UNA PASTORAL QUE RECONCILIE

Por una pastoral que nunca más lastime.

Violencias, humillaciones, maltratos de toda índole: Verbal, física, psicológica, simbólica y financiera. A lo largo de la historia, la lista de sufrimientos y calvarios que se sufrieron en algunas iglesias pueden ser inagotables.

Fueron niños y niñas, fueron adolescentes, fueron jóvenes; el sistema eclesiástico propiamente avalaba muchas cosas, junto con esa fortaleza institucional donde los poderosos movían los peones a su antojo. Detrás de cada peón, siempre había una familia: Una mujer, hijos, hijas. Había sueños. Y ese peón tenía corazón, emociones, ganas de crecer y aprender.

Siempre estuvieron los que miran hacia otro lado y son testigos y cómplices de seguir de brazos cruzados perpetuando y destruyendo con la premisa de “la voluntad de Dios, de que “era lo mejor”, de que fue la “decisión correcta” la vida inocente de personas que desean darlo todo por la obra del Señor.

Pero en medio de todo eso hay almas heridas. Personas que siguen sangrando, que no olvidan y llevan a cuestas el desamparo, la injusticia, el atropello y condenación hasta la maldición de alguien que decía ser representante de Dios les dijo. Muchos fueron expulsados, otros públicamente avergonzados. Y así esas personas que imponían sus manos para ungir también los condenaban con el dedo acusador, tirando la gracia y el perdón del Señor para las personas por el piso. La gracia que se predicó nunca se llegó a mostrar, compartir, ofrecer: Restaurar con mansedumbre nunca fue el ejemplo a seguir.

Escuché a tantos hijos e hijas de pastores sufrir. Pero sufren todos, hasta la familia del portero del templo, los que limpian el templo, los que están en la cocina silenciosamente sirviendo por amor al Señor.

Desde el púlpito o plataforma no importaba apellidos, ni la antigüedad que tengan, sean viejos o nuevos, todos sufrieron cuando luego de abrir la biblia lo que salía eran palabras de hombres y mujeres que manipulaban, controlaban a su antojo ese rebaño de personas que venían por Dios. Pero también en los pasillos o en las oficinas pastorales también la gente sufría y era lastimada bajo ese autoritarismo atroz y diplomático.

Muchas instituciones están viciadas, incluso hasta la misma familia, la primera institución por excelencia.

Familias cristianas que perpetúan silencios en temas que están prohibidos mencionar.

Familias que lanzaron generaciones a un abismo de creencias y tradiciones que eran más importante que las Sagradas Escrituras. Nunca lo denominacional debió estar por sobre lo escritural.

Ruego a Dios por una pastoral que NUNCA MÁS LASTIME Y PIDA PERDÓN. Eso se necesita. Que se vista de gracia, humildad, pasión verdadera por las personas, sin importar el colectivo al cual pertenezcan, sin importar el color del pañuelo, o el partido político que elijan, porque lo ÚNICO que a Dios le importó fue que todos y todas (y sin importar como se perciban) encuentren en Jesús TODO lo que necesitan, ya que Él puede saciarlos gratuitamente, mediante una salvación que no dejará afuera ningún área o aspecto de la vida. Con Jesús es suficiente. Reconciliar a cada persona con Dios y nunca más volver a lastimar.

Benjamín Sandillú
Pastor de CONEXIÓN, una comunidad de fe en Picún Leufú, Neuquén. Casado con Andrea
Papá de Bautista y Milton
Estudiante de teología y Ciencias de la Educación.

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que fiel a sus principios no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.
Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.
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Categoria: Edición 23 | NUESTRA AMÉRICA: SER IGLESIA HOY, entrega 7, Reflexiones

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