PARA EL SEÑOR QUE AMAMOS. Parte VIII. B

| 30 marzo, 2015

El compromiso de Ciudad del Cabo. Movimiento Lausana. 

Continuamos con la entrega del material publicado por el Movimiento de Lausana.

AMAMOS EL EVANGELIO DE DIOS
c. Amamos la seguridad que el evangelio brinda. Únicamente al poner nuestra confianza en Cristo solo, somos unidos con Cristo a través del Espíritu Santo y somos considerados justos en Cristo ante Dios. Siendo justificados por fe, tenemos paz con Dios y ya no enfrentamos la condenación. Recibimos el perdón de nuestros pecados. Nacemos de nuevo a una esperanza viva al compartir la vida resucitada de Cristo. Somos adoptados como coherederos con Cristo. Pasamos a ser ciudadanos del pueblo del pacto de Dios, miembros de la familia de Dios y lugar de morada de Dios. Así que, al confiar en Cristo, tenemos plena seguridad de la salvación y la vida eterna, ya que nuestra salvación depende, en última instancia, no de nosotros mismos, sino de la obra de Cristo y la promesa de Dios. “Ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.37
¡Cómo amamos la promesa del evangelio!

d. Amamos la transformación que el evangelio produce. El evangelio es el poder de Dios que transforma las vidas, que está obrando en el mundo. “Es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”.38

La fe sola es el medio a través del cual se reciben las bendiciones y la seguridad del evangelio. Sin embargo, la fe salvadora nunca permanece sola, sino que se demuestra necesariamente en la obediencia. La obediencia cristiana es “la fe que obra por el amor”.39

No somos salvados por buenas obras sino, habiendo sido salvados sólo por gracia, somos “creados en Cristo Jesús para buenas obras”.40 “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.41 Pablo veía la transformación ética que produce el evangelio como obra de la gracia de Dios, la gracia que logró nuestra salvación en la primera venida de Cristo, y la gracia que nos enseña a vivir éticamente a la luz de su segunda venida.42

Para Pablo, “obedecer al evangelio” significaba tanto confiar en la gracia como, luego, ser enseñado por la gracia.43 La meta misional de Pablo era lograr la “obediencia a la fe” entre todas las naciones.44 Este lenguaje, muy asociado al pacto, evoca a Abraham. Abraham creyó la promesa de Dios, lo cual le fue acreditado como justicia, y luego obedeció el mandamiento de Dios en demostración de su fe. “Por la fe Abraham […] obedeció”.45

El arrepentimiento y la fe en Jesucristo son los primeros actos de obediencia que exige el evangelio; la obediencia continua a los mandamientos de Dios es la forma de vida hecha posible por la fe del evangelio, a través del Espíritu Santo que nos santifica.46

La obediencia, por lo tanto, es la evidencia viva de la fe salvadora y el fruto vivo de ella.

La obediencia es, también, la prueba de nuestro amor por Jesús. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”.47

“En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos”.48 ¡Cómo amamos el poder del evangelio!

37 Romanos 4; Filipenses 3:1-11; Romanos 5:1-2; 8:1-4; Efesios 1:3-14; Colosenses 1:13-14; 1 Pedro 1:3; Gálatas 3:26–4:7; Efesios 2:19-22; Juan 20:30-31; 1 Juan 5:12-13; Romanos 8:31-39
38 Romanos 1:16
39 Gálatas 5:6
40 Efesios 2:10
41 Santiago 2:17
42 Tito 2:11-14
43 Romanos 15:18-19; 16:19; 2 Corintios 9:13
44 Romanos 1:5; 16:26
45 Génesis 15:6; Hebreos 11:8; Génesis 22:15-18; Santiago 2:20-24
46 Romanos 8:4
47 Juan 14:21

 

lausana cape town

MOVIMIENTO LAUSANA
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo
1era de Corintios 5.19
www.lausanne.org/es/

 

 

 

 

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Categoria: Edición 14 | Ser Iglesia aquí, hoy, entrega 5, Evangelismo

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