EL ANTICRISTO. Parte 1

| 30 junio, 2014

¿Qué dice la Biblia?
Exégesis y tradición en la profecía predictiva
(1 Juan 2:18,22; 4:3; 2 Juan 7) 

En la tradición profética del protestantismo, ocupa un lugar central la figura del Anticristo[i]. A decir verdad, a veces se le da más atención que al mismo Cristo, de quien es rival y remedo. En la tradición es una figura bien definida, con sólo variantes menores. Es un ser humano poseído por Satanás, de quien es agente incondicional. Hará milagros y engañará a todo el mundo. Acaparará todo el poder para establecer un gobierno mundial totalitario. Perseguirá a Israel y/o la Iglesia durante “la Gran Tribulación”, que durará siete años (o tres y medio)[ii]. Su aparición en el escenario histórico será la última y final expresión de toda la maldad. Al fin de la Gran Tribulación vendrá Cristo para derrotar a este Anticristo en el Armagedón, juzgarlo y establecer para siempre el reino de Dios.

Nuestra pregunta ahora es: ¿Cuán bíblica es esta conceptualización del Anticristo? Vamos a comenzar con los únicos textos que nombran al Anticristo, que son 1era y 2da de Juan[iii].

El anticristo de las epístolas juaninas. Nos ayudará tener a la mano los textos correspondientes, de la versión NVI, con base en el texto original.

1era Juan 2:18. “Queridos hijos, ésta es la hora final, y así como ustedes oyeron que anticristo vendría [griego, sin artículo], muchos son los anticristos que han surgido ya. Por eso nos damos cuenta de que ésta es la hora final. Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros…

1era Juan 2:22. ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

1era Juan 4:2-3. En esto pueden discernir quien tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano [en sarkí, en carne], es de Dios; todo profeta que no reconoce a Jesús, no es de Dios sino del anticristo.

2da Juan 7. Es que han salido por el mundo muchos engañadores, que no reconocen que Jesucristo ha venido en cuerpo humano. El que así actúa es el engañador [ho planos] y el anticristo [ho antijristos].

Estos pasajes no sólo son los únicos del Nuevo Testamento que mencionan explícitamente al anticristo, sino es más: son las primeras referencias al término en toda la literatura antigua conocida. Algunos expertos sugieren que Juan mismo acuñó el término en su enseñanza oral a la comunidad. Entonces estos textos deben ser el punto de referencia decisiva sobre el tema del anticristo.

Dada toda esa importancia de estos textos, su contenido es muy sorprendente.
1. Por el año 95 d.C., el autor repite dos veces que ya era “la última hora”.
2. El anticristo de estos textos no se parece para nada a la figura del Anticristo de la tradición que hemos conocido.
3. El texto afirma que para esas fechas, a finales del primer siglo, habían surgido ya muchos anticristos.

Comentemos un poco estas tres sorpresas.

1. Que la última hora de la historia ya había comenzado hace diecinueve siglos nos puede extrañar mucho, pero es una enseñanza central del Nuevo Testamento. Según Hebreos 1:2, “en estos días finales [Dios] nos ha hablado por medio de su Hijo”. “Cristo, a quien Dios escogió antes de la creación del mundo, se ha manifestado en estos últimos tiempos” en la cruz (1era Pedro 1:19-20). “A nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos” (1era Corintios 10:11). No se puede presuponer que estos términos signifiquen siempre algo todavía futuro para nosotros; eso tiene que determinarse exegéticamente en cada caso.

2. Este anticristo ni establece un reino mundial ni persigue a nadie. Al contrario, es claro de estos pasajes que “el anticristo” (con artículo) es cualquiera que niegue que Jesús es el Mesías (2:22) y sobre todo que Jesucristo ha venido en cuerpo humano (4:2-3; 2da Juan 7). Estos no sólo son inspirados por el espíritu del anticristo (4:2-3); ellos mismos son el anticristo (2:22; 2da Juan 7). Es posible, como afirman algunos, que 2:22 incluya una negación de la deidad de Cristo, aunque el título “Cristo” (“Ungido”) expresa más bien su identidad mesiánica. Entre los cuatro pasajes, lo más claro y enfático es que el autor identifica al anticristo con la negación de la plena humanidad de Jesús.

Esa herejía, incipiente en tiempos de Juan, se conoce como “docetismo”, del verbo griego dokeô, “parecer” (a menudo asociado con el gnosticismo)[iv]. Afirmaba que Cristo sólo parecía ser humano; sólo fingía tener hambre, estar cansado o hacer preguntas; su vida era un simulacro de humanidad. Éstos herejes, a los que alude 1 Juan, no negaban que Jesús era Dios (¡en eso eran ortodoxos!) sino que era realmente humano, como si eso fuera indigno del Hijo de Dios. Dada la gravedad de ese error, que Juan identifica como anticristo, nos incumbe preguntar si nosotros realmente creemos en la plena humanidad de Jesús, “el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido”, un Cristo plenamente divino pero también plenamente humano. Esto nos debe llamar a mucha reflexión. Durante los siglos, y también hoy, muchos cristianos “ortodoxos” han estado negando de hecho la realidad de la humanidad de Jesús, aun cuando profesan en teoría creer en ella. ¿Existen “docetas evangélicos” hoy?

El texto no aclara cómo, cuándo o de quién los lectores habían oído que “anticristo viene” (sin artículo) ni cómo lo entendían. Aunque el término “anticristo” en este versículo es una novedad, desde la antigüedad existían muchas tradiciones quizá relacionadas, que podríamos llamar del “Antagonista demoníaco” o del “Antagonista escatológico”. Con posibles raíces en Babilonia (Tiamat) o Ras Shamra (Mot), esta figura aparece bajo infinidad de nombres: Leviatán, Behemot, Rahab, Gog, Belial, la serpiente tortuosa (Isa 27:1), las cuatro bestias y el cuernito de Daniel 7, etc. A veces ciertos personajes históricos parecen encarnar estos demonios: Senaquerib, Nabucodonosor, Antíoco Epífanes (“el desolador”, Marcos 13:14), Calígula, Nerón o Domiciano. Por supuesto, ninguno de ellos negaba la humanidad de Cristo.

Indudablemente, tanto Juan como sus lectores/as conocían estas antiguas tradiciones, aunque no parecen figurar muy significativamente en estas epístolas. Podría ser que Juan acuñara el término independientemente, para significar anti-Mesías y anti-encarnación. Si el término “anticristo” en la frase “ustedes oyeron que anticristo viene” tiene el mismo sentido que en todos estos textos de 1 y 2 Juan, entonces significa que vendrían personas que negarían la humanidad de Jesús (anti-encarnación). En cambio, si esa frase alude al conocimiento previo que tenían ellos de la tradición del antagonista escatológico, entonces la relación parecería ser de contradicción o corrección: el anticristo ha venido y vendrá, pero no como ustedes lo imaginaban[v]. Dejen, les dice Juan entonces, de especulaciones apocalípticos y fíjense en los peligros que los rodean ahora.

3. A la luz de ese sentido de “anticristo”, es fácil entender en qué sentido habían surgido ya muchos “anticristos”. El “anticristo personal”, en este caso, no es un monstruo apocalíptico sino un falso maestro o falso profeta (2:22; 2da Juan 7). En 2:19 también Juan identifica a estos “muchos anticristos”: con herejes cristológicos que salieron de la comunidad (¡anticristos que habían estado en el seno de la congregación!) por negar la humanidad de Jesús y así deshumanizar al Salvador.

Esto lo confirma la historia del término y del concepto “anticristo”. Los primeros escritores cristianos después del Nuevo Testamento, conocidos como los padres apostólicos y los apologistas, emplean el término sólo en el mismo sentido juanino de negar la humanidad de Jesús (Ign Fil 7:1). Aun los pasajes que describen un Adversario al final de la historia, como Didajé 16:4 y Bernabé 4:1-5, no lo llaman “anticristo”[vi]. Ireneo interpreta el “666” como el imperio romano, pero lo atribuye a la bestia, no al anticristo. La doctrina tradicional aparece por primera vez en Hipólito de Roma, De Cristo y Anticristo (ca. 220 d.C.). Sin embargo, la tradición siguió siendo muy flexible y el anticristo no era siempre personal, como tampoco lo es en 1era Juan. En el siglo V el anticristo se identificó con al arianismo y en la edad media y la Reforma con el papado.

CONCLUSIÓN SOBRE LAS EPÍSTOLAS JUANINAS

Para ser fieles a este texto, sería mejor limitar el término “anticristo” a su sentido bíblico, de negación del Cristo humano, y no confundirlo con otros términos como el Malvado, la Bestia etc. Con eso evitaríamos la conflación simplista de títulos de significados distintos. Así libraríamos el término “anticristo” de los sobretonos y resonancias terroríficos que ha llegado a connotar y le devolveríamos su auténtico sentido cristológico. Nos ayudaría también a concentrarnos en los “anticristos” presentes, en nuestro tiempo y espacio, y no fijar la vista sólo en un “Anticristo” final de quien este pasaje no habla.

 

 

 

 



[i] Escribiremos “Anticristo” con mayúscula cuando nos estamos refiriendo a la figura de la tradición escatológica y con minúscula en su sentido estrictamente bíblico.

[ii] Según un amplio sector cristiano, Jesús vendrá antes de “la Gran Tribulación” para arrebatar a la iglesia. En ese caso, la persecución sería de los judíos y/o de cristianos convertidos durante el mismo período.

[iii] El término pseudojristos en Mt 24:24 y Mr 13:22 se refiere a falsos mesías, muy activos en la guerra judía de 64-70, y no tienen que ver con el antijristos de los textos juaninos.

[iv] Es importante recordar que Éfeso era el segundo centro intelectual más destacado del imperio romano, a la par de Atenas. En Éfeso se desarrolló después la escuela del platonismo medio y del neoplatonismo (Plotino, Porfirio, Jámblico). Esto nos ayuda a entender también el prólogo al cuarto evangelio.

[v] Sobre este problema ver Schillebeeckx, El Cristo y F.F. Bruce, I Tesalonicenses.

[vi] Lo más próximo es Did 16.4: “entonces aparecerá como hijo de Dios el extraviador del mundo”, hará milagros, la tierra será entregada en sus manos, y cometerá crímenes “como jamás desde los siglos”, hasta que venga Cristo a derrotarlo. Pero el texto no lo llama “Anticristo”.

 

           

Juan Stam
Misionero en Costa Rica por más de 45 años.
Doctor en Teología por la Universidad de Basilea, Suiza.
Profesor, por muchos años, del Seminario Bíblico Latinoamericano.
Escritor, autor de varios libros y artículos.

 

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 10 | Estos tiempos, entrega 9, Teología

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