EN LUCHAS, PERO BENDECIDO

| 8 abril, 2013

Dijo Jesús: “… En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Jn. 16:33b).
Pretender que en este mundo no tengamos aflicción es negar la realidad y, además, imaginar que podemos ir más allá de lo que el Señor Jesús dijo, tal como lo señalamos al comienzo. Más bien deberíamos aceptar con verdad que en algunas oportunidades nos sentimos como si todo se hubiese perdido, lo cual nos lleva, como no podría ser de otra manera, aún a perder nuestra felicidad.

Pero es allí, en ese momento, cuando debemos levantar nuestra mirada hacia el cielo y contemplar, con asombro y gratitud, todo lo que el Señor en su gracia y misericordia nos dio y que tan alegremente disfrutamos. Qué bueno para nuestra salud espiritual recordar tantas y tan grandes bendiciones que recibimos del Señor.

Las luchas, los pesares y todo tipo de conflictos, que nos agobian a diario, nos hacen parecer que la cruz que nos ha tocado cargar es más pesada de lo que podemos soportar. Es claro que ninguna carga es liviana, al contrario, todas son pesadas para nuestra frágil humanidad, pero que bueno es recordar y tener en cuenta lo que Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt. 11:28). Si así hacemos, no solo la carga será liviana, sino que sentiremos que la luz gloriosa de su Presencia nos acompaña y nos guía.

En algunas oportunidades vemos como otros son bendecidos y prosperados con abundancia, mientras nosotros estamos en serias luchas y dificultades, ¡cuántos interrogantes vienen a nuestra mente entonces! ¿Por qué me ocurre esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para merecer este castigo? ¿Dijo eso alguna vez? ¿Escuchó que alguien lo dijo? Si claro, es muy común pensar y decir este tipo de cosas y, aún más, sentirnos derrotados por las circunstancias.

En tales momentos de desaliento y desolación, bueno es recordar las grandes y maravillosas promesas que Dios nos ha hecho y que desea cumplir en nosotros.

1º) Cuántas y cuán grandes bendiciones ya hemos recibido, no sería posible contarlas. Pero sin duda podemos recordar que Dios, que nos ha bendecido en otras oportunidades, nos dará al aliento necesario para esperar confiadamente que El nos dará en el momento oportuno lo que estamos necesitando.

2º) Tener en cuenta que lo que está escrito es para cumplirse. “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Jn. 2). Este pasaje de la Escritura debe fortalecer nuestra fe aún en las situaciones más adversas. ¡Es el deseo de Dios que seamos prosperados en todas las cosas y eso porque El nos ama! ¡Bendito por siempre sea Su Nombre!

3º) El Apóstol Pablo decía: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (1º Cor. 15:19). Es decir, por muy mal que nos pudieran ir las cosas, no estaremos aquí eternamente, nuestra meta es la eternidad con Jesucristo, donde las luchas y tribulaciones de este mundo no pueden ser comparadas con la dicha de estar junto al Amado por la eternidad.

Sin embargo, no debemos aceptar vivir en derrota, mientras vivimos aquí el Señor nos lleva “de triunfo en triunfo”.

En las Sagradas Escrituras vemos como el Señor persistentemente nos recuerda que Su propósito es de bendecir a Su pueblo. Qué bueno es tener presente que “la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.

Debemos reconocer que en momentos de pruebas y luchas, estamos más propensos a oír la voz de la derrota y del temor, lo cual nos lleva a que la carga sea más pesada, antes que oír la voz de Dios diciendo “No temas, yo te ayudo”.

Concluimos entonces que nuestro fracaso es debido a nuestra falta de confianza en la Palabra de Dios y no a la magnitud de nuestro problema.

Abraham tenía en su contra todo lo que humanamente podía ser: anciano; su esposa anciana y estéril, además había pasado el tiempo de fecundar. De pronto recibe de parte de Dios una promesa, será padre de multitudes incontables… imposible diría el incrédulo, imposible. Pero Abraham creyó en la promesa, no consideró su vejez ni la esterilidad de Sara, su mujer, como un impedimento insalvable. Dios es el que prometió, creyó y obtuvo lo que le fue prometido.

Cuando esté en tribulación recuerde que el Dios y Padre de Jesucristo hizo promesas que desea cumplir y las cumplirá en la medida en que su fe le de lugar para que lo haga.

En el lenguaje de Dios hay palabras que no existen, por ejemplo: imposible; difícil; no quiero. Tales palabras son ajenas a la manera de hablar de Dios.

Cuando la lucha arrecia, levanta tu mirada, mira hacia los montes de donde vendrá tu socorro, entonces, tu pie no dará en el resbaladero… Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

 

Cervantes Polignano
Pastor en la ciudad de General Villegas, Provincia de Buenos Aires.
Inició su tarea pastoral en el año 1956.
Presidente de Redil de Cristo, denominación pentecostal.
Fundó aproximadamente 50 nuevas Iglesias.

 

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Categoria: Edición 3 | Educación, entrega 6, Vida Pastoral

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