MIQUEAS: PROFETA DE LOS POBRES | Parte 1

| 10 junio, 2013
Por Daniel Monti (adaptación de Emilio Monti)*

Miqueas nos da la certeza de la realidad de su llamado, que despertó en él una profunda conciencia de su deber como profeta y de la autoridad con que Dios le había investido como mensajero suyo (3.8), enfrentando a los “falsos profetas”. Estos son los profetas contemporizadores, que acomodan el mensaje del Eterno al paladar de los poderosos, sea por temor o por pasarla bien. Miqueas siente su llamado ante las miserias e injusticias que sufría el pueblo común, especialmente los campesinos.

Es patente su gran simpatía por los humildes, en su prédica enérgica del inexorable castigo del pecado (2.1-2). Pero no cumple este duro ministerio sin sentir una profunda angustia, al comprobar que el mal de Judá es tan grande que ya no tiene remedio (1.8).

Todo grito de dolor de cualquier criatura humana era para él un llamado de Dios, enfrentando la oposición de los poderosos, como aparece en el cap. 2 vers. 6, que alguien reconstruyó en forma de diálogo entre los Nobles y Miqueas:
Los Nobles (dirigiéndose a Miqueas y sus compañeros): ¡No prediquéis!
Miqueas: ¡Sí, predicarán!
Los Nobles: Bien, pero no prediquéis sobre estas cosas (refiriéndose al mensaje de castigo y cautiverio, como consecuencias de sus conductas).
Miqueas: Pero la desgracia no será conjurada, aunque no predicaren no por eso se evitara la consecuencia de vuestro pecado. 

Para Miqueas, la violación de las leyes de ética social es el pecado causante del castigo: porque tal violación infringe los principios de justicia y misericordia fundamentales para la convivencia social. De ahí que sus juicios partan de principios éticos sobre los cuales enjuicia al mismo Israel.

Esta actitud implica la creencia de que el gobierno divino del mundo es universal y está basado en la justicia. Por eso los pueblos, a juicio del profeta, gozarán del favor divino en la medida que obren rectamente: “mis palabras hacen bien al que anda rectamente” (2.7), y el que no, será castigado como acontece con Samaria y Jerusalén (1.5-6; 3.9-12), cuyos pecados son:

La explotación del débil por el fuerte: “…codician campos y se apoderan; casa y se alzan con ellas: así oprimen con fraude a uno y le quitan su casa; a otro, y le arrebatan la herencia”; el que era “mi pueblo se ha levantado como enemigo” (2.1-2; 8-9; comp. Isaías 5.8); los ricos usan medidas y pesas falsas,  y se llenan de violencia, amasando tesoros de maldad (6. 10-15).

La mala administración de la justicia, cuya trágica consecuencia anota con frases lapidarias (3.1-2, 9-10; cf. 7.3); y la tiránica administración real cuya grandeza había sido amasada con sangre e iniquidad, como dice el versículo 10; el pueblo debía soportar gravosos impuestos para que los reyes satisficieran su orgullo y cumplieran sus compromisos (Uzías y Joatam fueron grandes constructores, 2 Crónicas 26.2ss. y 27.3s.; y Acaz pagó elevado tributo al rey de Asiria, 2 Reyes 16.8). Y la corrupción de los dirigentes religiosos (3.5-8; 2.6s., 11).

La falsa religión, “supersticiosa, divorciada de la moral”, que sacerdotes y falsos profetas fomentan, es para él lo más abominable, lo que precipitará la ruina sin que le valga algo la supersticiosa confianza que ponen en los templos, afirmando que no podrá venir ningún sobre ellos ningún mal, porque Yavé está en medio de ellos; esto con referencia al templo (3.11-12). La idolatría, aunque no le da la trascendencia que le dieron sus contemporáneos (1.5-7; 5.10-15).

Paralelamente al mensaje de castigo enuncia, con toda claridad, el clásico mensaje de esperanza, usando una vívida imagen pastoril: el remanente, puro y fiel, que construirá el núcleo del nuevo Israel, será conducido por Yavé, como oveja al aprisco, donde entrarán con jubiloso ímpetu:

“Va delante de ellos aquél (Yavé) que les abre paso; vendrán con ímpetu, forzarán la puerta, y por ella saldrán; y su rey irá delante de ellos; sí, Yavé mismo está a su frente.”  Miqueas 2.12-13

*Adaptación del texto del Pastor Daniel Monti (1900-1975), en Voces del Pasado. Actualidad del mensaje profético, Methopress, Buenos Aires, 1964 (pp. 116-120), realizada por Emilio Monti.

 

Emilio Monti
Pastor metodista.
Licenciado en Teología.
Profesor de Filosofía y Pedagogía.
Doctorando en Ciencias Humanas y Arte.
Profesor Emérito del Instituto Universitario ISEDET
Ex Decano y Profesor de Teología Práctica del Instituto Universitario ISEDET
Ex Profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Capellán y Vicerrector de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano de Rosario (UCEL).
Trabajó activamente en ayuda a Refugiados (CAREF) y en defensa de los Derechos Humanos (MEDH) y en la acción ecuménica (FAIE)
Integró a nombre de las iglesias evangélicas el Consejo Nacional de Políticas Sociales del Gobierno de la Nación.

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 4 | Iglesia y Sociedad, entrega 6, Teología

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