LA SOCIEDAD Y EL CRISTIANISMO

| 20 mayo, 2013

La sociedad y el cristianismo son, en realidad, dos sociedades enfrentadas. La sociedad no tiene rostro, por eso se la culpa creyendo que haciéndolo identificamos al culpable, sin pensar que uno también participa de la misma.

El Reino de Dios es una sociedad cuyos términos y reglas no son puestos por el hombre, sino por Dios mismo.

Los lobos hacen una sociedad para su supervivencia y las ovejas, por el otro lado, también. Jesús dijo: “Os envío como ovejas en medio de lobos”. Se podría decir que humanamente sería imposible hacer el trabajo que Dios pide. Convertir una sociedad en otra es el desafío. El cristianismo afecta a una parte del mundo y el resto lo ignora.

Sin Dios nuestra sociedad se siente libre y determina sus códigos de convivencia en desacuerdo con el Reino de Dios. Por esa causa Su Reino sufre violencia y los valientes lo arrebatan.

Por un lado estamos obligados a vivir aquí, por otro lado no podemos integrar la sociedad porque nuestros acuerdos fueron determinados. Así que, como sociedad cristiana, no espere mucha bonanza.

Se discute si el creyente tiene que estar en política o no; hay aprobaciones y desacuerdos. A nuestra sociedad se la ve como corrupta y existe la creencia que si ésta fuese tomada por cristianos, sería diferente. ¿Puede una minoría cristiana resolver un problema de libertad de pensamiento que pertenece a la sociedad mayoritaria y enfrentada?

Cuando los católicos fueron autoridad política y religiosa, sufrimos quinientos años de inquisición. ¿Evitó las guerras la Reforma de Martín Lutero? La sociedad islámica que gobierna hoy a dos mil millones de personas, ¿resolvió el problema? No, ¡lo agravó! Recordamos los ecos de Jesús: “Mi Reino no es de este mundo”.

Es necesario mencionar una parábola muy particular, el trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30; 36-43). Cuando Jesús la explica, dice que el mundo es el campo y la semilla son los hijos del Reino; el mundo es la sociedad y la semilla somos nosotros. Hemos sido sembrados junto con la cizaña. Es importante este caso pues a nosotros se nos llama “semilla” y siempre relacionamos la semilla como la Palabra de Dios.

Parece ser que Dios nos sembró en lugares complicados, al lado de la cizaña, una especie que molesta el crecimiento del trigo. ¿Tiene dificultades para crecer? Todos los cristianos padecemos lo mismo, y el impedimento no se puede arrancar ni cortar; cuidado como ora, sepa que los ángeles segarán la cizaña. Si fuera por nosotros arrancaríamos todo de raíz. El enemigo sembró y se fue, ¿dónde está el diablo? No lo sé, pero sé que donde están sus obras allí sembró un hijo del mal.

Estar insertado en la voluntad de Dios y ser espiga sufriente es quedarse donde roban y no robar. Usted puede estar sembrado en la casa de gobierno, pero no ser como ellos.

Creemos que la sociedad tiene que tener consejeros políticos cristianos, senadores, diputados, pero no partidos; ni siquiera los creyentes quieren votarlos. A la sociedad le molesta un cristiano y este tiene aflicción por ello. No proteste, considere en el día de la aflicción, dice Salomón.

Algunos cristianos de Centro América intentaron gobernar, ¿con qué resultado? Se los relacionó con los genocidas. Ahora salen los amigos del Papa, el que cortaba el césped, el contador, el evangelista argentino y otros pero ¿qué significa esto? ¿Estamos creciendo en la sociedad del Reino o mezclándonos mal? Los cuáqueros fueron y son una sociedad cerrada, aún a otros hermanos. La ciudad de Sion, en los Estados Unidos, fue fundada para sólo creyentes, por supuesto fracasó. Un barrio solo de creyentes, sería uno de habladurías. Nacimos, no para vivir juntos, pero sí para ser uno.

Dios nos sembró entre cizaña en el mundo. Si nosotros gobernamos, no podríamos cercenar la libertad del que quiere pecar. No somos un ente moralista, sino santos. La sociedad no nos quiere pero nos necesita. Nuestra tarea no es juzgarla sino salvarla. Estamos en el mundo pero no somos del mundo; una sociedad santa viviendo en una sociedad que nos rechaza.

No podemos arrancar la cizaña, así que hemos de convivir con la injusticia hasta que Cristo venga. La advertencia es no desmayar, esperar, velar, orar y no tratar de explicar lo que Dios no explica. No somos víctimas, somos hijos de Dios buscando mayor excelente peso de gloria. Me gusta saber que cuando Dios permite una injusticia, me premiará; la otra sociedad, ¿qué nos dará?

Funcione donde Dios lo sembró, no se mueva de su Iglesia, soporte lo que no entiende, recuerde que la oveja tiene que dejarse guiar, no intente hacer de Pastor, siendo oveja.

La sociedad nos buscará porque no tiene esperanza, y cuando eso ocurra, donde esté plantado, funcione.

Se puede decir de nosotros que somos una sociedad humana con otras leyes. Vivimos por la fe, tenemos un Rey invisible que dejó una Escritura para guiarnos. Exceptuando el milenio, deje que el mundo se gobierne, sino no habría Apocalipsis. Los últimos cuatro presidente de Estados Unidos ¿a qué Iglesias asistían? Nunca se supo de tantas injusticias, torturas, guerras como hoy; daños colaterales con víctimas inocentes. ¿De qué sociedad fueron estos presidentes? El mundo ama lo suyo, así que, dese por odiado y ame, y predique donde fue plantado.

Esta es la sociedad cristiana, enfrentando a otra sociedad, para que sean nuestros hermanos. ¡Vaya plan de Dios!

El despertador.

Carlos Kucharenko
Licenciado del Instituto Bíblico Río de la Plata Pastor de la Iglesia “Templo Buenas Nuevas”, Paraná, Entre Ríos. Realizador del programa televisivo “Buscando la Excelencia” (canal 9 y canal 11- Paraná) Director Ejecutivo de la Radio FM 95.5 Mhz “Buenas Nuevas” Tareas ministeriales en países de la región, en América del Norte y en Europa.

 

 

 

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Categoria: Edición 4 | Iglesia y Sociedad, entrega 3, Reflexiones

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