LOS DESCORAZONADOS

| 8 agosto, 2016

La obra del Espíritu Santo en la disociación estructural del ser humano: fluctuación entre la apariencia y la realidad. La lealtad en el tratamiento sicológico.

Hace algún tiempo, conversando con un pastor amigo me contó que estando él charlando con un grupo de gente en un lugar público, se le acercó una mujer y le dijo: “perdón Pastor, he escuchado su conversación y quiero decirle que me han hecho muy bien sus palabras, me sentí muy identificada y encontré gran ayuda en ellas. Estuve buscando ayuda con algunos pastores y no he encontrado lo que hoy encontré al oírlo. ¿Sabe qué?: Usted no parece pastor.”

¿Cuál es la moraleja?

NO TODO ES LO QUE PARECE, muchas veces lo que parece, NO ES y lo que no parece ES.

Me gusta imaginarme algunas respuestas de algunos de los protagonistas en los relatos bíblicos, aquellas que no se encuentran en forma explícita en el escrito. Por ejemplo con respecto a este tema, me llama la atención la charla entre Dios y Caín referente a la ofrenda que encontramos en el capítulo 4 de Génesis.

Evidentemente no le cayó muy bien a Caín que Dios mirara y aceptara con agrado la ofrenda de Abel y mirara con desagrado, no aceptando, su ofrenda. Su cara debe haber demostrado ampliamente su desilusión. Ante ello, Dios le preguntó: ¿por qué estás así? Supongo que Caín pensó: ¿no querías ofrenda?, te traigo la mía y no te agrada, te gusta más la carne que las verduras, recibís la de Abel y no la mía…
Dios con mucha paciencia y amor le enseña: ¿crees que yo no veo tu actitud? ¿con un ritual piensas que me puedes complacer? Caín, estoy mirando tu corazón, si con él hubieses realizado tu rito, como tu hermano Abel te habría enaltecido.

Allí comenzamos a comprender uno de los grandes principios del proceder de Dios: Él no mira como lo hacen los hombres, no se deja llevar por las apariencias ni el parecer. Dios pesa los corazones.
Fue desde aquella caída en el huerto del Edén, cuando perdimos nuestra posición ante Dios, escondiéndonos de su presencia, que sigue resonando en nuestros oídos la divina pregunta: ¿dónde estás tú?

Jesucristo, nos hizo renacer y nos dio una nueva vida juntamente con Él. Sin embargo, por inspiración satánica, los humanos hemos desarrollado una estrategia que rechaza el plan de redención y pretende subsanar el problema por medio de apariencias y justificaciones. La RELIGIOSIDAD es el mecanismo de defensa más absurdo con el que presumidos hombres necios creen que pueden engañar a Dios.

NO NOS ENGAÑEMOS, DIOS NO PUEDE SER BURLADO.
Con fuertes y contundentes palabras, el Señor se dirigió a los escribas y fariseos, maestros en el arte de la simulación: “Este pueblo de labios me honra, más su corazón es lejos de mi. Pues en vano me honran, enseñando cómo doctrina mandamientos de hombres.” (Marcos 7.6)
Es maravillosa la respuesta de Jesús a Nicodemo, quien con una actitud humilde procuraba entender: Es necesario nacer de nuevo, porque lo que nace de la carne, carne es, más lo que nace del Espíritu, Espíritu es.

Palabras demoledoras: muchachos no hay parche posible. No se puede arreglar la carne. No se pone vino nuevo en odres viejos, ni parche nuevo en vestido viejo.

¿Capichiiii? ¡¡¡HAY QUE NACER DE NUEVO!!!

Aunque va en contra de mis intereses personales, tengo que ser leal a mis convicciones y a mi corazón y decir lo siguiente: esta disociación estructural del ser humano, esta condición de fluctuación entre la apariencia y la realidad, esta situación de insatisfacción constante que lo lleva a auto engañarse, es lo que nos asegura el trabajo a nosotros los psicólogos, quienes de alguna manera tratamos de ayudar a la gente a aceptar la realidad confrontándola con la verdad de una manera que no le resulte traumática sino que produzca algún placer personal que permita recuperar la autoestima.

Mi viejo decía: la verdad de la milanesa es que no hay cambio sustancial posible, no hay transformación posible si no nacemos de nuevo.

En este sentido el tratamiento sicológico bien utilizado entre cristianos, debería ser a la manera de LA LEY –como ayo que nos lleva a Cristo–, el evidenciar mucho más la naturaleza de la carne y cambiar la culpa y la ansiedad por la aceptación madura de la imposibilidad de cambiar por nuestros propios medios, acercando a las personas a los amorosos brazos de Jesús, quien nos recibe, perdona y transforma haciendo renacer nuestra vida a una maravillosa vida en el Espíritu y esto por pura gracia y por el puro afecto de su voluntad.

Lo tomamos o lo dejamos…

Mi consejo como psicólogo que conoció ya graduado es: No te pierdas esta maravillosa vida en Cristo Jesús, pues con ella te convertirás en un instrumento poderoso para salud de muchos en Su nombre.

Tantas veces el Espíritu Santo me ha revelado en un instante lo que me hubiese llevado años de análisis o terapia descubrir y es maravilloso ver la libertad que esto trae en la vida de las personas.
Nos toca a nuestra generación vivir tiempos muy difíciles en cuanto a la caída de los valores y el crecimiento de la maldad, pero quiero alentarte con este texto Deuteronomio 4:29:
“Más si desde allí buscares a Jehová, tú Dios, lo hallarás si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.”

NO SOMOS DE LOS QUE PARECEMOS
SINO DE AQUELLOS QUE REALMENTE SON HIJOS DE DIOS

 

 

Ricardo-Dening

Ricardo Dening
Pastor principal del Centro de Vida El Salvador -Palermo- Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular.
Estudio Teológico: Egresado del Instituto Río de la Plata
Licenciado en Psicología, especialidad clínica – Univ. Del Salvador

 

 

 

 

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Categoria: Edición 17 | Lealtades, entrega 6, PASTORAL, Vida Pastoral

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