LA REFORMA, LA CONTRAREFORMA Y SUS MÚSICAS #2

| 19 marzo, 2018

 

La Reforma luterana, y su liturgia

Nacido hacia 1483 en Eisleben, en Turingia, Martín Lutero habría podido beneficiarse de una vida apacible, dividida entre la vida monástica (entra en la Orden de los Agustinos en 1505) y la carrera universitaria. Pero no habría de ser así. Quizá su estancia en Roma en 1510 está en el origen de todas sus dudas sobre la Iglesia Católica, su concepto de la fe y su conducta, porque se imponía ante el mundo como un poder político e incluso financiero. Todo el movimiento reformador parte de la Universidad de Wittenberg, fundada a comienzos del siglo XVI por el Elector de Sajonia, Federico el Sabio, en la que Lutero es profesor. No está solo: a él se han sumado algunos de sus colegas que a continuación jugarán un papel importante en la difusión de la Reforma, entre ellos Philipp Melanchton y Georg Burckardt, llamado Spalatino, consejero de Federico el Sabio.

Lutero ataca a la Iglesia desde diferentes puntos de vista; ante todo por una reflexión sobre las bases mismas de la fe cristiana, sobre la vuelta a las fuentes esenciales que son las sagradas Escrituras, desembarazadas de todas las interpretaciones acumuladas a lo largo de los siglos. Pero lo que sin duda ha provocado la mayor hostilidad por parte de las autoridades de la Iglesia es la lucha que Lutero emprende contra su poder; el punto de partida es su ataque virulento contra el sistema de las indulgencias. Entre los ejemplos más discutibles de estas atribuciones de indulgencias están la promulgada por Julio II en 1506 y que Leon X renueva en 1515, concedidas a quienes ayudaran a la reconstrucción de la basílica de San Pedro de Roma. Lutero, testigo de estas prácticas y de muchas otras actuaciones similares constatadas en Alemania, reacciona violentamente, y la publicación en 1517 de las Noventa y cinco Tesis (Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum) es el comienzo de sus numerosos escritos polémicos. Las reacciones de Roma no se hacen esperar, y en 1520 Lutero es amenazado de excomunión. Consciente de que sus ideas encuentran un eco político favorable, dirige un nuevo escrito A la nobleza cristiana de la nación alemana sobre la reforma del Estado cristiano. Es excomulgado. En la Dieta de Worms, reunida a demandas de Carlos V en 1521, Lutero se reafirma en sus posiciones. Conforme a sus convicciones, contrae matrimonio en 1525 y continúa su acción sin descanso hasta su muerte en 1546.

Cuando la Dieta de Augsburgo se reúne en 1555, una parte del combate de Lutero ha alcanzado su meta; la paz de Augsburgo acepta esta separación de la Alemania religiosa (y política) y el Imperio. En síntesis, Renania y Baviera continúan siendo católicas, mientas el resto de Alemania se ha convertido al protestantismo. Pero es sabido que esta división no es tan arbitraria; así, entre las situaciones más sorprendentes se encuentra la de Dresde, cuya corte es católica mientras que las iglesias de la ciudad son luteranas. Mientras tanto, las ideas y la doctrina de Lutero se han abierto camino en Europa. Pero él no es el único responsable de estos movimientos ideológicos y espirituales: Zwinglio en Zurich, Calvino en Francia y Ginebra, Bucer en Estrasburgo, por no citar sino a los más importantes, han desarrollado sus propias visiones de las reformas de la expresión de la fe cristiana. Al igual que Lutero, todos ellos han combatido con energía en defensa de sus posiciones, desencadenando en torno a ellos, y unos frente a otros, debates apasionados, hostilidades ciegas, condenas injustas. La historia de la Reforma asocia los fundamentos de estas reflexiones con las numerosas respuestas a menudo guiadas por imperativos nacionales y políticos.

 

La liturgia luterana

Evidentemente, nuestro principal interés, en el marco de esta publicación, es el impacto de estos movimientos espirituales en la creación musical y el lugar de la música en el culto. La liturgia luterana se basa en los escritos del Antiguo y el Nuevo Testamentos. Algunos textos, por cierto, son generalmente excluidos por los protestantes, principalmente aquellos considerados apócrifos (Eclesiástico, Tobías, Sabiduría,… ). Entre los del Antiguo Testamento, el Libro de los Salmos, que fue abundantemente comentado por Lutero, es de una importancia capital. También debe subrayarse que la liturgia protestante rechaza todo culto vinculado a la personalidad de los santos. En cuanto al culto mariano, está igualmente excluido de la liturgia, lo que no impide evidentemente el reconocimiento de la persona de la Virgen María como madre de Jesús pero no como eventual intercesora ante Dios. En el terreno musical ello tendrá como consecuencia directa la exclusión de todos los textos que han sido ilustrados con tanta ternura y emoción por los compositores católicos. Un bello ejemplo de este rechazo es el del descubrimiento que J. S. Bach hace, al final de su vida, del Stabat Mater de Pergolesi; no pudiendo privarse de esta música, reemplaza el texto por el del Salmo 51, Tilge Höchster meine Sünden (o sea el Miserere). Un siglo antes Franz Tunder había hecho lo mismo colocando el texto Salve mi Jesu sobre la música del motete Salve Regina a voce sola de Giovanni Rovetta. Pese a todo, el año litúrgico conserva cierta fiestas vinculadas a la Vigen María: la Purificación (o presentación en el templo, celebrada entre otras por la cantata Ich habe genug BWV 82 de J. S. Bach), la Visitación y la Anunciación, sin contar, evidentemente, Navidad en la que el nombre de la Virgen María aparece frecuentemente.

Si el alemán se convierte en la lengua principal de la liturgia, el latín no desaparece, sin embargo. Lutero, por otra parte, no había deseado su desaparición, por considerarla aún como la lengua del saber. Esa es la razón por la que había redactado un gran catecismo en latín para los eclesiásticos y las personas instruidas, y un pequeño catecismo en alemán para el pueblo. En las grandes ciudades, Lutero preconizaba un uso todavía importante del latín (incluso para las lecturas que podían hacerse en latín y/o en alemán). Lo mismo sucede con las partes del ordinario que continúan en la liturgia luterana (Kyrie, Gloria, Sanctus y Agnus Dei).

Los compositores van pues a seguir componiendo, para ciertas ocasiones, músicas sobre los textos del ordinario, sea en alemán, sea en latín. Es por ejemplo el caso de Friedrich Wilhelm Zachow, el maestro de Händel, que escribió una Missa brevis sobre el tema del coral de Pascua Christ lang in Todesbanden. J. S. Bach, además de la imponente Misa en si menor enviada en parte al Elector de Sajonia esperando obtener un título de “compositor real”, escribirá también algunas Missa brevis (Kyrie, Gloria). En el ámbito de los sacramentos, sólo permanecen en la liturgia los del bautismo, la confesión y la comunión (bajo las dos especies). Si la extrema unción desaparece, el oficio de difuntos continúa presente, pero organizado como un oficio ordinario, que no comporta los textos típicos del Réquiem católico. Cuando Bach publica la tercera parte de su Clavierübung, son los fundamentos de la religión luterana los ilustrados entre el monumental Preludio y la grandiosa Fuga: la Ley, la Fe y la Oración por una parte, y los tres sacramentos por otra (Bautismo, Confesión y Comunión).

La parte central del oficio luterano es la predicación, que está encuadrada por las dos “Músicas”, a saber lo que se va a denominar bajo el término genérico de “Cantata”. Es este lugar de la cantata en la organización del oficio lo que explica que algunas de ellas estén divididas en dos partes.

*El título no corresponde al libro original de donde se extrajo el material, sino que oficia de organizador de una serie de textos que publicaremos haciendo foco en el arte.

El título original de la obra de este gran musicólogo francés es Reforma y Contrarreforma: Un viaje musical por el Renacimiento a través de las diferentes Reformas.

 

 

Jérôme Lejeune
Musicólogo francés, especializado en música antigua

 

 

 

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Categoria: Bibliografía, CULTURA, Edición 19 | CONVERSANDO LA REFORMA, entrega 7

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