DÓNDE INVERTIR NUESTRA SIEMBRA 1 | ERRADICANDO LA POBREZA

| 17 marzo, 2014

En tiempos en los cuales el concepto de siembra es frecuentemente predicado desde los púlpitos evangélicos, es sabio meditar en las enseñanzas bíblicas para no hacer cosas que para nada aprovechan.

El que recibe enseñanza en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo enseña. No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará. El que siembra para sí mismo, de sí mismo cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritudel Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

Gálatas 6:6-10 Reina Valera Contemporánea (RVC)

En este pasaje Pablo nos dice que sembrar para la carne es lo que invertimos en nosotros mismos y nuestras vanidades pasajerasHay cosas indispensables en la vida en las cuales tenemos que invertir para nuestra supervivencia; hay otras que aunque son necesarias no son indispensables, pero hay también muchas cosas que son superfluas. Todo lo superfluo que gastamos en nuestra carne terminará comido por los gusanos y todas las cosas que adquirimos no las podremos llevar al Cielo porque son perecederas y quedarán aquí.

Sembrar para el Espíritu es lo que invertimos en virtudes espirituales y eternas, como el fruto del Espíritu, hacer el bien al prójimo, nos dará una cosecha eterna. “A su tiempo segaremos”, quiere decir que nuestra recompensa será cuando estemos en los Cielos. “Según tengamos oportunidad significa que hagamos nuestras buenas obras mientras estamos aquí en la tierra, porque después de muertos quizás no podremos ayudar a nadie de la tierra (Lucas 16:23-31).

También Pablo incluye en la siembra para el Espíritu compartir lo que tenemos con los que enseñan la Palabra (Gálatas 6:6), los discipuladores, y también nos dice que en las ayudas que hacemos debemos dar prioridad a los hermanos en la fe que son pobres (Gálatas 6:10), a las viudas y a los huérfanos (Santiago 1:27).

Creo que no es propio enseñar a los creyentes que “sembrar la semilla” es solo poner en la ofrenda durante las reuniones de la Iglesia, sin saber para qué se va a usar ese dinero. Yo no sé si mis diezmos y ofrendas tendrán recompensa en los Cielos, a menos que sepa para qué se va a usar ese dinero; tiene que usarse para cosas eternas que pasen por la prueba del fuego del juicio de nuestras obras.

Pocas veces oí decir que sembrar semilla es invertir para invitar a los vecinos a cenar a casa a fin de testificarles del Señor, o de ayudar a una viuda de la Iglesia u ocuparse de un huérfano o un extranjero recién llegado o un vecino en necesidad…

Siempre oigo que sembrar semilla es enviar ofrendas a los predicadores de la radio y televisión o poner ofrendas abundantes en el plato de la Iglesia. Muchas veces la crema de las entradas de la Iglesia se usan para muchas cosas materiales y poco o nada para los pobres y necesitados, por supuesto, hay excepciones, pero son las menos.

Tampoco creo que los creyentes debemos esperar que el gobierno termine con la pobreza. Los políticos nos han mentido muchas veces, ellos son los únicos que se hacen ricos con el dinero de los pobres. Nosotros, la Iglesia somos como una pequeña nación dentro de la nación, porque somos a la vez ciudadanos del Reino de Dios, que no es de este mundo, donde las reglas son diferentes a los gobiernos mundanos. La mayoría de los políticos prometen obras para que los voten de nuevo para hacerse más ricos ellos, pero en el Reino de Dios las obras buenas son por amor. Nosotros tenemos el deber de erradicar la pobreza por lo menos entre los miembros del Reino en nuestra congregación.

“La congregación de los que creyeron era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo lo que poseía, sino que todas las cosas eran de propiedad común. Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. No había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían, traían el precio de lo vendido, y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y se distribuía a cada uno según su necesidad.”

Hechos 4:32-36 La Biblia de las Américas (LBLA)

JUAN CARLOS ORTIZ
Reconocido conferencista internacional, ha predicado en los cinco continentes.
Graduado en el Instituto Bíblico Río de la Plata, donde también fue profesor.
Fue secretario de Tommy Hicks cuando el evangelista hizo la campaña en Buenos Aires.
Pastoreó la Iglesia de la calle Hidalgo.
Fue pastor de la congregación hispana en la Iglesia Catedral de Cristal en California (USA).
Autor de varios libros.
Condujo el programa televisivo “La hora de Poder” para Latinoamérica.
Condujo programas de radio.

 

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que, fiel a sus principios, no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.
Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.
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Categoria: Edición 9 | Teología de la prosperidad, pobreza y Evangelio, entrega 1, Teología del Sur

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