OSEAS: PROFETA DEL AMOR DE DIOS | Parte 2

| 1 julio, 2013

Por Daniel P. Monti (adaptación de Emilio N. Monti)*

La visión de Oseas en cuanto a la relación entre la religiosidad y la política es original y contiene enseñanzas trascendentales que serán precursoras del pensamiento profético, en tal sentido. Denuncia las alianzas con países extranjeros (7.11), por cuanto son incapaces de proporcionar alguna ayuda eficaz (10.6s; 12.1); sino que por el contrario facilita que sus poderosos “amigos” se transformen en opresores y los lleven en cautiverio (8.13; 9.3; 11.5). Pero lo más grave es que implica “deslealtad a Yavé”, al poner más confianza en los hombres que en su poder (cf. 10.7-11)… como si el rey de Asiria, con todo su poderío material, fuera capaz de curar una enfermedad (5.13).

Tal oposición a las alianzas estaba en armonía con su concepto de que Israel tenía una misión que cumplir en el mundo, y que esa misión era religiosa y no política. La palabra profética no puede comprometerse con las intrigas políticas que secularizan y desvían a Israel de su misión específica, haciéndola como una de las tantas naciones. Asoma así en el profeta lo que debería ser la misión de la iglesia.

Por la misma razón el profeta se opone a la monarquía. Los reyes que conoció eran débiles, “como pajitas sobre el agua” (10.7b), incapaces de salvar del peligro de las alianzas extranjeras (2 Reyes 15.19), y muchos ascendieron al trono mediante la violencia. Hicieron lo posible para desviar a Israel de su misión, y para que obrara sin tomar en cuenta a los profetas (11.1-4; 7.15; 8.12; 12.10).

Esto es ignorando que la salvación sólo puede provenir de Yavé (cf. 8.4; 13.11; 8.7). El pecado capital, para Oseas, es apostatar de Yavé; y los diversos males de los cuales acusa a Israel, no son más que otras tantas manifestaciones de dicha deslealtad al Dios de sus padres. Elegido por Dios, respondió con ardoroso afecto (2.14s; 9.10), pero para abandonarle en seguida, quebrando el Pacto como Adán (6.7), portándose traidoramente y rebelándose en su contra (5.7; 13.16).

La historia de Israel es la historia de su infidelidad, de la que debe retornar urgentemente a su Dios; para aprender de él, justicia, misericordia y conocimiento. Es lo que corresponde, y en ello hallará la cura de todos sus males (4.1; 6.6; 10.12; 12.6).

En este sentido, el profeta, hace resaltar la fuerza inhibidora del pecado: Israel se ha habituado tanto al mal, que sus malas obras, cercándole, se levantan como barreras entre él y su Dios, no pudiendo, por sí mismo, volver (5.4; 7.2). En las grandes aflicciones vuelve a Yavé seguro de que será salvo (6.1), pero es un arrepentimiento tan pasajero, que no dura más que el rocío (6.4).

Tanto es el hábito al mal, que se ha debilitado moralmente, al punto que cualquier esfuerzo que quiere hacer, para obrar bien, aborta. Para lograrlo, necesita un cambio radical de carácter, necesita renovarse, como el campesino renueva la tierra, arándola, para que se destruya toda la maleza, antes de la nueva siembra (10.12).

El juicio de Yavé es, pues, inevitable consecuencia del mal y se manifiesta por diversas maneras de castigo. Decaimiento interno: el pecado socava las reservas morales y espirituales, cual polilla, cual carcoma (5.12; cf. 7.9; 9.16); cautiverio en Asiria y Egipto (8.13; 9.3, 6; 11.5) y su dispersión entre naciones extrañas (9.17).

Claro que el juicio no está reservado para Israel, sino que tomará proporciones universales (4.3). Este concepto de un juicio divino no es meramente negativo, aun cuando implica la destrucción de Israel. Oseas no lo restringe a una simple consecuencia política o nacional. Su idea está enriquecida por un gran contenido y significado religioso: es un castigo correctivo, para conducir a Israel a su salvación final.

Es la preparación de su restauración total.

Misericordia quiero y no sacrificio,
y conocimiento de Dios más que holocaustos.
Oseas 6.6

*Adaptación del texto del Pastor Daniel P. Monti (1900-1975), en Voces del Pasado. Actualidad del mensaje profético, Methopress, Buenos Aires, 1964 (pp. 86-87), realizada por Emilio N. Monti.

 

Emilio Monti
Pastor metodista.
Licenciado en Teología.
Profesor de Filosofía y Pedagogía.
Doctorando en Ciencias Humanas y Arte.
Profesor Emérito del Instituto Universitario ISEDET
Ex Decano y Profesor de Teología Práctica del Instituto Universitario ISEDET
Ex Profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Capellán y Vicerrector de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano de Rosario (UCEL).
Trabajó activamente en ayuda a Refugiados (CAREF) y en defensa de los Derechos Humanos (MEDH) y en la acción ecuménica (FAIE)
Integró a nombre de las iglesias evangélicas el Consejo Nacional de Políticas Sociales del Gobierno de la Nación.

 

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 4 | Iglesia y Sociedad, entrega 9, Teología

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