LOS MONTES DE DIOS IX | MONTE DE TABOR: EL MONTE DE MI LIBERTAD

| 19 enero, 2015

Más de cuatro mil años nos separan de la épica e intrigante historia de Débora y Barac. Historia que relata el libro de los Jueces en el capítulo cuatro.

Sometidos y oprimidos por Jabín, rey cananeo, el Pueblo de Dios decide reaccionar y buscar ayuda en Dios después de veinte años de vivir esa tortura, sin contar los años sometidos a reyes paganos anteriores. (Jueces 4:3)

¿Por qué pasar tanto tiempo viviendo esa realidad?

Será, tal vez, porque los seres humanos elegimos la esclavitud ya como costumbre; tal vez porque la mediocridad se nos hizo más fácil de llevar y sólo nos empieza a incomodar cuando se hace más difícil salir. O por otra razón un poco más ingenua, no sabemos que somos esclavos hasta que nos damos cuenta que supera nuestra posibilidad de control.

Como respuesta al clamor del pueblo, Dios usa la vida de Débora, profetiza y jueza del pueblo, junto con Barac.

La Palabra fue clara. Barac, que pertenecía a la tribu de Neftalí, debía reunir diez mil hombres y llevarlos al monte Tabor. Un monte de 500 metros de altura. Un lugar donde diez mil hombres no pasarían desapercibidos. En eso mismo consistía el propósito de Dios, provocar e intimidar al enemigo mostrándole quien está por encima de ellos.

Leyendo la historia, el mismo relato pone énfasis en la diferencia militar que existía entre Israel y los cananeos. Ellos poseían soldados preparados y entrenados para la guerra, con carros de hierro y los israelitas, sólo eran hombres voluntarios a ir a la guerra. (Jueces 4:12 –Jueces 5:2 DHH)

¿Por qué no podemos vencer la esclavitud en nuestras vidas?

Una de las razones, es por observar más las fortalezas del enemigo, que las armas que contamos en Cristo.

“Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado” (Romanos 6:6).

Es una verdad simple, pero a la vez nos es difícil llevar a la práctica porque necesitamos un cambio en la estructura de nuestra mente para poder vivirlo genuinamente.

Volvamos a la historia:

El momento había llegado. El ejército de Sísara comprendió que el pueblo de Israel acechaba. En ese mismo instante Débora dio la orden: “¡Adelante, que ahora es cuando el Señor va a entregar en tus manos a Sisara! ¡Ya el Señor va al frente de tus soldados!” Jueces 4:14 DHH.

Esa era la Palabra que el pueblo necesitaba. Con tan sólo una Palabra de Dios un hijo suyo puede transformar realidades.

Muchos de nosotros, al igual que Israel, podemos sentirnos sometidos y dominados; limitados y subyugados a través de debilidades y tentaciones. Problemas emocionales, físicos y espirituales y, a pesar de tanto tiempo de soportar, comenzamos a vivir la frustración y la resignación de la imposibilidad al cambio. Pero con una Palabra de Dios se produce un quiebre en la mente, en el corazón, porque ya hay una bendición declarada de Dios para nuestra vida.

Es ahí donde la fuerza y la voluntad humana son humilladas por el poder sobrenatural de Dios, que nos enseña que cuando Él nos da una Palabra de victoria para nuestra LIBERTAD, lo hace a lo grande. Llama a nuestros enemigos, los provoca, les demuestra quién está arriba del monte y quién es el que tiene realmente autoridad sobre ellos.

Pero como cristianos necesitamos una palabra de Dios para movernos. Una palabra que sea nuestro estandarte para arriesgarnos en fe y realmente creer que se viene una victoria.

Los Israelitas se movieron bajo la palabra justa: “Adelante, que ahora es cuando el Señor a entregar en tus manos a Sísara, ya el Señor va al frente de tus soldados” Jueces 4:14 DHH.

Finalmente la historia concluye con un final increíble y triunfante. Los Israelitas se llenaron de valor y Dios llenó de pánico al ejército enemigo. Tal fue el miedo que hasta el propio general del ejército, Sísara, debió huir para salvar su propia vida, lo cual no lo logró.

Concluyo con las palabras de Débora “Alaben todos al Señor, porque aún hay hombres dispuestos a pelear”. Jueces 5:2 DHH.

Imagínense el impacto que haría la Iglesia actual sobre el mundo, si más hombres y mujeres decidieran erradicar la esclavitud de sus vidas. Volveríamos a ser esa iglesia valiente y desafiante de los primeros tiempos.

 

Ana Laura Mazas

Por Ana Laura Mazas
Egresada del Instituto Bíblico Río de la Plata, con especialización en Misionología.
Pastora de la Iglesia “Amistad con Dios”, en Posadas, Misiones.

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 13 | Eclesiología, entrega 10, Teología

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