todavía no existe, sobre los beneficios del reino que pueden ser accedidos sin medida y en su totalidad. Es cierto que muchos cristianos son tímidos y no reclaman los beneficios del reino, ni siquiera un poco. Ellos aceptan, como norma, una débil y batallada fe y discipulado. Necesitamos una insatisfacción santa con nuestro discipulado y desarrollar una abertura y un deseo por la plenitud que Dios puede darnos. Debemos buscar y encontrar. Pero esto debe estar acompañado de del conocimiento de que estamos en el “aún no” y que necesitamos clamar como hijos de Dios, reconociendo que solo cuando Cristo vuelva nos sentiremos completos y realmente satisfechos. El Espíritu no solo vierte las bendiciones de Dios, también genera un clamor en nosotros que nos mantendrá buscando y esperando el futuro asegurado de Dios para nosotros.

El Reino tiene algunas dimensiones mientras esperamos lo permanente. Hay penúltimas experiencias en el Reino mientras esperamos lo último. Nuestro ciudadanía en el Reino es vivida en medio de tensiones permitiendo que encaremos los sufrimientos e incertidumbres de la vida con paciencia y esperanza. Esto debe ser una parte clave de la enseñanza de la bendición.

Finalmente, en mi experiencia, el pobre entiende la importancia de la justicia. Ellos reconocen que los recursos y legados con asimétricamente distribuidos. Ellos dudan de juzgarlos como injustamente distribuido. Permitirles, a ellos, verlo de esa manera no es una solución, es solo un análisis.

Los pobres con los que trabajamos en India no creen que la solución a la distribución injusta de los recursos pueda venir del Estado o de sus sistemas. Ellos ven a los sistemas igual que a las personas con poder. La enseñanza sobre prosperidad les pide encontrar una solución, personalmente, en su relación con Dios y con los recursos que Dios les prometió a sus hijos. Ellos buscan la acción de Dios para lidiar con la pobreza.
Yo no veo muchos modelos creíbles, donde la acción contra el sistema injusto haya traído respuesta a los pobres. Han provisto de trabajo a los activistas que dista mucho de la explotación del pobre que alegan los predicadores de prosperidad. Hablo como alguien que no es ajeno a la acción social industrial.

El desafío es lograr que el pobre pueda encontrar su propia solución a la pobreza, alentándolos a valerse de todos los medios éticos. Ellos deben también poder ser, no recipientes del bien común, sino co-creadores  del mismo y, así, contribuir en la gran transformación social.

 

 

VINAY SAMUEL
Fundador y Director Ejecutivo del Centro de Oxford de Estudios de la Misión
Director Ejecutivo de El Movimiento Internacional de la Misión Evangélica teológica
Coordinador de EFICORT Training Unit, Bangalore, India

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 9 | Teología de la prosperidad, pobreza y Evangelio, entrega 7, Teología

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