A NADIE LLAMARÁS PAPA EN ESTA TIERRA

| 17 junio, 2013

Corría una mañana de agosto del año 2000 cuando un temor asaltó mi corazón, con un pensamiento que cruzó en mi mente: el Espíritu Santo me había abandonado.
Fue una situación muy extraña, hoy la interpreto como un ataque de nuestro enemigo, el condenador de los santos.
Cuando busqué al Señor, el Espíritu Santo me condujo a leer el capítulo 33 de Éxodo, que relata la relación personal de Moisés con Dios y la presencia de Dios en la vida de Moisés.

En ese momento me identifiqué con Moisés y su reclamo a Dios para que hubiese quién fuera con él como ayuda. El Señor le respondíó: MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO Y TE DARÉ DESCANSO.

Al leer esas palabras, el Espíritu Santo quebrantó mi corazón y dije: “Señor, perdoname por querer apoyarme en las personas cuando vos estás conmigo para guiarme.”

En aquel tiempo, había salido de la congregación donde asistía por un llamado personal al pastorado. El deseo era abrir, fundar una nueva Iglesia local, el cual no fue compartido por el pastor de la Iglesia donde asistía. Su visión centralizada, no permitía la fundación de nuevas Iglesias locales.

Siguiendo el llamado de Dios, comencé mi nuevo camino.

Fue doloroso experimentar el abandono y la soledad, además de los cuestionamientos del pastor de la Iglesia de la cual estaba saliendo, como de algunos otros amigos.

El pastor donde asistía usó su influencia y, en la Institución a la cual pertenecía, me cerraron las puertas para desarrollar mi ministerio en ese lugar. Por lo tanto, yo me sentía como Moisés, con el peso de un llamado que me parecía demasiado grande para mí y sin tener en quien apoyarme entre las personas.

Fue la escuela más difícil pero, a su vez, la más gloriosa; escuela en la que Dios me entrenó: aprendí a depender solo y absolutamente de Dios y hoy tengo que reconocer que el Señor ha sido fiel, que su presencia ha estado conmigo y me ha dado descanso todos los días de mi vida. Le agradezco a Dios no haberme permitido apoyarme en las personas y aún agradezco aquellos que se hicieron a un lado porque me han ayudado a formar el carácter que Dios quería en mí.

Aprendí la enseñanza más importante de Dios para mi vida: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. No hay otro mediador entre Dios y los hombres que el Señor Jesucristo.

Será por eso que hoy me indigna cuando algunos hombres pretenden ocupar el lugar de nuestro Señor y presentarse ante la gente como mediadores entre ellos y Dios, como los representantes de Jesucristo en la tierra, como los dueños de la verdad, como los encargados de discernir entre el bien y el mal, como los padres espirituales de las personas, como los maestros enviados por Dios para enseñarnos a vivir y para juzgarnos en nuestros actos y para probarnos y/o rechazarnos de acuerdo a sus propios criterios del bien y del mal.

Por haber aprendido este principio espiritual, siempre lucho y lucharé por la libertad a la cual Dios nos ha llamado: “la libertad gloriosa de los hijos de Dios”, levantando mi voz contra aquellos que con delirios mesiánicos pretendan ponerse en el lugar de Cristo para controlar y manipular a la familia de la fe.

El mismo Señor Jesucristo nos dijo: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo” (Mateo 23:9-10).

Satanás siempre deseó sentarse en el Trono de nuestro Señor y quitarle la gloria y la adoración. Toda vez que una persona pretenda, en un abuso de posición o autoridad, colocarse en el lugar de nuestro Señor para conducir, gobernar, controlar, etc, está siguiendo los principios de Satanás y no de Dios.

Un día, en Jerusalén, el Señor le pregunta a sus discípulos: “¿Quién es más grande, el que se sienta a la mesa, o el que sirve?”. Ellos respondieron: “el que se sienta a la mesa”, y el Señor contestó: “ustedes me llaman Señor y maestro y hacen bien porque lo soy, sin embargo estoy entre ustedes como el que sirve, y les lavo los pies y les dijo: vayan y hagan ustedes lo mismo, porque nunca el discípulo es mayor que su maestro, ni el siervo mayor que su señor”.

No entiendo por qué los hombres teniendo una enseñanza tan sublime y un ministerio tan glorioso y digno, como el del servicio por amor, que nos enseñó nuestro Maestro, pretendemos robarle la gloria a nuestro Dios queriendo ocupar lugares de jerarquía que nos pongan por encima de nuestros hermanos; sabiendo que esto se contradice con las enseñanzas de Jesús.

Corremos el riesgo de quedarnos sin la recompensa que viene de Su mano.

“Aquellos que exhiban su justicia ante los ojos de los hombres, ya tienen su recompensa.”

Por esto hermano querido te animo a que quites tus ojos de la vanagloria de la vida y de las migajas de reconocimiento que caen de la mesa de los hombres. Sirve a Dios con humildad y consagración, sabiendo que nuestra recompensa está en los cielos y que por más difícil que se ponga la situación en esta tierra: “ninguna de las tribulaciones del tiempo presente podrán compararse con la gloria de la vida venidera.”

Una cosa puedo asegurarte: no importa cuántas aflicciones o cuánto hayas tenido que padecer en esta tierra por causa de Su nombre y de Su reino, cuando te encuentres con Él, lo mires a los ojos y Él mire los tuyos, contemplando su gloria le dirás: “Todo, absolutamente todo valió la pena”.

A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8).

Hoy me encuentro sirviendo al Señor entre las filas de la Iglesia Cuadrangular, en la cual me siento muy cómodo porque puedo compartir esta visión y este modo de servicio con mis pastores amigos y hermanos, y doy gracias a Dios porque Él en este tiempo ha levantado como presidente de la Institución a un hermano joven y humilde que ha entendido que la gloria está en el servicio y con esfuerzo y humildad sirve a sus hermanos.

Le doy gracias a Dios por haberme dado la posibilidad de militar entre un grupo de amigos que se llaman PASTORESxlaGENTE. Justamente nos nuclea este principio: “La personas son más importantes que las instituciones y las instituciones deben estar al servicio de las personas y no al revés.”

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1ra. Timoteo 6:6-10).

 

Ricardo Dening
Licenciado en Psicología Clinica
Pastor principal del Centro Cristiano Rey de Gloria
Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular

 

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que fiel a sus principios no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.
Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.
La dirección de Cordialmente procura que la expresión bíblica “examinadlo todo, y retened lo bueno” sea el objetivo, por lo cual se invita a los distintos escritores a presentar sus fundamentos dejando el juzgamiento del artículo en cada uno de los lectores.

Si desea agregar su comentario a una de las notas puede hacerlo teniendo en cuenta las siguientes limitaciones:

  • Debe ser de hasta 140 caracteres
  • Puede referirse libremente en aprobación o oposicióna las ideas y conceptos expresados
  • No debe incluir comentarios personales o críticas sobre el autor de la nota
  • No debe utilizar el espacio para agraviar a una Iglesia o institución
  • No debe utilizarse para promociones de ningún tipo

 

 

 

Categoria: Edición 4 | Iglesia y Sociedad, entrega 7, PASTORAL, Teología Pastoral

Comments are closed.