EL COMPROMISO DE CIUDAD DEL CABO | PREAMBULO

| 19 enero, 2015

Comenzamos con una serie de notas transcribiendo el “Compromiso de Ciudad del Cabo”, realizado por el Movimiento de Lausana. Semana a semana iremos reproduciendo las conclusiones del mismo pensando en el desafío que ello implica para la Iglesia del Señor.

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo en todo el mundo, afirmamos gozosamente nuestro compromiso con el Dios vivo y sus propósitos de salvación a través del Señor Jesucristo. Por él, renovamos nuestro compromiso con la visión y las metas del Movimiento de Lausana.

 

Esto significa dos cosas:

Primero, que seguimos comprometidos con la tarea de dar testimonio, en todo el mundo, de Jesucristo y de toda su enseñanza. El Primer Congreso de Lausana (1974) fue convocado para la tarea de la evangelización mundial. Entre sus principales legados a la Iglesia mundial se destacan: (i) el Pacto de Lausana, (ii) una nueva conciencia de la cantidad de pueblos no alcanzados; y (iii) un renovado descubrimiento de la naturaleza integral del evangelio bíblico y de la misión cristiana. El Segundo Congreso de Lausana, en Manila (1989), dio origen a más de 300 asociaciones estratégicas para la evangelización mundial, muchas de ellas, realizadas en cooperación entre diferentes países, en todas partes del mundo. Y, segundo, que seguimos comprometidos con los principales documentos del Movimiento: el Pacto de Lausana (1974) y el Manifiesto de Manila (1989). Estos documentos expresan claramente verdades medulares del evangelio bíblico y aplican esas verdades a nuestra misión práctica de formas que siguen siendo pertinentes y desafiantes. Confesamos que no hemos sido fieles a los compromisos asumidos en esos documentos. Pero los recomendamos y apoyamos, mientras intentamos discernir cómo debemos expresar y aplicar la verdad eterna del evangelio en el mundo siempre cambiante de nuestra generación.

 

LAS REALIDADES DEL CAMBIO

Prácticamente todo lo que tiene que ver con la forma en que vivimos, pensamos y nos relacionamos unos con otros está cambiando a un ritmo cada vez más acelerado. Para bien o para mal, sentimos el impacto de la globalización, de la revolución digital y del cambiante equilibrio de poder económico y político en el mundo. Algunas cosas que enfrentamos nos causan dolor y ansiedad: la pobreza global, las guerras, los conflictos étnicos, las enfermedades, la crisis ecológica y el cambio climático. Pero hay un gran cambio en nuestro mundo que es motivo de regocijo: el crecimiento de la Iglesia mundial de Cristo.

El hecho de que el Tercer Congreso de Lausana se haya realizado en África es evidencia de esto. Por lo menos las dos terceras partes de los cristianos del mundo viven ahora en los continentes del Sur global y el Este global. La composición de nuestro Congreso de Ciudad del Cabo reflejó este enorme cambio en el cristianismo mundial durante el siglo transcurrido desde la Conferencia Misionera de Edimburgo de 1910. Nos regocijamos por el asombroso crecimiento de la Iglesia en África, y nos regocijamos porque nuestras hermanas y hermanos en Cristo africanos fueron los anfitriones de este Congreso. Al mismo tiempo, no podíamos reunirnos en Sudáfrica sin estar conscientes de los años de sufrimiento del pasado bajo el apartheid. Así que estamos agradecidos por el avance del evangelio y la justicia soberana de Dios obrando en la historia reciente, mientras seguimos luchando con el legado de maldad e injusticia que permanece. Este es el doble testimonio y papel de la Iglesia en cada lugar.

Debemos responder en la misión cristiana a las realidades de nuestra propia generación. También debemos aprender de esa mezcla de sabiduría y error, de logro y fracaso, que heredamos de generaciones anteriores. Honramos y lamentamos el pasado, y nos involucramos con el futuro, en el nombre del Dios que sostiene toda la historia en su mano.

 

REALIDADES QUE NO HAN CAMBIADO

En un mundo que busca reinventarse a un ritmo cada vez más acelerado, algunas cosas permanecen iguales. Estas grandes verdades brindan la fundamentación bíblica para nuestra participación misional.

  • Los seres humanos están perdidos. La difícil situación humana subyacente continúa siendo como la describe la Biblia: nos encontramos bajo el juicio justo de Dios en nuestro pecado y rebelión, y sin Cristo no tenemos esperanza.
  • El evangelio es buenas noticias. El evangelio no es un concepto que necesita ideas nuevas, sino una historia que debe ser contada de una forma nueva. Es la historia inalterable de lo que Dios ha hecho para salvar el mundo, en modo supremo, en los sucesos históricos de la vida, muerte, resurrección y reinado de Jesucristo. En Cristo hay esperanza.
  • La misión de la Iglesia continúa. La misión de Dios continúa hasta los confines de la !erra y hasta el fin del mundo. Llegará el día cuando los reinos del mundo se convertirán en el reino de nuestro Dios y de su Cristo, y Dios morará con su humanidad redimida en la nueva creación. Hasta tanto, la participación de la Iglesia en la misión de Dios continúa, con una urgencia gozosa y con oportunidades nuevas y apasionantes en cada generación, incluida la nuestra.

 

LA PASIÓN DE NUESTRO AMOR

Esta Declaración está enmarcada en el idioma del amor. El amor es el idioma del pacto. Los pactos bíblicos, antiguos y nuevos, son la expresión del amor y la gracia redentores de Dios que se proyectan para alcanzar a nuestra humanidad perdida y a la creación estropeada. A cambio, reclaman nuestro amor. Nuestro amor se demuestra en confianza, obediencia y un compromiso apasionado con nuestro Señor del pacto. El Pacto de Lausana decía que la evangelización mundial requiere que “toda la iglesia lleve todo el evangelio a todo el mundo”. Esta sigue siendo nuestra pasión. Así que renovamos ese pacto afirmando nuevamente:

  • Nuestro amor por todo el evangelio, como las gloriosas buenas noticias de Dios en Cristo, para cada dimensión de su creación, porque ha sido arrasada toda por el pecado y el mal;
  • Nuestro amor por toda la Iglesia, como el pueblo de Dios, redimido por Cristo de toda nación en la !erra y toda era de la historia, para compartir la misión de Dios en esta era y glorificarlo por siempre en la era venidera;
  • Nuestro amor por todo el mundo, tan lejos de Dios pero tan cerca de su corazón; el mundo que Dios amó tanto que entregó a su único Hijo para su salvación.

Al amparo de este triple amor, nos comprometemos nuevamente a ser toda la Iglesia; a creer, obedecer y compartir todo el evangelio; y a ir a todo el mundo para hacer discípulos a todas las naciones.

 

lausana

MOVIMIENTO LAUSANA
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo
1era de Corintios 5.19

 

 

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que fiel a sus principios no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.

Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.

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Categoria: Edición 13 | Eclesiología, entrega 10, Evangelismo

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