JUAN FLORIO. El pastor de San Justo

| 14 octubre, 2013

Hace 105 años nacía, en Italia, don Juan Florio. Ocho años después, llegaría a la Argentina y, como cualquier hijo de inmigrante, trabajó de lustrín, vendedor de diarios, en los riesgos de la calle que lo involucrarían en vicios de todo tipo, que lo denigrarían de tal modo que hasta pensó en el suicidio: “(…) impotente para liberarme de tales garras diabólicas” (sic). Sin embargo, llegaría un 19 de setiembre de 1926 en que: “Clamé por el Señor y El me oyó” (sic).

A fines de los años ‘20, Don Florio trabajaba como operario de la fábrica de Camilo y Roberto Sigrand, en Barracas. Aquella fábrica se trasladó en los años ‘30 a San Justo, llegando a dichos pagos este hombre, donde tendría continuidad y su destino final. La tarea pastoral y evangelística inició con la decisión de crear una Iglesia, en 1934, donde el protagonismo de Don Florio sería esencial, para el inicio y desarrollo de la Iglesia Evangélica Bautista.
Casado con doña Ángela Caputto, con quien tuvo 5 hijos, desplegó una tarea titánica. Los comienzos fueron en su propio domicilio, realizando escuelas dominicales con más de 70 asistentes. Ello le fue dando una base para que en 1947 se compraran tres lotes de terreno en Villegas y Sarandí (hoy Florio), lugar donde años más tarde se inauguraría el templo y la escuela.
En medio de todo ello, y aún épocas de vacas flacas, en 1937, surgió la idea de montar un “camioncito” y colocarle un altavoz, para “evangelizar Matanza” (sic). Según cuenta el mismo don Juan, tuvo la sorpresa de que un ateo le regalara un chasis FN para poder montarlo (los datos nos indican que esta persona sería nada menos que Roberto Sigrand, de Aros KIM). Para fines de noviembre de aquel 1937 el “Floriomóvil”, como habitualmente lo nombramos, ya estaba en funciones, predicando en los barrios matanceros.
Sus giras serían memorables, llegando hasta Cañuelas (al sur) y más allá de Junín (al oeste), en tanto se promovían nuevos templos en las localidades de nuestro distrito.

Finalmente su obra está a la vista de todos y nos habla del tesón de un hombre que nos abandonó en 1973 y que, mediante la Ordenanza 9763 de octubre de 1984, los matanceros lo homenajean poniéndole su nombre a la calle que pasa junto al templo, hasta entonces llamada Sarandí, hoy Juan Florio. El destino ha querido que la calle que lleva su nombre transite paralela a la de Monseñor Marcón, con quien don Juan tuviera tantas “agarradas”, por motivos de diferencias en los cultos cristianos.

Todo nuestro respeto y nuestro afecto para este gran hombre que fue don Juan Florio.

 

Nestor Steinle
Estudios teológicos en el I.B.B.Z.O. (Instituto Bíblico Bautista Zona Oeste)
Misionero de la Asociación Germano Argentina en  Gualeguay Entre Ríos durante 5 años.
Actualmente Pastor en la Iglesia Bautista de Los Pinos, partido de La Matanza.

 

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Categoria: Biografías, Edición 6 | Iglesia unida y diversa, entrega 7, TESTIMONIOS E HISTORIA

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