“QUE TREMENDOS, DECISIVOS, LOS PRESENTES TIEMPOS SON” | 1

| 9 junio, 2014

Me pareció necesario realizar este rapidísimo vuelo sobre el pensamiento evangélico de finales del siglo XIX porque, de aquella divisoria de aguas, se abrieron en el seno del mundo evangélico, especialmente en todo el continente americano, claras y divergentes maneras de mirar la historia y preguntarse por “los tiempos que vivimos”.

Este antiguo himno escrito por el Obispo Arthur Coxe en 1840 refleja la atmósfera en la que vivían los evangélicos en los EEUU cuando aún estaban influenciados por lo que se llamó el “segundo avivamiento”, que generó, antes de la guerra civil, el primer Movimiento de Santidad. Sus énfasis más característicos fueron una profunda piedad personal puesta al servicio de la reforma de la sociedad y la búsqueda de justicia, la lucha por el derecho de las mujeres y el abolicionismo. Su visión de la historia era grave pero optimista: Nueva edad que vislumbramos, con temor y admiración…” dice el himno. Los evangélicos de la preguerra estaban motivados por una escatología pos-milenarista que los alentaba a trabajar, mano a mano con el Maestro, para mejorar las condiciones de este mundo: 

“Dios os llama,
Dios reclama Vuestras fuerzas, vuestro ser.
Mundos luchan, bajo el cielo;
No podéis ya postergar el tomar la cruz de Cristo
Y al combate presto entrar”, continúa (1).

De esta manera el cristiano era un agente de cambio histórico, teniendo al Reino de Dios como horizonte y, la historia humana como terreno trabajable con el objeto de dejarlo preparado para la “redención final”. Esta visión escatológica, movilizó la práctica de una santidad social, la que, si bien tuvo su origen en el wesleyanismo en Inglaterra, se esparció transversalmente a través de casi todas las expresiones evangélicas de aquel momento en los EEUU.

Menciono con énfasis el primer Movimiento de Santidad, prebélico, porque el segundo Movimiento de Santidad (posbélico), de 1870 en adelante, ya no tendría nada que ver con aquel. La guerra civil había cortado y deformado aquella experiencia. Diversos son los motivos que influyeron en este cambio, pero el resultado fue que de las ruinas y la vergüenza de un Sur derrotado (2), emergió un nuevo evangelicalismo, con características tales que algunos historiadores llaman: la gran Regresión Evangélica (3).

En esta nueva atmósfera, la santidad evangélica dejó de expresarse socialmente, para transformarse en intimista. La sociedad, ya no sería un “terreno trabajable” para los cristianos, la nueva escatología pre-milenarista y dispensacionalista insuflaba una fuerte desconfianza por la historia. Ahora, los evangélicos veían “el mundo” como deslizándose irremediablemente hacia el caos y la destrucción (4). Cuanto más caos y destrucción, más cerca el final, afirmaban basados en lecturas literalistas y acríticas del Apocalipsis.

Esto provocó un monotemático énfasis en la segunda venida de Cristo y, como única esperanza del cristiano, quedaba la huida de este mundo, ya sea esperando “el rapto” o simplemente morir y volar al cielo.

Estos evangélicos veían todo intento de mejoramiento social y económico, como un desvío demoníaco de la única misión que tendría el cristiano que sería “ganar almas”. Este escape de lo histórico, sumado a la doctrina de lainerrancia bíblica, y al pre-milenarismo, sentaron las bases preparatorias que años más tarde darían origen al fundamentalismo evangélico (5).

¿Qué pasó para que el evangelicalismo cambiara de tal manera su paradigma de acción? No es el lugar, este pequeño artículo, donde profundizar este análisis. Basta simplemente la mención que acabamos de realizar, sobre las diferentes doctrinas que fueron emergiendo a la sombra del fuerte impacto emocional que significó la Guerra de Secesión, con la consecuente pérdida de sentido en la confianza en el progreso histórico.

La Guerra, particularmente, ayudó a derribar las antiguas visiones utópicas y eso contribuyó a la disolución de todo intento de reforma social. La salida que encontraron fue, el intimismo, las profecías escatológicas y el escape de la historia.

Me pareció necesario realizar este rapidísimo vuelo sobre el pensamiento evangélico de finales del siglo XIX, porque, de aquella divisoria de aguas, se abrieron en el seno del mundo evangélico, especialmente en todo el continente americano, claras y divergentes maneras de mirar la historia y preguntarse por “los tiempos que vivimos”.

(Continua…)

 

(1)    Himnario Cántico Nuevo, Traducción F. Pagura
(2)    Robert Wiebe, The Search for Order, 1877-1920 (New York: Hill and Wang, 1967), 44. Vertambién: Ted Ownby, Subduing Satan: Religion, Recreation, and Manhood in the Rural South, 1865-1920 (Chapel Hill and London: The University of North Carolina Press, 1990), 167-193. También: T. J. Jackson Lears, No Place of Grace: Antimodernism and the Transformation of American Culture, 1880-1920 (New York: Pantheon Books, 1981), 4-7
(3)    Términoacuñadopor el historiador Timothy L. Smith, en Revivalism and Social Reform, American Protestantism in the Eve of the Civil War, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1980, 2 ed.
(4)    C. Norman Kraus, “Dispensationalism,” enEerdrman’s Handbook to Christianity in America, ed. Mark A. Noll, Nathan O. Hatch, George M. Marsden, David F. Wells, John D. Woodbridge (Grand Rapids: William B. Eerdman’s Publishing Company, 1983), 327.; Vertambién H. Ray Dunning, “Dispensationalism,” en Beacon Dictionary of Theology, ed. Richard S. Taylor (Kansas City, Missouri: Beacon Hill Press of KC, 1983), 168.
(5)    Ernest Sandeen, The Roots of Fundamentalism: British and American Millenarianism, 1800-1930 (Chicago, University of Chicago Press, 1970). Vertambién: George Marsden, Fundamentalism and American Culture: The Shaping of Twentieth Century Evangelicalism, 1870 – 1925 (Oxford, New York, Melbourne, and Toronto: Oxford University Press, 1980), 3-8, 14-16, 55-62.

 

Daniel A. Bruno
Pastor Metodista
Profesor de Historia
Licenciado en teología en ISEDET y Master en Divinidad en DrewUniversity, New Jersey
Director del Centro Metodista de Estudios Wesleyanos (CMEW) Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Director de la Revista Evangélica de Historia.

 

 

 

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Categoria: Edición 10 | Estos tiempos, entrega 6, Reflexiones

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