PASIÓN 3 | Responsabilidad y misión

| 21 enero, 2013

Tercera y última parte de una nota invalorable que el evangelista argentino, que hace 34 años sirve al Señor con PASIÓN, ha propuesto para los lectores de Cordialmente. En Responsabilidad y misión evalúa como se debe mantener una actitud de fe en la seguridad de estar haciendo lo que Dios le ha llamado a realizar. Acompañando esta realidad con la invitación a cada Iglesia de participar en el cumplimiento de la Gran Comisión a través de unir esfuerzos con los evangelistas y misioneros.

La autoridad espiritual que Dios le ha dado en su ministerio, se une a la autoridad que supo ganarse entre los pastores a través de su vocación de servicio y proverbial humildad, lo que permite que sus consejos sean muy necesarios para la pastoral.

Tal como lo hicimos con las dos primeras entregas, ofrecemos el audio de esta tercer parte.

 

MOMENTOS DIFÍCILES

Hubo momentos difíciles pero siempre sentí que cada vez que me pasaba algo era porque Dios me estaba enseñando una lección y Él me lo confirmaba. Si yo me encontré solo alguna vez, después de pasar la prueba, Dios me dijo: “Yo te dejé solo para que aprendas a depender de mí”.

Cada prueba, cuando parecía que el mundo se me ponía adelante y me cerraba la puerta, no era así, era Dios que me estaba fortaleciendo. Creo, firmemente, que Dios siempre estuvo a mi lado y me ayudó en mis decisiones. Si me equivoqué, volví atrás para retomar el camino que era el correcto, porque si uno se equivoca dejándose llevar por emociones, al darse cuenta que Dios no está, que algo pasa, conviene dar un paso atrás y examinar hasta llegar al punto donde nos desviamos y entonces si, avanzar por el camino correcto y seguir el llamado de Dios, el primer llamado.

Creo en el primer llamado, el día que Dios me habló y mostró cuál era mi llamado, sé claramente qué es lo que Él quiere de mí. Si yo me desvío de eso, por comodidad, por necesidad o por lo que fuera, la voy a pasar mal. Se comienzan a caer las columnas, primero una, después otra, después otra columna y después se me viene el techo encima.

En el ministerio uno tiene que tener paz y alegría con lo que hace. Tiene que sentirse feliz que está haciendo lo que Dios le mandó a hacer, entonces va a caminar en paz y felicidad y todo va a funcionar. Cuando empezamos a sentir que algo no está funcionando, que algo se nos viene abajo, que no tenemos… es porque nos salimos de la senda antigua.

Volvamos hacia atrás y arranquemos otra vez en la dirección que Dios nos dio en un principio porque esa es la visión que vale, la que Dios nos dio en un principio. ¿Para qué me llamó Dios? Para esto, entonces hay que hacer lo que Él nos dijo.

Porque uno puede hacer muchas cosas… estar en un programa de televisión, evangelizar de otra manera, en lugar de hablar de Jesús, hablar medio de Jesús, como pasa a veces, porque para muchos decir Jesús es como una mala palabra. Tenemos que hablar de buenas costumbres sin Jesús. ¡Ni loco! Yo conozco países que se fundaron con la Palabra y hoy no nombran a Jesús porque muchos lo resisten; eso si, tienen las buenas costumbres y las buenas costumbres sin Jesús no sirven para nada. Necesitamos a Jesús porque cada día de nuestra vida nosotros necesitamos su dirección. ¡Ay, si el Señor camina dos pasos más atrás nuestro! ¡Agarrémonos fuerte!

Por eso, lo más importante es tratar de vivir en comunión con Dios.

Eso que hablé antes: la oración de todos los días. Esa palabrita de todos los días si no hay más tiempo, pero nunca, nunca apartarnos.

Tengo una palabra de un hombre de Dios, que hoy ya está otra vez adelante, pero en un momento… Jimmy Swaggart. En el año 1986 me dijo: “Cuanto más Dios te use, más es el tiempo que tenés que estar delante de Él”. Yo sentí en mi corazón que era tan grande el ministerio que Él tenía, era tanto todo lo que Dios le había dado que no podía manejar esa monstruosidad de ministerio. Sentí que él no podía hacer lo que me estaba aconsejando a mí. Pero sí, me lo aconsejó de su corazón y sentí que Dios me decía a mí: “Él te está dando un consejo de su corazón porque él no puede hacerlo”.

Es tanto, a veces, lo que nosotros creamos que después no nos queda tiempo para Aquel que nos dio todo lo que tenemos. Entonces llega la tentación de dejar a Aquel que no dice nada, es decir al Señor y seguir haciendo todo lo que la gente ve… pero si yo no recibo la directiva de Aquel que me mandó es muy posible que me equivoque.

Ahí está la cuestión. Yo creo que esto es algo que ningún ministro que quiera servir a Dios debe perder: la comunicación diaria con Dios, la oración, a veces será más intensa; cuando uno ve que no ocurre aquello a lo que está acostumbrado, deje televisión, deje internet, deje todo y métase permanentemente un tiempo con Dios hasta que Él lo haga sentir otra vez fuerte, para seguir con la tarea.

Porque todo nos distrae; un problema que hay en el país, nos lleva a pasar horas con la televisión y eso nos distrae de lo que es principal: la comunicación con el Jefe, la dirección de Aquel que sabe por qué caminos tenemos que transitar. Si nosotros no podemos transitar por ese camino es muy fácil equivocarnos. Su voluntad es que no nos equivoquemos porque Él nos necesita.

¿Cómo hacemos para saber qué quiere Dios de nosotros? Acudir al altar, ponernos de rodillas y dejar que Él hable: “Señor, aquí estoy, no tengo más fuerzas, no me están saliendo las cosas”. Allí está la Palabra, allí está Dios dando directivas, allí está Dios ayudando, allí está Dios consolando, ahí está Dios dándonos algo más para poder compartirlo con otros; porque si comparto algo es porque primeramente lo viví, por eso es necesario tener siempre la llave que abre el lugar Santísimo.

Y ¿cómo puedo yo entrar al lugar Santísimo? Con lágrimas, súplicas, ruegos y gemidos, eso nos abre la puerta para poder estar con Dios, en nuestra soledad, en esos minutos que podamos dedicarle a Dios cuando decimos: “¡Señor, no voy a hablar, háblame”, y que podamos llorar por todo lo que vemos, por todo lo que estamos sufriendo, por todo lo que se ve; porque si nosotros no tenemos compasión por la gente que está sufriendo, ¿para qué estamos en el ministerio?. Si estoy preocupado por la pintura de la iglesia, por las baldosas, estoy preocupado por el camping, entonces me estoy saliendo del plan que Dios quiere.

Él nos mandó a edificar a la gente, a darle algo a la gente de parte de Él y ¿qué le voy a dar si no tengo comunicación con Él, qué le voy a decir a la gente?

Puedo predicar veinte veces el mismo mensaje pero todo depende de la fuerza que yo le ponga a lo que estoy diciendo, la pasión que pueda poner a lo que digo. Sé que hay mensajes que Dios me ha dado que van directo al corazón de la gente, pero una cosa es predicarlo con pasión y otra es predicarlo, repetirlo porque ya lo sabemos, son dos cosas diferentes.

A todo lo que nosotros tengamos, agreguémosle lo que nosotros tenemos dentro: pasión.
Hacer porque realmente lo sentimos y no porque tengamos la obligación de hacerlo.

Alguna vez me ha pasado que estaba mal, que tenía conflictos, problemas y tuve que subirme a predicar y dije : “Señor si tú no haces algo, yo no puedo hacer nada”.

Esto me pasó en Nápoles, el viernes lo cancelaron, el sábado tuvimos que dejar el salón porque había un gran evento, me hicieron terminar antes de predicar. El viernes no pude, el sábado estaba por la mitad y me cortaron, sólo quedaba el domingo; estaba desanimado, muy desanimado. Cuando estaba terminando de predicar, iba a hacer el llamado y dentro mío sentía: “¿Qué hago ahora, Señor, qué hago? Estaba desanimado porque me hice semejante viaje y no pude terminar una reunión salvo ese último día, el domingo. En ese momento escucho que Dios me dice: “Jesús está aquí” y yo lo repetí automáticamente. Comencé a decir: “Jesús está aquí”, siento un grito y otro y otro y la gente comenzó a caerse y a sanarse. Yo no hice nada, absolutamente nada. Simplemente le dije: “Aquí estoy” y Él me dijo: “Si, Yo estoy aquí, algo va a pasar”. Estaba yo ahí, que no servía para nada en ese momento, que no tenía ganas de nada porque me sentía desanimado por todo lo que había vivido, pero Él estaba ahí. Entonces yo sé que estando Jesús todo funciona. No lo dejemos en la puerta, no lo pongamos en un rincón, no lo dejemos detrás del telón, que Él sea la primera figura en todo.

 

LA IGLESIA PARA CON LOS EVANGELISTAS Y MISIONEROS

La Iglesia tiene que tomar conciencia que el evangelista y el misionero son ministerios dados por Dios y que muchos de ellos no llegan ni a la esquina porque no tienen con qué moverse.

La Iglesia tiene una gran responsabilidad porque es la que, de alguna manera, tiene los medios para ayudar a los evangelistas y a los misioneros. Ellos van porque Dios los manda y la Iglesia tiene que ser sensible a los llamados de Dios, debe colaborar con los ministerios, debe sostenerlos, porque ellos existen para edificar la Iglesia.

Quiere decir entonces que la Iglesia debe mirar hacia los ministerios que no están sostenidos por su propia congregación, porque no la tienen. Las congregaciones tienen que velar por esos ministerios pues, dando a ellos, multiplican la bendición para la Iglesia. Quien da, va a recibir siempre. La Iglesia, para ser bendecida, debe dar siempre. La Iglesia da y Dios bendice a la Iglesia y la prospera más. Por eso hay que tener las manos abiertas para esos ministerios que no pueden valerse por sí mismos.

Un hogar de drogadictos ¿cómo se mantiene?, un hogar de niños pobres ¿cómo se mantiene? y un comedor ¿cómo se mantiene? Necesitan a la Iglesia para ayudarlos, para cumplir la tarea de Dios que la Iglesia no puede hacer porque tiene otra misión que cumplir o lo puede hacer pero en mínima manera. Dios llama personas para desarrollar ministerios específicos, como el carcelario, que no tienen ni para el colectivo.

Doy fe de ello, gente que va a las cárceles ayudando a los presos, los sacan y les consiguen trabajo, están ahí, pero simplemente la iglesia sabe que hay uno de los suyos que va, pero no se preocupa por decirle: “¿qué necesitás?” Porque esos presos que están ahí necesitan algo, necesitan una Biblia, necesitan una ayuda, necesitan algo más que llevarle la Palabra.

La Iglesia en eso está en falta. Nosotros necesitamos apoyar los ministerios que van a los hospitales, que van las cárceles, que están a las calles, los hogares de niños, los hogares de ancianos, las escuelas, hombres que fundan una escuela primaria, primero empiezan un jardín, también necesitan que velemos por ellos, que los ayudemos porque sabemos que Dios es generoso: cuando uno da, siempre va a recibir y Dios no es deudor de nada ni de nadie.

 

MENSAJE A LA IGLESIA, QUE DEBEMOS HACER…

Recuperar los espacios que dejamos vacíos porque donde antes estábamos, ahora está el paco, está la droga, está la marihuana, está el alcohol. En los parques están los violadores al acecho. Hemos dejado espacios vacíos y esos espacios que dejamos, Satanás los supo ocupar.

Cuando la Iglesia ocupa un lugar, dice la Biblia que lugar que nosotros pisamos es lugar santo, y si la Iglesia está en la calle, Satanás va a tener que huir. No hace falta que hagamos muchos esfuerzos porque el lugar que nosotros pisamos es tierra santa. Nos olvidamos de los parques, nos olvidamos de las plazas, nos olvidamos de las calles, nos olvidamos de las esquinas, nos olvidamos de las paradas de ómnibus, nos olvidamos del ferrocarril, nos olvidamos del Obelisco. Nos olvidamos de todo. Crecimos, crecimos pero todavía no hicimos la tarea, hicimos un poquito.

Otra de las cosas importantes: abramos obras, abramos Iglesias, abramos Iglesias, muchas Iglesias. Busquemos los obreros que están y abramos obras, en cada rincón tiene que haber una Iglesia donde la gente no tenga que tomarse un colectivo sino que tenga la Iglesia ahí, donde pueda concurrir. Abramos Iglesias y yo le digo que, cuánto más exitoso sea el pastor más exitoso va a ser el anexo, porque la misma unción que está sobre la Iglesia madre va a estar sobre la Iglesia hija. Lo mismo que ocurre en la Iglesia madre va a ocurrir en la Iglesia hija. Por eso es necesario abrir Iglesias. Llenar Argentina de obras, de Iglesias para que todos puedan tener la oportunidad de llevar a los niños, enfermos, a un anciano en agonía, o llamar a alguien que venga a orar en su casa, un joven descarriado. A veces me traen a uno de estos jóvenes a las campañas: es rebelde, es esto, y le oro pero no tengo tiempo de darle un consejo; las madres buscan y donde encuentran la respuesta ahí van a estar, porque un chico necesita un consejo, un chico necesita que alguien le diga algo, no solamente orarle sino poder aconsejarlo, de alguna manera prohijarlo.

Tráigalo a la Iglesia todas las semanas, que venga a hablar con nosotros. En la Iglesia se le puede aconsejar al matrimonio cuando el matrimonio está en desavenencia. Todo eso es la misión de la Iglesia. ¿Por qué la Iglesia tiene que estar en cada rincón? Porque donde está la necesidad, tiene que estar la Iglesia.

No sé. Yo no entiendo otra cosa, para mí el evangelio es eso: estar donde está la necesidad. Si nosotros estamos lejos de la necesidad, nosotros estamos fallando con el plan que el Señor nos encomendó.

 

 

Carlos Alberto Annacondia
Nació el 12 de marzo de 1944, en la ciudad de Quilmes, Provincia de Buenos Aires.
En 1970 contrajo matrimonio con María Luján Revagliatti conformando una familia con 9 hijos y14 nietos.
Conoció al Señor el 19 de mayo de 1979 en San Justo, provincia de Buenos, en una Cruzada Evangelística con el Rev. Manuel A. Ruiz, de Panamá.
Siendo un próspero hombre de negocios, Dios lo llamó y lo levantó como evangelista de su Reino, y como tal, ejerce su ministerio desde el año 1981.
Comenzó su ministerio predicando en la década de ’80 en las villas de emergencia del Gran Buenos Aires.
Su mensaje ha sido oído por multitudes de personas de distintas razas y condiciones sociales de los cinco continentes. Se estima que varios millones de personas tomaron la decisión por el Señor Jesucristo en sus Cruzadas.
Actualmente, vive en la Ciudad de Buenos Aires y preside el equipo “Misión Cristiana Mensaje de Salvación”, de la Unión de las Asambleas de Dios.

 

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Categoria: Edición 2 | Evangelismo, entrega 3, Notas de fondo

Comments (1)

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  1. Aldo Gonzalez says:

    muy buenooo