LA IGLESIA INVISIBLE 4

| 9 febrero, 2015

HERMANDAD DE RESPETO, AMOR Y LIBERTAD.

La Reforma Radical, su legado y la Iglesia del siglo XXI.

La Reforma Radical buscó la transformación no solo de la teología, sino de la vida real de los cristianos, sobre todo en las relaciones políticas y sociales. Por esta razón, consideraba que la Iglesia no debía ser sostenida por el Estado ni con dinero, ni por la espada.

Algunos de los principales puntos del gran legado de la Reforma Radical son:
1. La libertad de la Iglesia en su separación del Estado.
2. El sacerdocio universal de los creyentes y la ausencia de jerarquías.
3. El profundo pacifismo.
4. Unidad e independencia de los diferentes grupos.
5. Libertad de conciencia de los adherentes.
6. Discipulado en contraposición de las grandes catedrales y dogmas.
7. Consagración hasta la muerte.
8. Empatía con los pobres y necesitados (desapego de todo poder terrenal).

Según Juan Stam, la tarea de la teología debe ser acompañar al pueblo de Dios en su misión histórica. Esto significa que el teólogo debe ser un especialista en la lectura de las “señales de los tiempos” que discierne la Palabra de Dios histórica (kairós), es decir, el “momento oportuno” del que nos habla Efesios 5.16.

Es fundamental juzgar la eclesiología que emerge de la Reforma Radical bajo estos criterios.

El apego a la misión de la Iglesia, el amor al pueblo, la fidelidad de conducta y conciencia de las enseñanzas de Jesús, y su transmisión a través del discipulado, son características valiosas y dignas de ser imitadas por nosotros en el siglo XXI.

Al analizar su eclesiología comparándola con nuestra estructura eclesial encontraremos en aquellos principios rasgos superadores a nuestra condición actual.

Nunca nada surge fuera de su contexto, por esta causa, sumaré dos notas más en las cuales pretendo hacer una breve síntesis de los acontecimientos contemporáneos a la Reforma Radical. Ellas nos ayudarán a entender el trasfondo histórico que permitió llegar a dichas convicciones.

Algunos historiadores ven en el cristianismo del siglo XXI mayores acentos de las ideas anabaptistas y radicales que de cualquier otra de la reforma. En un sentido es verdad, porque en sus esfuerzos por reestablecer el orden primitivo neotestamentario, estos movimientos radicales, sin las trabas políticas ni la sumisión social que ataron las manos de Lutero, Zwinglio y Calvino, de manera sencilla, hicieron a un lado ideas venerables y respetables sobre la base de que el Nuevo Testamento no las contiene específicamente.

Sin embargo, los radicales y anabautistas fueron los grupos religiosos más odiados en el continente europeo en el siglo XVI. Católicos romanos y protestantes los persiguieron por igual.

El luteranismo entendía que su relación directa con el Estado le proporcionaba un halo de seguridad y posibilitaba su desarrollo, razón por la cual entendía que los radicales atentaban contra el futuro de la Iglesia.

La reforma radical presenta un cuadro complejo de hombres sin inhibiciones que desarrollaron sus ideales en plena libertad. Algunos grupos se esforzaron por reproducir el cristianismo primitivo; otros, procuraban encontrar la presencia de Dios en el orden temporal, y también hubieron quienes trataron de traer el reino milenario a sus comarcas en sus días.

Más allá de desviaciones y tendencias erradas, que fueron por el mismo movimiento corregidas, sus contribuciones han sido variadas y significantes.

El anabaptismo procuraba la libertad religiosa de todas las personas, por ende, jamás se impuso; por su prédica buscaba la conversión genuina. Sus enseñanzas libertarias y el respeto por la libertad de conciencia de cada individuo fueron pilares, no pudieron ser destruidos y perduran hasta hoy como un faro.

Al comparar aquellos con nuestros días, encontraremos similitudes.

Bueno es no juzgar a los unos y a los otros sin tratar de entender las circunstancias históricas en las que les tocó vivir y obrar, cuáles fueron sus ejemplos y referencias, sus pensamientos y emociones. Todo es más fácil con el diario del lunes.

Consideremos nuestros días y su problemática bajo las verdades que emanan de la historia. Analicemos sus virtudes y fallas sabedores de que la Biblia nos alienta a desarrollar hazañas tomados de la mano de Jesús. Lo vivido por ellos será parte de nuestro camino y esto alcanza a nuestro futuro, que no es incierto, ya que Dios en la historia respondió en iguales circunstancias a sus hijos.

De todas maneras, tanto para los reformadores radicales y ortodoxos como para nosotros, aquellos errores, fracasos y pecados que hayamos cometido el Señor los restaura con su amor.

Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.”
Eclesiastés 3.15 (RV1960)

 

 

 

 

GHP PXG

Guillermo Prein
Pastor fundador del
Centro Cristiano Nueva Vida

 

 

 

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Categoria: Archivo Documental, Edición 13 | Eclesiología, entrega 13, TESTIMONIOS E HISTORIA

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