LA PAZ DE DIOS Y LA CREACIÓN | Parte II

| 29 julio, 2013

La humanidad reconciliada, viviendo en paz y armonía en toda la tierra habitada, la oikouméne. Esta es la promesa y la esperanza del Pentecostés, donde toda la gente se entiende en una misma lengua, como contrapartida de Babel donde las lenguas fueron confundidas por la soberbia humana.

Esta comprensión del ecumenismo bíblico se potencia con el encuentro de la tradición judeocristiana con el helenismo y su ideal de la humanidad una que llega expresarse en el ideal de la fraternidad universal del humanismo renacentista: un reino universal sobre toda la tierra habitada (oikumene); que lamentablemente (con el sueño de Alejandro Magno) comenzó siendo un proyecto de conquista imperial. Así, el sueño de la humanidad una quedó sumergido en una hipótesis de guerra, y hasta ahora conserva su marca de origen. No es casualidad que en aquel entonces el término oikouméne se refería al Imperio Romano. La figura mesiánica de Jesús, quien no tuvo en este mundo más trono que una cruz, fue convertida en la de un Cristo rey semejante a los poderes de este mundo, y en su nombre se hicieron muchas guerras armadas militarmente, intelectualmente, espiritualmente o de cualquier otra índole.

 

El cuerpo y la tierra

Esto implica al cuerpo y la tierra. La posesión de la tierra y la posesión de los cuerpos están necesariamente involucradas; por cuanto de la misma manera que el cuerpo es la base material del espíritu y la vida humana; la naturaleza es la base material del mundo creado. Quien destruye el cuerpo de los seres humanos, destruye la naturaleza; quien destruye la naturaleza, destruye la creación; quien destruye el mundo creado, se destruye a sí mismo.

La hipótesis de guerra hace del espíritu guerrero una virtud y del morir por la patria, un mérito. Esto que puede parecerse al heroísmo, y aun a la abnegación, no es más que un recurso para que una persona adquiera valor para matar a otras, pues nadie puede despreciar la vida de otro si antes no ha despreciado la propia vida en aras del poder; y ante la disyuntiva entre matar o morir es humanamente comprensible que se opte por matar.

Cuando el apóstol Pablo habla de la gloria venidera (Romanos 8.18-23), hace referencia a la redención del cuerpo (v. 23), puesto que no se trata de la salvación de almas descarnadas como para el gnosticismo, sino de la salvación del cuerpo en su integridad humana redimida. Para la fe bíblica, el ser humano no es salvo del mundo, sino que es salvado con el mundo; razón por la cual la esperanza apocalíptica no es una visión ultramundana, sino la visión de “nuevos cielos y nueva tierra” (Apocalipsis 21.1). Dice el apóstol que así como los seres humanos esperamos ansiosamente la redención de nuestros cuerpos, así también la creación “anhela ardientemente la manifestación de los hijos de Dios” (v.19), para ser liberada de la corrupción a la que fue sometida (v.21).

Aunque el ser humano es también naturaleza, por las capacidades que les han sido dadas, es el único ser de la creación que puede construir cultura… y destruirla. Por lo tanto, es mayor su responsabilidad para ser hacedor de esta paz, que no es sólo la ausencia de guerra, sino la armonía de todos los seres y todas las cosas creadas. Reconciliados con Dios podemos ser instrumentos para que la creación entera sea reconciliada. Este es el pacto de paz que el pueblo del pacto debe anunciar a todas la naciones para ser bendición, llevando la salvación hasta los confines de la tierra (Isaías 42.6-7 y 49.5-6). En este mismo espíritu, el apóstol Pablo afirma que Dios nos ha hecho ministros de reconciliación (2 Corintios 5.18); y las bienaventuranzas de Jesús caen sobre los pacificadores, esto es literalmente: los hacedores de paz (gr. eirenopoioí), son los pobres en espíritu, los mansos, los misericordiosos (hb. hesed) (Mateo 5.3, 5, 7, 9).

 

Emilio Monti
Pastor metodista.
Licenciado en Teología.
Profesor de Filosofía y Pedagogía.
Doctorando en Ciencias Humanas y Arte.
Profesor Emérito del Instituto Universitario ISEDET
Ex Decano y Profesor de Teología Práctica del Instituto Universitario ISEDET
Ex Profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Capellán y Vicerrector de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano de Rosario (UCEL).
Trabajó activamente en ayuda a Refugiados (CAREF) y en defensa de los Derechos Humanos (MEDH) y en la acción ecuménica (FAIE)
Integró a nombre de las iglesias evangélicas el Consejo Nacional de Políticas Sociales del Gobierno de la Nación.

 

 

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Categoria: Edición 5 | LA CREACIÓN ANHELA, entrega 3, Teología

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