REFLEXIONES SOBRE LA PRESENTE ESCASEZ DE COMESTIBLES

| 20 julio, 2015

El reconocido predicador editó este artículo el 20 de enero de 1773, analizar su postura y la inclusión de los problemas sociales en el mensaje, nos debe llevar a nosotros a una reflexión importante para nuestro ministerio actual y los énfasis que probablemente les falten a nuestra predicación.

Muchas cosas se publicaron en los últimos tiempos por personas experimentadas y reflexivas acerca de la presente escasez de comestibles y de las diversas causas que la provocan. ¿Pero acaso no puede advertirse que hay algo ausente en la mayoría de estas publicaciones? Un autor insiste en atribuirlo a una causa, otro a una o dos más. ¿Pero quien da cuenta de todas las causas que manifiestamente concurren a producir este triste efecto? ¿Y al mismo tiempo señalando cómo cada causa particular afecta al precio de cada tipo particular de alimento? De buena gana ofrecería unas pequeñas insinuaciones sobre este importante asunto a personas sinceras y bien intencionadas, proponiendo unas pocas preguntas y junto a ellas unas respuestas simples y directas.

  1. Pregunto, primero, ¿por qué miles de personas están hambrientas, pereciendo de necesidad en cada lugar de la nación?

Lo que conozco, lo he visto con mis propios ojos, en cada rincón del país. He conocido a gente que sólo podía comer una comida ordinaria día por medio. Conocí a una persona en Londres (que pocos años antes tenía todas las comodidades para vivir) que recogía sobras de un basurero maloliente, llevándolas a casa para sí misma y sus hijos. Conocí a otra que recogía de la calle los huesos abandonados por los perros, para hacer sopa y poder prolongar una vida desgraciada. Escuché a un tercero declarar sin reparos: «¡En verdad estaba tan flojo y débil que difícilmente podía caminar, hasta que mi perro, no encontrando nada en casa, salió y trajo un montón de huesos. Se los saqué de la boca y preparé una comida!» ¡Tal es el caso a esta fecha de multitud de gente en una tierra que mana leche y miel, con abundancia de todas las cosas: las necesarias, las cómodas y las superfluas para vivir! ¿Ahora bien, por qué es esto así? ¿Por qué toda esta gente no tiene nada que comer? Porque no tienen nada que hacer. La sencilla razón de por qué no tienen comida es porque no tienen trabajo.

  1. ¿Pero por qué no tienen trabajo? ¿Por qué hay tantos miles de personas en Londres, en Bristol, en Norwick, en cada condado, desde un confín al otro de Inglaterra totalmente carentes de empleo?

Porque las personas que acostumbraban a emplearlas ya no tienen los medios para hacerlo. Muchos que antes empleaban cincuenta, ahora escasamente emplean diez; los que empleaban veinte, ahora emplean uno o ninguno. No lo pueden hacer porque no tienen salida para sus productos.

  1. ¿Pero por qué el alimento es tan caro?

Yendo directo al caso: ¿por qué el pan de trigo tiene un precio tan elevado? Dejando de lado causas parciales (que en verdad, juntándolas todas, importan poco más que una mosca posada sobre la rueda), la gran causa es por la inmensa cantidad de grano continuamente consumida para destilar alcohol. Por cierto, un importante destilador cerca de Londres, escuchando esto, repuso acaloradamente: «¡No, si mi socio y yo generalmente destilamos apenas trece toneladas por semana!» Acaso sea sí. Pero supongamos que en la ciudad y alrededores haya unos veinticinco destiladores que sólo consuman la misma cantidad: tendríamos así unas trescientas diecisiete toneladas por semana. ¡¡Esto es alrededor de dieciséis mil quinientas toneladas al año consumidas sólo alrededor de Londres en un año!!

Agreguemos los destiladores en toda Inglaterra, y tendremos razón para creer que no sólo un treinta o un veinte por ciento sino poco menos de la mitad del trigo en el reino es consumido cada año, no de manera tan inocua como arrojarlo al mar, sino para convertirlo en un veneno ponzoñoso; veneno que naturalmente destruye no sólo la fuerza y la vida, sino también la moral de nuestros compatriotas. Puede objetarse que «Esto no puede ser. Conocemos cuánto grano es destilado por los impuestos que se pagan.

Por lo tanto, resulta que escasamente se destilan unas tres mil ochocientas toneladas al año en todo el Reino.» ¿Conocemos en verdad cuánto grano se destila por los impuestos que se pagan? ¿Es incuestionable que se paga el total de impuestos por todo el grano que se destila, sin tener en cuenta la multitud de destiladores privados que absolutamente no pagan tributo? Yo mismo escuché al empleado de un importante destilador aseverar ocasionalmente que por cada galón destilado por el que paga impuesto, destila seis que no pagan nada. En efecto, escuché a los mismos destiladores afirmar «Debemos hacerlo así, o no podríamos vivir.» De lo que claramente se desprende que no podemos juzgar la cantidad de grano que se destila por el tributo que se paga. «Sin embargo, lo pagado produce un importante rédito al Rey.» ¿Eso paga por la vida de sus súbditos? ¿Su Majestad vendería anualmente unos cien mil súbditos a Argelia por cuatrocientas mil libras? Seguramente no. ¿Entonces los venderá por esa suma para ser cruelmente muertos por sus propios compatriotas? «Pero de otra manera los cerdos para la Marina no podrían alimentarse.» ¡No, a menos que sean alimentados con carne humana! ¡No, a menos que se les engorde con sangre humana! ¡Oh, que no digan en Constantinopla que los ingleses reúnen los réditos de la Corona mediante la venta de la carne y la sangre de sus compatriotas!

  1. ¿Pero por qué está tan cara la avena?

Porque, redondeando, hay cuatro veces más caballos destinados a los carruajes y volantas particulares que lo que había pocos años atrás. Por tanto, a menos que la avena que se cultive

ahora sea cuatro veces la que se cultivó antes, no puede estar al mismo precio. Si sólo se produjera dos veces más (lo cual quizás esté más cerca de la realidad), el precio naturalmente sería el doble de lo que fue. Como la carestía del grano de un tipo siempre eleva el precio de otro, por tanto lo que provoca la carestía del trigo y la avena también eleva el precio de la cebada. Para explicar la carestía de ésta, sólo necesitamos recordar lo que se ha observado arriba, aunque algunas causa particulares puedan confluir para producir el mismo efecto.

  1. ¿Por qué la carne de res y de cordero están tan caras?

Porque muchos agricultores que, en particular en los condados norteños, usualmente criaban gran número de ovejas, o ganado vacuno, y frecuentemente ambos, ahora no crían nada. No se hacen más problemas con ovejas, vacas o toros, en tanto pueden volcar su tierra hacia un mejor resultado para la cría de caballos solamente. Tal es la demanda, no sólo para carrozas y volantas, que se compran y destruyen en cantidad increíble, sino también de caballos amaestrados que anualmente se exportan por cientos y miles a Francia.

  1. ¿Por qué son tan caros el cerdo, las aves y los huevos?

Por la monopolización de las granjas, acaso el monopolio más dañino jamás introducido en estos reinos. La tierra que algunos años atrás estaba dividida entre diez o veinte pequeños granjeros y que les posibilitaba proveer con comodidad para sus familias, ahora es acaparada por un importante y único granjero. Uno cultiva una finca de doscientas hectáreas al año que anteriormente mantenía a diez o veinte.

Cada uno de estos pequeños agricultores preservaba unos pocos cerdos, cierta cantidad de aves; y teniendo poco dinero, siempre estaba contento con enviar tocino, cerdo o aves y huevos al mercado. De aquí que los mercados estaban bien provistos; y la abundancia significaba precios módicos. Pero ahora, los grandes caballeros-granjeros están por encima de estas pequeñas cosas como para atenderlas. No crían aves ni cerdos, a menos que sea para su propio uso. En consecuencia no mandan nada al mercado. Por lo tanto, no es de extrañarse si dos o tres que viven cerca del mercado del pueblo e impiden el abastecimiento anterior, ocasionen tal escasez de estas cosas que el precio de las mismas se duplica o triplica respecto al de antes. De aquí que en el mismo pueblo donde los huevos (por mencionar un pequeño artículo), se vendían a seis u ocho por un penique, ahora se venden por cuatro peniques cada uno.

Otra causa por qué son tan caros no sólo la carne, el cordero y el cerdo, sino toda clase de víveres, (la más terrible de todas y la más destructiva de la felicidad personal y social) es el lujo. ¿Qué se le puede oponer? ¿No derrochará y destruirá todo lo que la naturaleza y la técnica pueden producir? Si una persona habilidosa puede reducir tres docenas de lenguas de vaca para producir unos tres litros de caldo, y proporcionalmente así con otras cosas, ¿quién puede sorprenderse que disminuyan las provisiones? Sólo con mirar en la cocina de los importantes, de la nobleza, de la pequeña aristocracia, (y teniendo en cuenta que «el dedo del campesino sigue los talones del cortesano») cuando se observa el increíble derroche que allí ocurre casi sin excepción, ya no sorprenderá más la escasez y en consecuencia la carestía de las cosas que con tanta maña destruyen.

  1. ¿Pero por qué la tierra está tan cara?

Porque, por todas estas causas, los caballeros no pueden vivir como estaban acostumbrados a hacerlo sin incrementar su ingreso, lo que muchos no pueden lograr sino elevando sus rentas.

Entonces el granjero, al pagar una renta más alta por la tierra, debe ponerle un precio más elevado a lo que produce. Esto a su vez hace aumentar el precio de la tierra, y así la rueda sigue rodando.

  1. ¿Pero por qué es que no sólo las provisiones y la tierra están tan caras, sino casi todas las otras cosas también?

A causa de los enormes tributos, que se imponen sobre casi todo lo que se pueda nombrar. ¡No sólo se imponen enormes tributos sobre la tierra, el fuego y el agua, sino, que los ingeniosos estadistas en Inglaterra han encontrado la manera de imponer tributo sobre la luz misma! No obstante, permanece un elemento más que seguramente alguna persona de honor encontrará la manera de hacerlo tributable. ¿Por cuánto tiempo el aire que refresca el rostro de un caballero, mejor, el de un Lord, quedará sin tributar?

  1. ¿Pero por qué los impuestos son tan altos?

Por causa de la deuda pública. Deben ser así mientras esto continúe. He escuchado que setenta años atrás, en tiempos de paz, los gastos nacionales eran de tres millones de libras al año. ¡Pero ahora el simple interés de la deuda pública llega anualmente a cuatro millones! Para recaudar lo cual, y hacer frente a los otros gastos del gobierno, tales impuestos son absolutamente necesarios.

Para resumirlo todo: Miles de personas a lo largo del país perecen por necesidad de alimentos. Esto se debe a varias causas; pero sobre todo a la destilación, los impuestos y el lujo.

Aquí están el mal y sus causas innegables. ¿Pero dónde está el remedio?

Quizás ello exceda toda sabiduría; mas no estaría fuera de lugar ofrecer algunas sugerencias sobre el tema.

  1. ¿Qué remedio hay para este doloroso mal?

¡Muchos miles de gente pobre están muriéndose de hambre! Encuéntrenle trabajo y hallarán comida. Entonces ganarán y comerán su propio pan.

  1. ¿Pero cómo les darán trabajo los amos sin arruinarse a sí mismos?

Logren salida para lo producido y los amos les darán tanto trabajo como puedan. Esto se logrará haciendo descender los precios de los comestibles. La gente entonces tendría dinero para comprar otras cosas también.

  1. ¿Pero cómo puede reducirse el precio del trigo y la cebada?

Mediante la completa prohibición y poniéndole punto final a esa ruina de la salud, a ese destructor de las fuerzas, de la vida y de la virtud que es la destilación. Quizás sólo con esto sea suficiente para responder a toda la situación. No es improbable que rápidamente se reduzca el precio del grano al menos en un tercio. Si algo más fuera requerido, ¿no podría todo el almidón hacerse de arroz y estimularse la importación de éste como la de trigo?

  1. ¿Cómo puede reducirse el precio de la avena?

Reduciendo el número de caballos. Esto se podrá hacer efectivo, sin afectar la actividad del labrador, del cochero, de cualquiera que tenga caballos para las tareas comunes.

  • Imponiendo un tributo de diez libras por cada caballo exportado a Francia, para lo cual (a pesar de un ingenioso párrafo en una reciente publicación) hay mayor demanda que nunca. (
  • Por la imposición de un tributo adicional por los carruajes de los caballeros. No tanto sobre cada rueda (descarada y desvergonzada parcialidad) sino cinco libras anuales por cada caballo. Estos dos impuestos solamente, ¿no aportarían tanto como ahora se paga por el permiso para envenenar a los vasallos de Su Majestad?
  1. ¿Cómo puede reducirse el precio de la carne vacuna y la del cordero?

Mediante el incremento de la crianza de ovejas y de ganado vacuno. Esta pronto se incrementaría siete veces si el precio de los caballos se redujera al menos una cuarta parte, lo que seguramente se alcanzaría con los métodos arriba expuestos.

  1. ¿Cómo puede reducirse el precio del cerdo y de las aves?

Que alguna vez se logre, es otra historia. Pero puede hacerse:

(1) No teniendo granjas superiores a cien libras anuales;

(2) Reprimiendo el lujo; sea por ley, por ejemplo o por ambos. Casi digo por la gracia de Dios, pero mencionarla sería estar fuera de moda.

  1. ¿Cómo puede reducirse el precio de la tierra?

Por todos los métodos arriba mencionados, en tanto cada uno tiende a disminuir los gastos para manutención de la casa: especialmente lo último, restringiendo el lujo, el cual es la fuente más grande y generalizada de la escasez.

  1. ¿Cómo pueden reducirse los impuestos?

(1) Desprendiéndose de la mitad de la deuda pública y ahorrando así, por este único medio, más de dos millones de libras al año.

(2) Anulando toda pensión inútil, tan pronto como mueren quienes la gozan: especialmente aquellas pensiones ridículas que son otorgadas a centenares de personas inútiles, como los administradores de fuertes y castillos; fuertes que han sido inútiles por más de cien años, excepto para albergar grajos y cuervos.

Si el precio de los caballos se redujera, ¿no podría ahorrarse buena parte de un millón más bajo este mismo concepto? ¿Pero alguna vez será llevado a cabo? Temo que no.

Al menos no tenemos razón para esperarlo a la brevedad.

Pues, ¿qué bien podemos esperar (suponiendo que las Escrituras sean veraces) de una nación como ésta, donde no existe temor de Dios, donde hay un profundo, reconocido y completo desprecio por toda religión como jamás he visto, ni oído o leído de ninguna otra nación, sea cristiana, islámica o pagana? Pareciera como que Dios debiera surgir de inmediato para defender su propia causa. Mas si así fuera, caigamos en las manos de Dios y no en las manos de los seres humanos.

Nota de la redacción: Es notable que Wesley edita este artículo 3 años antes que saliera a luz la obra de Adam Smith “La Riqueza de las naciones”. Ambos enfoques, diametralmente opuestos en relación al rol del Estado en la economía, encarnan lo que hasta hoy en día se presentan como los dos modelos económicos: uno ellos, el de Smith que hoy enarbola el neoliberalismo a ultranza, para el cual el mercado se debe regular solo a través de la oferta y la demanda y en la que el Estado no debe intervenir ni controlar ninguna variable. Para esta visión el factor humano es un dato inexistente. La otra, la de Wesley que en realidad está basa en el primitivo mercantilismo proteccionista, el Estado juega un rol primordial en la economía, es el que debe regular y controlar para evitar que los precios se disparen y los monopolios se hagan de enormes ganancias mientras las masas populares no son partícipes del flujo de dinero que hay en circulación. Es una mirada de defensa de lo nacional, una economía que mira a la economía en función de su rol social.

 

 

wesley

Juan Wesley
Fundador de la Iglesia Metodista

 

 

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que, fiel a sus principios, no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.

Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.

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Categoria: Economía, Edición 16 | Nuestro mensaje, entrega 3, SOCIEDAD

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