LA TIERRA, EL HOMBRE Y SU MISIÓN ETERNA 1

| 19 mayo, 2014

Fue enseñando escatología, puntualmente el libro de Apocalipsis, que obtuve respuestas a preguntas que por mucho tiempo me habían inquietado. Esas respuestas me permitieron hallar la clave de la historia del ser humano. A partir de ese momento todo cobró sentido para mí.

Por eso me propongo compartirlo en dos entregas.

Vemos en la Palabra que Dios sabía ya antes de crear al hombre que éste pecaría y que, como único modo de redimirlo, Su Hijo tendría que derramar su sangre, “sabiendo que fuisteis rescatados… con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación… ya destinado desde antes de la fundación del mundo…” 1ra de Pedro 1:18-20.

Esta verdad bíblica despertaba en mí un interrogante tan grande que ninguna respuesta me era satisfactoria: Si Dios sabía de antemano que el hombre iba a fallar, ¿para qué lo creó, siendo tan alto el costo para redimirlo?

Otra pregunta se relaciona con la anterior. Si la historia de la tierra, tal como la conocemos, es solamente un paréntesis en la eternidad, con su inicio en Génesis y su finalización en Apocalipsis, teniendo en cuenta la magnitud de la grandeza de lo que denominamos “cielo”, la sabiduría y perfección de la creación toda por un lado, y por otro lado la trágica historia del hombre con todas sus miserias y fracasos, ¿qué sentido tuvo la creación del hombre?

Otras incógnitas que me planteaba eran los ángeles. Estamos seguros de su superioridad respecto de la humanidad. Jesús afirmó que entre todos los nacidos de mujer no hubo nadie superior a Juan el Bautista él, sin embargo “el más pequeño en el reino de los cielos” es mayor que él. Además de esto, se deduce del “Padre nuestro” que los seres celestiales tienen la característica de cumplir con la voluntad de Dios de manera total y absoluta, al punto que en esa oración pedimos ser semejantes a ellos en la obediencia. Entonces ¿no era suficiente con esos seres espirituales? ¿En qué momento de la historia eterna fueron creados? ¿Tuvieron en algún momento capacidad de reproducción? Y así otras cuestiones no reveladas.

La nueva pregunta que nos hacemos es: teniendo Dios a su disposición criaturas tan superiores ¿por qué vincularse con los seres humanos, que no hacemos más que traerle disgustos?

De manera súbita, yo diría sobrenatural, pude entender la razón de la existencia del ser humano. Fue mientras enseñaba, al enfocarme en Apocalipsis 12:3: “Apareció un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y con una diadema en cada cabeza. Con su cola arrastró a la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra…”. Esto me hizo entender que, si Satanás arrastró en su rebelión a una tercera parte de los ángeles del cielo, entonces el objetivo de la creación del hombre fue preparar criaturas con ciertas características… ¡como para reemplazar a los ángeles caídos!

Sí, de eso se trata el propósito del hombre sobre la tierra: reunir un número determinado de personas que cumplan ciertas condiciones como para ocupar el lugar que dejaron vacío los ángeles al caer juntamente con Satanás. En el desarrollo de ese proceso intervienen el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, los ángeles, y también Satanás y sus demonios o espíritus inmundos. El lapso en que se desarrolla este proceso va desde la creación del hombre en Génesis 1:26 hasta que culmine junto con el final de la vida animal en Apocalipsis 21:1.

Para integrar dicho número, los seres humanos “redimidos” o “salvos”, o “escogidos” hay dos condiciones básicas: una, es fe “porque sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6) y la otra, santidad “sin la cual nadie verá a Dios” (Hebreos 12:14). Obviamente podríamos profundizar sobre cada requisito, pero a los efectos de sostener nuestro punto bastarán estos dos. A través del relato bíblico se puntualiza justamente esa revelación: cómo a través de los siglos Dios destaca ciertas personas por cumplir con esas condiciones ineludibles. En determinados momentos históricos, por ejemplo en la época de Noé, muy pocos cumplían los requisitos, pero fueron suficientes como para que no se extinga la estirpe humana sobre la tierra sin haber llegado a completarse el número de “salvos” estipulado por Dios.

Aceptando la posibilidad de lo dicho hasta acá, estaríamos preparados para resolver otra incomprensible cuestión teológica: por qué Dios determina que en un momento se acabe la historia del hombre sobre la tierra poniendo fin así a la posibilidad de que nuevos seres humanos sigan alcanzando la salvación, porque dice: “pero sólo hasta que se complete el número…”.

 

 

Carlos Sokoluk
Egresado y profesor del Instituto Bíblico Río de la Plata
Pastor en dos iglesias en el conurbano bonaerense
Desde 1979 reside a la Provincia de Misiones
Pastor fundador de la 1era Iglesia de la UAD (Unión de las Asambleas de Dios) en Posadas, el “Templo Evangélico Feliz Encuentro” junto con su esposa Cristina Kunsch, desde donde, en tres décadas se fundaron más de veinte obras nuevas que permanecen hasta hoy.
Su labor a favor de la juventud lo llevó por diferentes países de América, llegando a ser Presidente Nacional de la Comisión en la década del ’90. Se desempeñó como Superintendente de Distrito entre 1999-2009.
En la actualidad integra la Comisión de la Región II de la UAD

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 10 | Estos tiempos, entrega 3, Teología

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