¿QUÉ SON “LAS SEÑALES DEL FIN DEL MUNDO”?[i]

| 23 junio, 2014

Hace unos años, el día después del espantoso terremoto de México, escuché por casualidad la conversación entre dos señoras obviamente evangélicas. “Pues hermana, ¿cómo te pareció el terremoto en México ayer?” La respuesta me dejó atónito: “¡Qué maravilla! Me alegré mucho. ¡Cristo viene ya!”

Un día, cuando Jesús y sus discípulos estaban admirando el templo de Jerusalén, el Señor les anunció que no quedaría piedra sobre piedra de esa majestuosa arquitectura, porque Israel había rechazado a su Mesías. En eso le preguntaron, “¿Cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?” Y Jesús respondió “Mirad que nadie os engañe” (Marcos 13:2-5; Lucas 21:6-8). Es claro que según Marcos y Lucas, todo el tema de la conversación era el futuro del templo, y que lo que le pedían a Jesús, según esos dos evangelios, era la señal de la futura destrucción de Jerusalén. El evangelio de Mateo reformula la misma pregunta: “¿Cuándo serán estas cosas [destrucción de Jerusalén], y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?” (Mateo 24:2-5). Esa diferencia es importante, pero en Mateo también el tema central es la destrucción de Jerusalén como anticipo de la venida de Cristo. Mi compatriota tica, cuando comentó el terremoto de México, sin duda estaba pensando en este pasaje de San Mateo, aunque olvidando su contexto histórico de un suceso que ocurrió unos cuarenta años después, hace casi diecinueve siglos.

Creo que se malinterpreta muy seriamente este sermón de Jesús. Para comenzar, se habla de “las señales del fin del mundo”, cuando el texto habla de “la señal” (singular) de la destrucción de Jerusalén y, relacionada con ella, según Mateo, “de tu venida y del fin del siglo” (no “del mundo”). La pregunta es triple: la señal de la destrucción del templo, de la venida de Cristo y del fin del siglo. Como respuesta Jesús menciona muchos fenómenos, entre ellos guerras, hambrunas, terremotos, persecuciones y la predicación del evangelio (24:5-14).

Cuatro cosas me llaman la atención:

1. Jesús no dice que ninguno de estos fenómenos es señal de su venida.

2. Jesús dice precisamente lo contrario, que estas tragedias no son el fin del siglo (24:6,14, cf. 14:8).

3. Jesús advierte que habrá falsos profetas y falsos “cristos” que vendrán a agitar al pueblo con especulaciones sobre su venida y dirán que está cerca (24:4-5; 11; 23-27 y paralelos en Marcos y Lucas; cf. 2 Tesalonicenses 2:2-3).

4. En su respuesta, Jesús emplea la palabra “señal” por primera vez cuando advierte contra las falsas señales en 24:24 y después cuando anuncia “la señal del Hijo del hombre en el cielo” (24:30).

En otras palabras: “Vendrán guerras y terremotos y otros fenómenos, pero ninguno de esos es la señal que me piden, y tengan cuidado con falsos maestros que harán señales falsas. La única señal del fin del siglo la seré yo mismo, cuando venga con las nubes”.

En ese tiempo, como hoy, era muy popular especular sobre “señales” sensacionales del fin del mundo: que el sol se levantaría a medianoche, que las mujeres engendrarían monstruos, que aparecerá una caballería armada en el cielo y mucho más. Jesús era muy enemigo de esas calenturas. “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás”, la de Nínive y la señal de la reina de Sabá” (Mateo 12:38-42; Marcos 8:12 dice sólo “no se dará señal a esta generación”, punto). Esas no eran las señales que buscaba esa generación adúltera. Jonás, Nínive y la reina de Sabá no tenían nada que ver con el fin del mundo; eran llamadas al arrepentimiento y el cambio de vida conforme al ejemplo de ellos. Es la única manera de entender la referencia a Nínive y Sabá. A diferencia de Marcos y Lucas, el relato de Mateo incluye una referencia a la resurrección de Jesús, pero eso tampoco tiene que ver con el fin del mundo.

La frase “las señales de los tiempos” aparece también en Mateo 16:1-3 y tampoco tiene nada que ver con la venida de Cristo. El pasaje paralelo en Lucas 12:54-56 no tiene dicha frase, sino reza: “Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís, ‘Agua viene’; y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís, ‘Hará calor’; y lo hace. ¡Hipócritas! Sabeís distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?”. Jesús compara “las señales de los tiempos” con los métodos que empleaban los campesinos todos los días para anticipar los cambios en las condiciones climáticas. En otras palabras, Jesús les dice: “¡No sean tan perversos e irresponsables! Si quieren entender el tiempo en que viven, no esperen señales del cielo sino analizan bien las condiciones históricas para entender lo que está pasando y anticipar lo que está por pasar”. (1)

¡Con esa actitud tan vehemente, Jesús jamás iba a responder a sus discípulos con una lista de “señales”. ¡Qué torpe la pregunta de los discípulos! (cf. Hechos 1:6. ¡Como nos parecemos a ellos!). Jesús les describe inevitables sucesos históricos, que siempre han ocurrido, pero les exhorta a no confundirlos con señales ni escuchar a la voz hipócrita y adúltera de los falsos maestros con sus falsas señales. Dios quiere hablarnos por las guerras y terremotos que ocurren, pero no para revelarnos “los tiempos o las sazones” que sólo a él corresponden (Hechos 1:7; Mateo 24:36; 1era Tesalonicenses 5:1-2).

Algunos apelan a ciertos pasajes en las epístolas que describen los vicios y abominaciones de “los postreros tiempos” (1era Timoteo 4:1-3; 2da Timoteo 3:1-5; 4:3; 2da Pedro 3.3) y concluyen que esos mismos pecados hoy son señales de la venida de Cristo. Sin embargo, los autores bíblicos nunca los llaman “señales” ni los tratan como tales. Esta enseñanza equivocada viene por no tomar en cuenta la perspectiva bíblica sobre el “ya” de la salvación y el “todavía” no como aspecto aún futuro. Para ellos, los “postreros tiempos” no estaban a dos mil años de tiempo sino que comenzaron con la resurrección de Cristo (ver 1era Juan 2:18, un texto realmente sorprendente: “muchos anticristos antes de 95 d.C., ¡“el último tiempo” comenzó hace dos mil años!). Pablo enseña lo mismo en 1 Cor. 10:11 (cf. 2da Tesalonicenses 2:7) y Pedro en 1era Pedro 1:20. Según el autor de Hebreos, Dios envió a Cristo “en estos postreros días” (Hebreos 1:2).

Es muy poco probable que Pablo hubiera estado pensando en condiciones morales y sociales del mundo dos mil años después de su época. Primera Timoteo es una “carta pastoral”, para sus lectores, y no un tratado de especulación profética. Todos los malos que describe corresponden perfectamente a su propia época, en tiempos de la decadencia del imperio romano. Es claro que Pablo aplica estas enseñanzas a su propia época (por ejemplo en 2da Timoteo 3:6-10); algunos de los pecados denunciados, que existían en tiempos de Pablo, ya no tienen ningún sentido (como prohibir matrimonio, 1era Timoteo 4:3, o meterse en casas para engañar a mujercillas, 2da Timoteo 3:6). Eso indica que Pablo estaba hablando de su propia época.

Es claro que ni Mateo 24 ni estos pasajes de las epístolas tienen la menor intención de revelarnos “señales de la venida del Señor”. El Espíritu Santo inspiró muchas verdades futuras a los autores bíblicos, pero nunca, que yo sepa, “señales” de esta índole. “No os toca a vosotros”, dijo el Señor, “saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). En vez de especular sobre supuestas “señales”, dediquémonos a entender el tiempo que vivimos y servir al Señor y su reino en la coyuntura histórica que nos corresponde.



(1) En otros pasajes, “leer las señales del tiempo”, que interpretaba el agricultor para guiar sus labores, significaba entender la coyuntura histórica en que se vivía.

 

Juan Stam
Misionero en Costa Rica por más de 45 años.
Doctor en Teología por la Universidad de Basilea, Suiza.
Profesor, por muchos años, del Seminario Bíblico Latinoamericano.
Escritor, autor de varios libros y artículos.

 

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 10 | Estos tiempos, entrega 8, Teología

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