SOLIDARIDAD DE DOS BORRACHOS

| 25 agosto, 2015

Dos borrachos (¿o fue uno?) me iluminan la interpretación de un texto difícil, y el significado de la Cruz.

Un texto que me ha perseguido es 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, [Dios] lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él”[1]  

Por muchos años (y todavía, a veces), este importante texto me quitaba el sueño. ¿Qué significa “hacer pecado” a alguien? ¿Es igual que “hacerlo pecador” o “hacerle pecar”? (¡Dios guarde!) ¿Cómo lo hizo Dios a Cristo? ¿Como se puede hacer eso a alguien totalmente inocente, como señala el texto? ¿No sería una pretensión ficticia? Si Dios hizo eso a su Hijo en la cruz, ¿cómo se lo hizo y cómo pudo eso, de alguna manera, convertirnos en “justicia de Dios” a nosotros, que somos pecadores injustos?

Además, ¿de qué clase de justicia puede ser el tratar como culpable a una persona totalmente inocente? ¿Tramó Dios la muerte de su propio hijo? Entonces, ¿qué clase de padre sería? Por otra parte, es urgente entender esto bien porque la Cruz y la Resurrección pertenecen a la esencia del evangelio mismo (1Cor 15:1-4).

En cierto momento me sentía preparado para predicar sobre este texto, y para mi próximo sermón en el Templo Bíblico anuncié el texto y el título: “II Corintios 5:21: Cristo fue hecho pecado por nosotros”. Estudié toda la semana, consulté los comentarios y diccionarios bíblicos, y me metí en los escritos de Lutero y Calvino. Pero cada día me sentía más confundido ante “el misterio de la Cruz”. Decidí predicar otro sermón sobre otro texto parecido.

El sábado en la noche iba en mi motocicleta para mi casa cuando, frente a la Universidad de Costa Rica, vi dos borrachos que caminaban tambaleando por la acera. Solo logré ver que caminaban abrazados y que uno era mayor que el otro. Al seguir mi camino, me preguntaba si serían dos compañeros de tragos, igualmente ebrios, o si sería un padre que andaba abrazado con su hijo ebrio, o al revés, un hijo que rescataba a su padre borracho. No hubo como saberlo, pues andaban tambaleando juntos, fundidos y confundidos en el abrazo que los unía. Una común ebriedad parecía cubrirlos como si fueran una sola persona.

Esa escena instantánea fue para mí un momento de iluminación. Jesús andaba tan cerca de nosotros los pecadores, y nos abrazaba tan fuertemente, que se dejó “confundir” con nosotros y nuestro pecado. Sin pecar, se solidarizó con nuestro pecado y lo asumió como suyo propio. Andaba tanto con la “mala gente”, tan cerca de pecadores, que la “buena gente” lo tenía por “mala gente”.

La mañana siguiente prediqué sobre 2 Cor 5:21 y concluí el sermón con la historia de los dos borrachos. ¿O fue un solo borracho?

[1] Traducción literal. La NVI resuelve un poco el problema, traduciendo “fue hecho” con “lo trató como pecado”, pero el verbo epoiêsen significa más que eso.

 

 

Juan stam nueva

Juan Stam
Misionero en Costa Rica por más de 45 años.
Doctor en Teología por la Universidad de Basilea, Suiza.
Profesor, por muchos años, del Seminario Bíblico Latinoamericano.
Escritor, autor de varios libros y artículos.

 

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 16 | Nuestro mensaje, entrega 8, Teología

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