LOS MONTES DE DIOS V | HARÁS PROEZAS

| 15 diciembre, 2014

Las proezas son acciones de gran esfuerzo y valor que cuando se mencionan en la Biblia se da a entender en contextos donde hombres o mujeres llevan a cabo acciones con mucho valor, fortaleza, poder, con mucha valentía, habilidad o eficiencia. Pero también se menciona a Dios como gran ejemplo de hacedor de proezas, ya que con su diestra, con mano fuerte, con poder hace proezas.

Teniendo esto presente, cuando leemos el relato del llamamiento de Moisés en el Monte Horeb, había una orden explícita de parte de Dios hacia aquel que se encontraba al borde de la zarza milagrosa, y era: “¡Hey Moisés, te estoy llamando para que hagas proezas en mi nombre!” (Éxodo 3-4)

Pero allí se encontraba este anciano excusándose ante nada más y nada menos que Dios, como no comprendiendo la magnitud de ese mensaje, tal vez porque desde que salió de Egipto luego de aquel aberrante asesinato, sólo había tenido una rutina deprimente y sin sentido, andando de aquí para allá, sin logros personales, acarreando desdicha de ser quien sabe desde hacía cuántos años sólo un cuidador de ovejas, y que encima no eran de su propiedad.

Y Dios con su inigualable paciencia le responde:

– Moisés, no me preguntes quien eres para hacer la proeza de libertar a mi Pueblo, porque YO estoy contigo.

– Pero Moisés, no me preguntes quien soy, porque YO SOY EL QUE SOY, Jehová es mi nombre y por él se me recordará para siempre.

– Moisés, no me pidas demostraciones de mi existencia, aunque, fíjate en estos milagros, ¿aún tienes dudas de mi poder?

– Moisés, no me digas que no sabes expresarte, porque yo te diré lo que tengas que hablar.

– ¡Basta Moisés de ponerme sólo excusas! Yo sé por qué te he elegido a tí, y no a otro, aunque si aún desconfías de mí, por medio de tí o de Aarón, cumpliré de todas formas las proezas que quiero hacer con mi pueblo.

En este punto podemos pensar desde la vereda de enfrente sobre el pobre Moisés: ¡Pero qué incrédulo! ¿No se dió cuenta con quién estaba hablando? ¿No se percató de que el Rey de reyes y Señor de señores lo estaba llamando? ¿No midió el respaldo que tendría al decirle a quien sea: YO SOY me envía? ¿No le fue suficiente las muestras milagrosas de la culebra o la lepra?

Todos sabemos cómo continúa la historia, sin embargo, la verdad es que si nosotros nos hubiéramos encontrado en el mismo Monte Horeb, por curiosidad ante la zarza ardiente y de repente frente a Dios, lo más probable es que nuestra reacción se hubiera asemejado en mucho a la de Moisés. Pero, ¿por qué? Sencillamente porque la mayoría de nosotros (quizás todos) arrastramos una historia de vida con altibajos, pecados o fracasos, además de pensamientos limitados en una realidad contextual de la que somos parte, y usualmente sentimientos de rechazo, inferioridad o inseguridad.

De todas maneras, Dios sigue insistiendo en que haremos proezas, sigue insistiendo en que tenemos su respaldo y en que no habrá nada ni nadie que pueda impedir que Sus propósitos con nuestra vida o sin ella se cumplan.

¿Y cómo lo lograremos? En primer lugar cambiando nuestro pasado negativo por un presente y futuro en Dios. En segundo lugar cambiando nuestros límites por la realidad sobrenatural de Dios, y tercer lugar cambiando nuestra base de acción de sentimientos incorrectos a los que nos produce Dios.

Por lo tanto, cuando nos encontremos en el Monte Horeb ante el mismísimo Dios, tratemos de no impacientarle con nuestras preguntas, sino más bien confiar en que si Él nos lo ordena, es porque podremos hacer proezas.

 

 

Adán Jesús Rodríguez

Adán Jesús Rodríguez
Estudio en el Instituto Bíblico Rio de la Plata.
Graduado de la Universidad Nacional de San Juan como Licenciado en Sistemas (UNSJ).
Director de Ekklesia Software, Sistema Integral de Gestión de Miembros para Iglesias Cristianas.
Colabora en la Iglesia Comunidad Cristiana San Juan.

 

 

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 13 | Eclesiología, entrega 5, Teología

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