TEOLOGIAS O PRETEXTO

| 23 junio, 2014

La iglesia evangélica latinoamericana del presente siglo está siendo invadida por distintos tipos de pensamientos filosóficos y doctrinas, a través de los cuales se pretende dar solución a los diferentes problemas que afectan esta región.

Lo cierto es que estas doctrinas, no sólo carecen de una respuesta seria para temas como la pobreza, la desigualdad social, el sufrimiento de los inocentes, etc., sino que terminan confundiendo a los fieles de las iglesias de Latinoamérica, haciendo que estos pongan sus esperanzas en promesas humanas que nada tienen que ver con la ortodoxia o la ortopraxis.

Uno de estos pensamientos es la Teología de la Prosperidad, esta teología se está infiltrando a través de distintos métodos en la iglesia de hoy y, si bien es innegable que Dios prospera y bendice a quienes son sus hijos, el planteamiento teológico de quienes promulgan esta doctrina termina por desilusionar a los receptores del mensaje que comprueban en sus propias vidas que el mismo no era el correcto.

Hay que tener en cuenta que este tipo de mensaje no sólo es recibido por aquellos que se encuentran en una situación de desesperanza, por su angustiante situación económica o de opresión, sino que también germina en los corazones de aquellos que, con una visión posmoderna de la vida, se entregan al hedonismo y exitismo, propios de este siglo.

Ahora bien, no es una tarea sencilla rastrear los orígenes de la Teología de la Prosperidad en el sentido en que hoy día se la conoce. Es indudable que si bien el cristiano no debe esperar una retribución en la tierra a su fe en Cristo, Dios prospera a quienes le son fieles, como ya se ha aclarado, pero los motivos por los que esta teología surge, no son precisamente de índole didáctica sino especulativa y pecuniaria.

Por supuesto que no sería para nada ético el mencionar a los que iniciaron y continuaron con la predicación de este mensaje, que basa muchas de sus afirmaciones en el positivismo en vez de fundamentarse en la Palabra de Dios y su correcta interpretación.

Aquellos que proponen este evangelio afirman que Dios es rico y estas riquezas también le pertenecen a sus hijos. Según los seguidores de la Teología de la Prosperidad, el Señor quiere la felicidad de sus hijos, por lo tanto la pobreza es una maldición producida por la desobediencia de la ley (Gálatas 3:13-14, 29).

Según la interpretación de uno de los proponentes de la Teología de la Prosperidad, somos herederos de la promesa divina de que Abraham fuera rico (no se encuentra la promesa como tal). Parece que para él, la palabra bendición se refiere primordialmente a bienes terrenales.[i]

Otros fundamentos, sobre los que se apoya esta doctrina, son: el Pacto de Dios con Israel (Deuteronomio 28), en el que se describen las bendiciones que el pueblo recibiría si obedecían a la voz de Dios y las consecuencias de la desobediencia. Textos como Jn. 10:10, Stgo. 1:17, Fil. 4:19, Lc. 6:38, etc., son quitados de contexto para justificar el mensaje que estos hombres pretenden dar. Esto no quiere decir que algunos de estos pasajes no guarden algún tipo de promesa de la que el cristiano pueda asirse como un elemento de fe para la resolución de un problema financiero, pero tampoco quiere decir que estas promesas son aplicables a todas las personas en todo momento.

Según otro pastor, el cual defiende, predica y escribe sobre el mensaje de la prosperidad, el dar es un elemento que podemos utilizar a nuestro favor cuando tenemos alguna necesidad o petición delante de Dios. Según él, los ángeles interceden delante de Dios para que este nos bendiga cuando ofrendamos.

En el libro La llave de la Multiplicación, el autor afirma lo siguiente: Estos ángeles están presentando el reporte de las ofrendas que hemos dado, de cómo hemos bendecido a la iglesia, de cómo hemos usado las finanzas para el Reino de Dios y eso se convierte en un argumento a nuestro favor… De todo lo que usted da, el Señor en su banco dice: Éste gana cien veces más de los que ha depositado.

Otro de los aspectos a considerar, en aquellos que persiguen la prosperidad, es que su doctrina no está basada sobre los ejemplos bíblicos de aquellos hombres que lucharon y sufrieron por el evangelio, sino que están fundamentados en un pensamiento posmoderno exitista, con énfasis en el número de feligreses contabilizados en las células, la cantidad de dinero en las cuentas bancarias y los bienes materiales. El éxito para estas personas no se basa en hacer y aceptar la voluntad de Dios sino en perseguir el mismo como ideal personal y, según algunos autores, Dios se glorificará en esta búsqueda para bendecir a quien esté en ella.

Podríamos seguir mencionando ejemplos sobre este tipo de desviación doctrinal y de cómo se intenta justificar el mensaje de las mismas, pero no es mi interés el polemizar, ya que en definitiva este tipo de cuestión termina por convertirse en un asunto de conciencia de cada predicador, maestro y evangelista.

En mi humilde opinión, y luego de un tiempo de investigación del tema tratado, en este caso la Teología de la Prosperidad, aunque en el presente siglo la Iglesia del Señor está siendo afectada por muchas otras desviaciones doctrinales, creo que estamos en un tiempo de inflexión, donde debemos de alguna manera comenzar con una seria defensa de la Sana Doctrina, la que no es sana por causa de quien la predica sino porque la misma es cristocéntrica y bíblica.


[i] Pablo Hoff. Doctrina de la prosperidad y plan bíblico de finanzas. (Santiago: difusión Cristiana, s/f), 5.

 

 

Pablo A. Giovine
Co-Pastor en la Iglesia Cristo Luz del Mundo, de la Ciudad de Santa Fe.
Graduado del Instituto Bíblico Rio de la Plata (IBRP).
Graduado del Instituto de Superación Ministerial (ISUM), Licenciado en Teología Ministerial.
Estudiante de la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios.
Profesor del Instituto Bíblico Patagónico. (IBP)
Profesor del Instituto Bíblico Rio de la Plata. (IBRP)
Profesor del Instituto de Superación Ministerial (ISUM)

 

 

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Categoria: Edición 10 | Estos tiempos, entrega 8, Teología del Sur

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