LA IGLESIA EXTRAMUROS | PARTE 3

| 6 abril, 2015

PROFUNDO COMPROMISO SOCIAL.

Tercero de los cuatro pasos realizados por la iglesia primitiva que llevaron al proceso de transformación social fundado en el amor.

La embrionaria iglesia dio un valor fundamental a la ayuda de los más necesitados, al auxilio de los pobres, las viudas y los huérfanos y máxime cuando estos pertenecían a la familia de la fe. Dice muy claramente la Palabra:

Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían. Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús. La gracia de Dios se derramaba abundantemente sobre todos ellos, pues no había ningún necesitado en la comunidad. Quienes poseían casas o terrenos los vendían, llevaban el dinero de las ventas y lo entregaban a los apóstoles para que se distribuyera a cada uno según su necesidad. José, un levita natural de Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que significa: Consolador), vendió un terreno que poseía, llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.

Hechos 4:32-37 RV1960

Ahora bien esta comunidad de bienes, no era compulsiva, ni obligatoria, los creyentes daban de lo suyo voluntariamente, simplemente por el amor que había en su comunidad. Dice Ernesto Trenchard: “El Espíritu dio en abundancia su primer fruto de amor (ágape), que durante esta época de plenitud, anuló el egoísmo, que es el principio contrario…” (1)

Esto produjo que no haya entre los cristianos ningún necesitado que tuviera prescindencia de las cosas necesarias, estas actitud de amor dentro de la comunidad de fe, despertó muy atractivamente la atención de los paganos, muchos de los cuales carecían de los elementos más esenciales. Ahora, si nos detenemos un instante, veremos que el objetivo de la entrega era la satisfacción de las necesidades de los pobres, no el enriquecimiento eclesial ni burocrático de la estructura apostólica, que por cierto no la tenían.

Quizás, para entender más adecuadamente lo que nos dice el libro de los Hechos, debamos acudir a dos comentaristas bíblicos de prestigio:

La comunidad llena del Espíritu exhibió una notable unanimidad, que se expresaba hasta en la actitud hacia la propiedad privada….Los apóstoles, como dirigentes de la comunidad, recibían las ofrendas de buena voluntad que se les traía… Mientras hacían esto el poder de Dios demostrado con obras poderosas acompañaba la predicación de los apóstoles. (2)

He aquí un cuadro elocuente de la extraordinaria unidad de la comunidad cristiana primitiva. Los creyentes dan forma a una comunidad que es de un corazón y de una mente… Nadie en la comunidad alegaba ser dueño de sus posesiones; el término ninguno subraya la unidad prevaleciente en la iglesia de Jerusalén… Los apóstoles recomiendan el partir voluntariamente las posesiones, no la abolición del derecho de propiedad. (3)

No podemos dejar de reconocer las dificultades no solamente culturales, sino económicas, que esta comunidad de bienes y ayuda al necesitado a partir del desprendimiento voluntario y en amor, puede ocasionar para la mentalidad liberal y globalizada actual. Sin embargo, creo que debemos asumir, como hijos de Dios, nuestro compromiso ineludible de ayudar a los que más necesitan y, fundamentalmente, a los de la fe. Porque claramente dice Juan:

Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano tener necesidad y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

1era de Juan. 3:17-18 RV1960

Quizás valga la pena recordar que nuestra misión debe ser completa, está dirigida a la integralidad del hombre, a “toda” la persona y esto impone atender a cada una de las necesidades humana. Las necesidades importantes (la salvación, perdón, regeneración) y las necesidades sentidas (aquellas que le afligen cotidianamente), que en todos los casos Jesús solucionó antes de anunciarles el Evangelio. De hecho en la comisión de los doce y de los setenta, la instrucción del Maestro es ir, bendecir a todos, comer lo que les pongan delante (entablar vínculo), sanar a los enfermos y finalmente decirles el Reino se ha acercado. Repito: finalmente.

Debemos redescubrir el concepto de integralidad de la persona que yace en la Palabra, la concepción judeo-cristiana. Lamentablemente, hemos incorporado a nuestra teología el concepto griego y pensamos que el hombre es un compartimiento estanco compuesto por espíritu, alma y cuerpo. Dios enseña otra cosa, somos una compleja unidad multidimensional, lo que hacemos con nuestro cuerpo repercute en nuestra alma y espíritu, y viceversa.

Jesús, predicó las Buenas Nuevas, pero también dio de comer al hambriento, sanó al enfermo, libertó al endemoniado, reprendió al hipócrita, calmó la tempestad, exhortó al de poco ánimo y resucitó al muerto. A esto estamos llamados. “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15 RV1960).

  • Ernesto Trenchard, “Los hechos de los spóstoles”, Portavoz, USA 1993, pp. 153
  • F. Bruce, Hechos de los apóstoles”, Grand Rapids, USA 1998, pp. 122
  • Simon Kistemaker, “Comentario al Nuevo Testamento – Hechos”, Libros Desafío, USA 1996, pp. 185-186.

 

 

Pablo Marzilli

Pablo Marzilli
Pastor de la Iglesia Bautista Vida y Restauración de Ramos Mejía, Buenos Aires
Licenciado en Ministerio por el  Seminario Internacional Teológico Bautista
Abogado (Universidad de Buenos Aires)
Máster en Sociología (Universidad Católica Argentina)
Candidato a Doctor en Sociología (Universidad Católica Argentina)

 

 

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 14 | Ser Iglesia aquí, hoy, entrega 6, Teología

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