PAN Y BIBLIA | Parte 2 ¿Cómo realizar la tarea social?

En la primera entrega hemos dado las bases por las cuales la Iglesia debe involucrarse en la labor social. En esta segunda entrega nos dedicaremos a la praxis: como cumplir el mandato, siguiendo el ejemplo de Jesús y haciendo realidad el anhelo del ministerio integral de Su Iglesia en la tierra.

El por qué trabajar en lo social y cómo hacerlo son las preguntas sobre las cuales quiero basar mi reflexión. Agradezco de antemano a teólogos y ministros que han buscado posicionar el tema en las últimas décadas, exhortándonos a recordar la misión integral de la Iglesia. Varios de sus postulados y experiencias los encontrará usted aquí junto con mi cosecha particular.

 

CÓMO REALIZAR LA TAREA

“Bienaventurado el que piensa en el pobre, en el día malo lo librará Dios” Salmo 41:1

Pasemos ahora al terreno de lo práctico y cómo realizar un trabajo social significativo. Seguramente mis consiervos tendrán un sinnúmero de experiencias e ideas al respecto y espero que mis apreciaciones sirvan para enriquecer ese patrimonio.

Algunos cristianos no priorizan en sus agendas la obra social porque, aplicando una hermenéutica errada de Marcos 14:7 “A los pobres siempre los tendrán con ustedes”, han entendido que de alguna manera la pobreza es legítima. La segunda parte del versículo “y podrán ayudarlos cuando quieran”, al igual que el mensaje completo del evangelio, contradice esta posición como ya lo demostramos en la primera parte de este escrito. Entonces cualquier excusa para relegar la atención social en nuestras agendas ministeriales queda inhabilitada. La afirmación del Maestro debe ser interpretada entonces como un llamado a posicionar un tema que siempre será constante, no por Su voluntad, sino por la condición pecaminosa del hombre. Desde ese punto de vista es necesario “pensar” qué lugar hemos dado a este trabajo dentro de nuestros programas, eventos y empresas.

Desde que llegué a Colombia entendí este principio. Lamentablemente en esa época el evangelio era relacionado con ignorancia y miseria, pues se pensaba que éstas eran sinónimos de humildad. Pensar y trabajar por una iglesia que saliera de la periferia y se ubicara en lugares centrales, enseñar a los nuevos convertidos a crecer integralmente en lo espiritual y en calidad de vida y cambiar la mentalidad de pedir por la de dar, han sido premisas de nuestro ministerio. Algunas estrategias para transformar el pensamiento -en este sentido- han sido:

 

1. Posicionar el tema social en la vida de la Iglesia

“Mejorar la calidad de vida de sus miembros, y de la comunidad de su entorno, mediante una adecuada orientación espiritual, social y empresarial”, es uno de los cinco objetivos de nuestra iglesia Centro Cristiano. Este objetivo está allí plasmado para que en cualquier lugar donde llegué nuestro ministerio se tenga en cuenta el elemento social, como parte de la identidad que tenemos como iglesia significativa.

¿Está el tema social dentro de la declaración de la identidad de su iglesia?

Predicar periódicamente sobre el deber cristiano de la ayuda social es otra manera de posicionar el tema. He notado con preocupación que algunas verdades del evangelio dejan de ser predicadas porque han sido tergiversadas por grupos contrarios a nuestros principios. Es el caso de la defensa del débil, que ha sido excusa para grupos armados y aún tendencias teológicas equivocadas. Al otro lado, el temor a la generación de riquezas por relacionarlo con nueva era o movimientos de prosperidad egoísta. Tenemos la Palabra de Dios que es nuestra guía, no podemos ceder nuestro mensaje a otros que lo manipulen a su acomodo, debemos ser fieles al mandato de “llevar las buenas nuevas”.

Tengo como estrategia preparar series de mensajes que proclamen este mensaje integral. Recientemente, por ejemplo, abordamos la serie basada en Jeremías: “¿Qué ves?” sobre la importancia de contextualizar el mensaje a las necesidades para lograr mayor impacto. Mantenemos también una reunión semanal para profesionales, hombres y mujeres de negocios, cuyo propósito es enseñar sobre los principios bíblicos aplicados al crecimiento financiero.

 

2. Sensibilizar a los diferentes grupos de la Iglesia

No se trata de resolverle la vida a todo el mundo, más bien es un asunto tan sencillo como sentir dolor ante lo que ocurre en la sociedad de hoy, como lo dice Stephen Charles. En nuestros cultos generales, ayunos, capacitaciones, siempre este tema debe ser recurrente. Ya lo dijo John Stott: “El primer contacto del amor cristiano con la acción social, es una sencilla y pura compasión”.

Un gran desafío en este sentido es enseñar a la iglesia a convivir con personas marginadas, lo que René Padilla denomina “metanoia”. Tal vez habrá poblaciones más fáciles que otras, pero ninguna puede ser excluida, para algunas de esas personas somos su última esperanza. Drogadictos, prostitutas, delincuentes, homosexuales, corruptos, llegarán a nuestras puertas y necesitamos preparar a los miembros de la iglesia para que no los discriminen, sino que vean en ellos a los futuros pastores, evangelistas, maestros, profetas.

Puedo dar testimonio que muchos de nuestros líderes y pastores vienen de haber sido marginados de la sociedad y ahora son agentes de cambio. Cristian y Ángel son un ejemplo; cuando nuestro Ministerio Carcelario los encontró, estaban cada uno sentenciado a más de 100 años de cárcel por sicariato y otros delitos. Su encuentro con Jesucristo produjo cambios impresionantes que los llevaron a ser reconocidos por las autoridades y sus penas fueron perdonadas. Ellos se han dedicado ahora a resarcir a la sociedad del mal que hicieron; en el caso de Cristian con el plan “El Crimen no Paga”, mediante el que visita entidades educativas con campañas preventivas. Ángel por su parte, regresó al barrio donde entrenaba menores de edad para el terrorismo y se ha dedicado a pedir perdón a estas familias. Vale decir que ambos son predicadores fervientes del evangelio y fructíferos ganadores de vidas para Cristo.

 

3. Destinar espacios físicos para desarrollar el trabajo social

Con inmenso esfuerzo, y principalmente la ayuda de Dios, hemos logrado levantar más de un centenar de templos y unidades de evangelismo en nuestra región. Un favor he pedido a cada uno de los obreros que me ayudan en cada sector y es que estos espacios sean aprovechados en su máximo potencial. Es así que nuestra iglesia madre, por ejemplo, alberga además del templo, el colegio, la escuela de música, un instituto de capacitación y actualización empresarial, la cooperativa y el seminario bíblico, entre otros. Tenemos congregaciones que reciben durante el día cientos de niños en los denominados “Centros de Desarrollo Integral y Comedores Infantiles”. Además hemos adquirido propiedades para que funcionen casas-hogar para niños y adultos mayores abandonados y fundaciones a favor de la mujer. Si el Señor nos ha permitido tener lugares para que le adoremos, no los subutilicemos, aprovechémoslos para llevar a todas horas las buenas nuevas a los que sufren.

 

4. Servir con nuestros talentos

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”. Efesios 2:10.

¿Para qué estoy en la tierra? Es una pregunta que ha logrado posicionar muy bien el pastor Rick Warren con su valiosa enseñanza sobre vida con propósito. Y entre los objetivos descubiertos por él, a la luz de la Palabra, está precisamente el servicio a través de los talentos. Debe ser trabajo permanente de la iglesia ayudar a sus miembros a descubrir cuáles son sus talentos y motivarlos a ejercitarlos en beneficio tanto de sus hermanos en la fe, como de la comunidad en la que se encuentra.

Una figura muy hermosa que trabajamos en las iglesias es el voluntariado. En el caso de nuestro ministerio, mujeres, jóvenes, niños, empresarios y membresía en general, son invitados a participar con sus dones en todos los campos de la Iglesia aun en el servicio social. Como fruto de ello han nacido fundaciones, asociaciones, cooperativas y grupos informales, integrados en gran parte por personal voluntario.

Aquí es importante subrayar que veo con beneplácito como muchos de nuestros jóvenes han decidido estudiar carreras profesionales orientadas al servicio social. Soy el primero en apoyarles y aclararles que no sólo se sirve a Dios a través del ministerio, sino que el Señor puede también brillar por medio de sus profesiones. Esto no significa que desee menos pastores pues ¡aún la mies es mucha y los obreros pocos! Lo que quiero es que también haya médicos, trabajadores sociales, maestros, administradores de lo público, industriales, científicos y artistas que vean sus profesiones, no sólo como un escalón para el éxito personal, sino como la manera de llevar los beneficios del reino a todas las instancias.

A ciertas personas Dios les ha dado, como dones, las riquezas. Para ellos también la invitación es a no caer en la trampa de la ambición y el consumismo, sino que puedan verse como mayordomos cuya función es administrar los recursos a favor de la voluntad de Dios, como es el servicio a los menos favorecidos. “Dios nos ha llamado a ser productores de abundancia y liberadores de riquezas para el Reino de los Cielos”, ha sido uno de nuestros lemas.

Cierro esta parte con una frase de mi amigo el pastor Eduardo Sánchez, directivo nacional de las Asambleas de Dios: “Los pastores no pueden hacer la tarea del púlpito y de las mesas al mismo tiempo. Al igual que en la iglesia primitiva, se requiere de ayudantes, que en el día de hoy pueden ser estos voluntarios, profesionales y hombres y mujeres de negocios.”

 

5. Promover el desarrollo económico y los negocios como alternativa a la pobreza

“Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas.” Proverbios 10:4

Vez tras vez hemos dicho que “es mejor enseñar a pescar que dar el pescado”; sin embargo, muchas de nuestras estrategias sociales siguen dirigidas al asistencialismo más que a soluciones de largo plazo y en las cuales los beneficiarios sean protagonistas. Como resultado, observamos en muchos casos que crecen fenómenos como la dependencia y la ociosidad.

Una excelente alternativa en este sentido es trabajar en el desarrollo económico. David Befus, consultor económico y misionero, asegura en su libro “Negocios para el Reino” que la Iglesia ha trabajado por muchos años en diversas formas de ayuda social, especialmente en la asistencia humanitaria, educación, rehabilitación y cuidado de personas en riesgo; no así en la generación de recursos a través de los negocios, debido a que algunos sectores se oponen a ello por considerarlo contrario a los principios bíblicos. Desconocen estas corrientes que lo que condena la palabra es el amor a las riquezas y que quien da el poder para hacer las riquezas es Dios: Mas acuérdate del Señor tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día.” Deuteronomio 8:18. 

El Dr. Befus nos ofrece dos alternativas de desarrollo económico que ayudan a la gente pobre a obtener empleo o a incrementar sus ingresos: la incubación de negocios y las microfinanzas. Por la naturaleza de este artículo no podemos abordar en profundidad cada modelo, pero básicamente diremos que el primero consiste en conseguir capital-semilla para crear un negocio que es administrado por personas de escasos recursos y en la medida en que ellos demuestran su capacidad, éste pasa a ser de su propiedad; mientras que las microfinanzas tienen que ver con pequeños préstamos a personas que no tienen acceso al sistema bancario por su condición económica, las cuales reciben capacitación y asesoría permanente hasta que sus negocios son rentables. La experiencia del misionero Befus en diferentes ciudades de nuestro continente ha mostrado la efectividad de estos modelos cuando se aplica debidamente.

Un beneficio adicional de esta propuesta es que “la persona cambia su mentalidad de pobreza, rescata sus valores y entiende que es capaz de convertirse en autogestionador de su desarrollo y mejoramiento de su calidad de vida” como lo asegura Adriana Bernal del área social de las Asambleas de Dios de Colombia.

En Cúcuta hemos tenido una experiencia similar con algunas de nuestras instituciones. La Cooperativa Coobethel ofrece como parte de sus servicios la asesoría empresarial y los préstamos de libre inversión; uno de los logros que más nos han causado satisfacción ha sido liberar a personas que estaban esclavas del crédito denominado “cuentagotas” (una modalidad informal que presta dinero con elevadísimos intereses que son cobrados diariamente) muchos han quebrado y aún se han quitado la vida porque este cáncer los consume. También nuestro Instituto para el Trabajo y Desarrollo Humano habilita las personas para trabajar y actualiza los que están laborando; y nuestro Centro Misionero Vida, cadena de negocios cuyo objetivo principal es apoyar las misiones, se ha convertido en generador de capacitación, empleo y ayuda social.

No podemos negar la ayuda humanitaria a quien la necesite, por eso es necesario mantener las entidades que la realizan. Pero debemos proyectarnos a soluciones de largo alcance como la creación de opciones de negocios para ayudar a las personas a superar su pobreza, seguramente ellos agradecerán muchísimo más esta ayuda que cualquier donación. Dios, por su parte, nos dará la creatividad para hacerlo y traerá las personas indicadas para asesorarnos.

 

6. Ejercer incidencia política

 “El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará”. Daniel 11:32

Algunos cristianos rehúsan escuchar cualquier tema que tenga que ver con política y es que lamentablemente el significado de la palabra se ha venido degradando. Pero si nos vamos a su esencia, sin ningún matiz ni prevención, encontramos que la política es el arte que ejercen los pueblos para dirigir su futuro. Desde esa perspectiva podemos pensar que la Iglesia puede hacer mucho más en este campo.

Más allá de la participación electoral, que es el espacio más cercano a los ciudadanos comunes y corrientes, el ámbito político ofrece una amplia gama de posibilidades de participación. La que sigue sólo es una reflexión sobre el papel de la iglesia en la esfera pública, expuesta con el deseo de que se traduzca en incidencia, esto es, en una influencia concreta de las comunidades que conforman el pueblo que ha puesto sus esperanzas en la justicia del Reino Dios. Esperanza que nos empuja a luchar por un mundo mejor, el cual, en efecto, es posible (Éxodo 3:6-9). Jenny Neme, especialista en el tema, será nuestra referencia para esta reflexión.

Empecemos por decir que la incidencia política es la capacidad de influir sobre aquellos que toman decisiones a través de una estrategia elaborada participativamente y cuyo fin es hacer evidente el poder de las personas a través de procesos planificados y la misma acción de los individuos y/o las comunidades. Uno de los mejores aprendizajes de la incidencia política es entender que quienes están en instancias de tomas de decisiones no son solamente los que tienen el poder, sino que cada uno de nosotros tenemos una porción de poder, pero necesitamos descubrirlo y potencializarlo.

Sobre el valor trascendental de esta incidencia en el campo de la ayuda social me llama la atención la reflexión que hace Stephen Charles Mott, citado anteriormente: “Llega un tiempo cuando el amor no solamente venda las heridas, sino que se esfuerza por acabar con el ataque. ¿Habría sido perfecto el amor del buen samaritano que descendía por el camino de Jerusalén a Jericó si cada vez que encontraba personas heridas no hacía nada con respecto a los asaltantes? El amor espontáneo y sencillo, que sigue los dictados de su propia preocupación por los necesitados, crece a una preocupación por la estructura formal de la sociedad. Se expande de la atención de individuos como tales, a la interacción de los grupos en los cuales los individuos están atrapados”.

Algunos enfocan la incidencia política para influir en el cambio de políticas públicas, es decir cambiar las leyes. Por ejemplo, para algunos cristianos de Colombia fue muy importante haber participado en el proceso de la constituyente del ‘91, cuando se estaba gestando la nueva Constitución Política de la nación; si estos hermanos no hubieran estado allí, hoy no tendríamos la ley de libertad religiosa y de cultos. Pero debemos destacar también que el tema de la incidencia política tiene que ver igualmente con hacer veeduría a ciertas leyes o normas que deben estar caminando, o al desarrollo de programas.

Un gran peso nos hemos quitado en el Centro Cristiano cuando entendimos este mecanismo, pues diariamente recibíamos un sinnúmero de personas que buscaban apoyo y no teníamos recursos suficientes para responderles. Nuestros profesionales del Área de Trabajo Social se dieron a la tarea de averiguar los beneficios que daba el Estado para auxiliar las diferentes víctimas y han enfocado su trabajo a asesorar a las personas para que puedan acceder a ellos.

Sea este el momento para resaltar que la Iglesia no está para quitarle al Estado su responsabilidad de velar por el bienestar de sus ciudadanos como es el deber de los estados modernos (vale decir que la iglesia le ahorra cantidades astronómicas al estado con esta ayuda que presta), pero por solidaridad entra cuando éste falla, bien sea por incapacidad, corrupción o cualquier otro motivo.

¿Cuáles son los retos y oportunidades que tiene la iglesia entonces en este campo? Por un lado, los evangélicos hemos crecido en Latinoamérica y también crece nuestra responsabilidad para influir en la sociedad, estamos obligados a convertirnos en actores sociales y constructores de ciudadanía, lo cual implica construir una visión de nación y continente. Las clases dirigentes nos buscan muchas veces sólo para tener nuestros votos, pero debemos ir más allá, tenemos que tener propuestas sólidas que contengan los valores del Reino de Dios. En segundo lugar, es interesante notar que la iglesia tiene una presencia extendida a través del territorio nacional inclusive en las zonas rurales, lo cual le ha permitido tener una proximidad a la población en situación de sufrimiento. Los líderes de iglesias y autoridades eclesiásticas se han convertido en guías y acompañantes en momentos de crisis. Esa presencia, dedicación y cercanía ha legitimado a las iglesias y les permite tener una voz válida en el momento de intervenir ante las diversas autoridades.

Ahora bien, hay algunos elementos que son importantes para la incidencia política. Primero, es necesario construir propuestas que tengan un soporte ético que posea como escala de valores la defensa de la vida, la promoción de la justicia y la solidaridad, para luego levantar la voz sobre un tema específico que obligue a una respuesta del Estado o de la organización que le corresponda. Así avalaremos el calificativo que se nos ha dado como “la reserva moral de la sociedad”.

Segundo, debemos encontrar otras organizaciones con las que tengamos puntos comunes y hacer alianzas estratégicas para que la agenda pública vea una iglesia que es capaz de caminar con otros para construir país. Asimismo tenemos que ser un conector institucional como nos lo aconseja el Superintendente Nacional de las Asambleas de Dios en Colombia, pastor Héctor Buitrago: “Existen objetivos de desarrollo social, problemas a solucionar o necesidades a satisfacer en nuestras comunidades, existen recursos disponibles a nivel estatal y privado para lograrlo; pero para captarlos debemos formular proyectos de inversión social serios, bien trazados, técnicamente viables, sostenibles en el tiempo y concertados con las comunidades menos favorecidas. La iglesia en este sentido debe convertirse en una captadora y canalizadora de recursos”.

Tercero, es importantísimo fortalecer las capacidades del liderazgo; la comunidad evangélica debe empoderar actores políticos y sociales que pueda sostener a nivel local, regional y nacional.

Hemos hablado de sentir compasión por el pobre, servirle con nuestros talentos y promover programas de desarrollo económico a su favor; sin embargo, tenemos que reconocer que para avanzar significativamente en la solución de sus problemas se debe ir más allá, de ahí la importancia de la propuesta sobre la incidencia política, pues ésta va para remover estructuras que están limitando el acceso equitativo a los recursos de nuestras naciones. Al respecto, Proverbios 13:23 dice: “En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia”.

Finalmente un llamado de Richard Ramsay en su libro Integridad Intelectual: “Los cristianos debemos participar en cada aspecto de la cultura y la sociedad para transformarla. El Reino de Dios no está limitado a la Iglesia, pero la Iglesia es el instrumento humano para seguir estableciendo el Reino, y la Iglesia es un modelo de lo que toda la sociedad debía ser.”

En la próxima y última entrega trataremos algunas reflexiones finales sobre la labor social de la Iglesia.

 

 

José Satirio Dos Santos
Misionero de las Asambleas de Dios de Brasil
Pastor Fundador del Centro Cristiano Internacional en Cúcuta, Colombia
 

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Categoria: Edición 4 | Iglesia y Sociedad, entrega 9, Teología del Sur

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