UNA ECLESIOLOGÍA PARA UN AVIVAMIENTO CON TRANSFORMACIÓN

| 5 enero, 2015

Visión y concepción eclesial de uno de los coordinadores del Consejo Pastoral de la Ciudad de Buenos Aires y miembro del Movimiento Argentina oramos por vos.

En el Nuevo Testamento cada vez que se habla de la iglesia en una ciudad, siempre se usa el singular. Nunca el plural. Es la iglesia de Jerusalén, la iglesia de Corinto, etc. Sólo se usa el plural para hablar de las iglesias de una región o provincia, por ejemplo las 7 iglesias de Asia Menor. ¿Y cuáles son esas 7 iglesias? La iglesia de la ciudad de Éfeso, la iglesia de la ciudad de Esmirna, la iglesia de la ciudad de Pérgamo, la iglesia de la ciudad de Tiatira, la iglesia de la ciudad de Sardis, la iglesia de la ciudad de Filadelfia, la iglesia de la ciudad de Laodicea.

Una iglesia en cada ciudad. Y cuando en el Nuevo Testamento se habla de pastores, presbíteros, obispos, se usa el plural. Es decir, que según la Biblia, que se supone que sigue siendo nuestra regla de fe y práctica, en cada ciudad hay una sola iglesia, que está liderada por muchos pastores.

Pero como nosotros somos más inteligentes que el Espíritu Santo, entonces decidimos hacerlo al revés: muchas iglesias en cada ciudad, y un pastor en cada iglesia. ¿Será por eso que no podemos vivir un avivamiento con transformación?

Ahora, este paradigma no bíblico en el que nosotros nos movemos, fue tal vez útil para la realidad de la obra evangélica del pasado. Una iglesia evangélica incipiente, congregaciones pequeñas, con necesidades de llegar a todos los rincones del país, con mentalidad y realidad de pequeña minoría, muchas veces perseguida y discriminada.

Para los pioneros del evangelio de nuestras naciones, ni se pasaba por la cabeza la posibilidad de transformación de nuestros países, ni de avivamientos integrales. El único énfasis era tratar de ganar almas que le den crecimiento a esas pequeñas congregaciones locales. Y, aún la competencia entre las denominaciones, sirvió para que en aquellos pueblos donde no había iglesia, las denominaciones fueran y abrieran obra.

Pero hoy la realidad es distinta. La iglesia ha crecido, las congregaciones son numéricamente más grandes, la iglesia evangélica está presente prácticamente en casi todo el territorio de nuestros países. Hoy tenemos una conciencia creciente de que la iglesia además de seguir salvando vidas para la eternidad, tiene un papel clave en la transformación de la nación. Que no sólo debemos tomar la gran comisión de Marcos de predicar a toda criatura, sino también la de Mateo, que nos exhorta a discipular naciones.

Hoy ya estamos dejando atrás la mentalidad de minoría discriminada y el paradigma de pequeño pueblo muy feliz, estamos asumiendo el rol de protagonistas de un cambio.

El énfasis en la iglesia local es bíblico, pero necesitamos un cambio de paradigma. Es decir, cambiarnos los lentes con los que vamos al texto bíblico. Sacarnos los lentes oscurecidos por nuestra historia reciente y ponernos los lentes de Dios para leer el texto bíblico, tal como fue inspirado. Hay un cambio de paradigma por hacer en cuanto al concepto, al significado de iglesia local.

La localidad, según el Nuevo Testamento, es la ciudad. Y la iglesia local no es otra que la iglesia de la ciudad. Y nuestro campo de misión es la ciudad donde Dios nos ha puesto junto a todos los hermanos de esa ciudad.

La autoridad para ganar una ciudad no está en un pastor ni en una congregación, sino en la iglesia de la ciudad. Y el objetivo de avivamiento integral, avivamiento con transformación, se hace imposible de alcanzar a menos que tomemos en serio Juan 17: que sean uno para que el mundo crea.

¿Cuál es la iglesia de la ciudad? La formada por todos los creyentes en Jesucristo que se congregan en diferentes congregaciones de la única iglesia. Cuando entendemos que la iglesia de la ciudad es la “pizza” y que mi congregación no es la “pizza”, sino una porción, esto es tremendamente liberador de nuestro propósito. Y cuando entendemos esto entonces ya no competimos, ya no nos comparamos, ya no tratamos de hacer todos lo mismo, ya no tratamos de ser como nadie, ya no sufrimos cuando un creyente se va a otra congregación, porque está en la misma iglesia. Sí le enseñamos que cada uno, miembro del cuerpo, ocupa un lugar, pero ya no nos envenenamos, ya no tenemos la voracidad por pescar dentro de la pecera de la otra congregación.

Cuando uno comprende el concepto bíblico de la iglesia de la ciudad y que mi congregación es sólo una porción de la pizza, no sólo deja de hacer cosas que otra congregación hace mejor, sino que comprende algo más importante aún y es que mi congregación tiene un carisma colectivo único, un aporte singular que hacer que ninguna otra congregación de las de la ciudad puede dar. Un aporte único a la iglesia de la ciudad y a la ciudad.

Lo mismo sucede a nivel de los pastores en una ciudad, que conforman el Presbiterio de la Ciudad. En estos últimos años, ha sido un gran aporte en el proceso de unidad el surgimiento de los Consejos Pastorales en la mayoría de las ciudades. Pero este es el tiempo de otro avance en este nivel. La mayoría de los Consejos Pastorales se han estructurado a partir de formatos seculares, pero otra vez no bíblicos: presidente, vicepresidente, secretario, tesorero. Pero esa estructura ha alimentado nuevas divisiones y luchas por el poder. Tenemos que pasar al Presbiterio de la Ciudad, es decir, a los ancianos de la ciudad, que como en el antiguo Israel, juntos gobiernan el mundo espiritual de la ciudad. Y desarrollan con sus respectivas congregaciones, una misión unida en la ciudad, tomando todos los ámbitos de la realidad de la ciudad como campo de misión y movilizando a todos los santos en función de esa misión unida.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el Consejo de Pastores, estamos desde hace algunos años tratando de instrumentar esa visión de unidad, de una iglesia que se reúne en distintas congregaciones, con diferentes tradiciones, con algunas diferencias doctrinales y experienciales, pero que que misiona en unidad para alcanzar la ciudad para Cristo.

A nivel nacional, a partir de la crisis política-económica-social que la Argentina sufrió, nace un movimiento espiritual que se llama Argentina Oramos por Vos. No se trata de una estructura, ni de una organización, sino de un mover espiritual y de unidad de pastores, que apunta a ayudar a los diferentes Consejos Pastorales del país a implementar esa visión de misión unida para que el mundo crea. Este año pudimos realizar un Retiro Nacional de Pastores y cuatro Retiros Regionales de Pastores, a través de los cuales pudimos congregar y afectar a más de 3.000 pastores de todo el país. Y hay una conciencia creciente que es el tiempo de pasar del primer nivel de la unidad a los niveles dos y tres de la unidad de Efesios 4. El primer nivel, es ser solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, es decir, tener comunión, llevarnos bien, compartir actividades especiales. Esa unidad es del Espíritu, ya la ganó Cristo. Nosotros sólo tenemos que ser solícitos en guardar lo que Cristo ya ganó. En ese nivel necesitamos seguir avanzando, pero hemos crecido mucho.

Pero hay otros dos niveles: hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe. Aquí somos nosotros los que tenemos que llegar. Y tiene que ver con el reconocimiento mutuo dentro de una ciudad de las distintas unciones que hay entre los presbíteros. Lamentablemente en nuestra eclesiología no bíblica, prácticamente unificamos los diferentes ministerios de Efesios 4 solamente en el ministerio pastoral. Pero en una ciudad, necesitamos reconocer a aquellos que tienen un llamado docente, a aquellos que tiene llamado pastoral, un llamado evangelístico, un llamado profético y un llamado apostólico. Para que los santos de la ciudad sean perfeccionados y activados en la misión unida de la iglesia de la ciudad, y de esa manera penetrar con el evangelio redentor todos los ambientes de la ciudad. Y entonces podamos funcionar en el tercer nivel de la unidad de Efesios 4 que es el de la unidad del cuerpo: de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Lo maravilloso de todo esto es que, cuando visualizamos la importancia de la unidad, jamás nos vamos a equivocar. Porque venimos de una sola iglesia en Pentecostés y en todo el Nuevo Testamento, y vamos hacia las Bodas del Cordero, donde el Señor se unirá por toda la eternidad con una sola esposa. En el medio, estamos nosotros, todavía articulados a partir de paradigmas y eclesiologías no bíblicas. Pero caminando hacia el cumplimiento del plan eterno de Dios, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra, y eso incluye a su Iglesia también.

 

 

Mraida

Carlos Mraida
Pastor de la Iglesia del Centro desde hace 28 años
Es uno de los coordinadores del Consejo de Pastores de CABA
Miembro de la Mesa de CRECES
Ha escrito 14 libros

 

 

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que fiel a sus principios no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.

Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.

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Categoria: Edición 13 | Eclesiología, entrega 8, Notas de fondo

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