LA ECLESIOLOGÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO

| 16 febrero, 2015

En los Evangelios Sinópticos, Jesucristo no predica la Iglesia, sino el Reino de Dios. La esperanza del AT parece que se cumple en la persona de Jesús, y el centro de su anuncio es el Reino.

Incluso sabemos que las parábolas enseñadas por Jesucristo anuncian el Reino de Dios y su significado. Luego algunas de estas parábolas se alegorizan, pero inicialmente, si nos acercamos a la predicación originaria de Cristo, encontramos que proclama el Reino, que está cerca, que ha llegado, y que está vinculado a su persona.

El Reino es por tanto el resumen de toda la predicación de Jesús. Más que Reino como realidad estática, habría que hablar en un sentido dinámico, es preferentemente reinado, poder de Dios, llegada de la salvación para los hombres. La llegada del Reino es una nueva y buena noticia para los hombres. A partir de ese Reino se inaugurará una nueva época: los ciegos ven, los cojos andan y se anuncia la buena nueva a los pobres.

Jesús habla muy poco de Iglesia. Las únicas menciones de la palabra “ekklesia” en los Sinópticos corresponden a Mateo 16, 18 y 18, 17. En el primer texto estamos ante una asamblea de seguidores, de creyentes. Significaría literalmente asamblea o grupo de creyentes.

Jesús predica el Reino, pero la comunidad eclesial predica a Jesús, ese es el cambio significativo, ni Jesús ni la Iglesia se anuncian a sí mismos. La Iglesia vincula a Jesús con el Reino, como identificado con Él y con la parusía. Es relevante señalar que no es lo mismo el Reino que la Iglesia, en ocasiones se ha identificado para mostrar que Jesús predica la Iglesia, nada más falso. Reino tiene un sentido escatológico, es el día del Señor. La Iglesia es una realidad terrenal, es la asamblea de los creyentes, que construye el Reino con la ayuda del Señor, pero no es el Reino mismo.

¿Cuál es el origen de la Iglesia? Es sabido que Jesús reúne un grupo de seguidores en torno a su persona, no es probable que quisiera directamente fundar una comunidad, y su intención primera podría estar en la restauración del pueblo de Israel. Sus referencias son constantes en este sentido. En Mt 15, 24 habla de haber sido enviado para buscar las ovejas perdidas de la casa de Israel, escoge entre los principales a los Doce, simbolizando las doce tribus de Israel, ahora próximas a una restauración. Los mismos apóstoles están convencidos de una restauración mesiánica triunfal, son herederos de un nuevo gobierno.

En esa preparación de la futura Iglesia Jesús hace gestos de restauración que adquirirán una impronta especial. Algunos de los discípulos de Jesús, que habían sido seguidores de Juan el Bautista, habían recibido el bautismo, parece que incluso todos ellos se bautizan, según refleja Hechos de los Apóstoles. Jesús mismo fue bautizado por Juan el bautista, lo cual nos dice que el gesto del bautismo estaba sólidamente implantado en la primera comunidad cristiana, es el gesto más expresivo de la comunión y la conversión inicial. En los relatos de resurrección encontramos a Cristo enviando a los discípulos a bautizar, Mt 28, 19 “Id y bautizad a todas la naciones en el nombre, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Esa comunidad primera, convocada por el Señor, está compuesta por un grupo especial que son los Doce. Sabemos que hay otros seguidores, bastantes más, entre los que encontramos algunas mujeres, cuyo papel en la resurrección parece muy importante. Estos son además seguidores fijos, viven con Jesús durante el tiempo que dura su predicación, le acompañan en su caminar y aprenden de Él. Tras su muerte y resurrección serán los continuadores de su misma misión, que no era otra sino la restauración de Israel, por eso los años siguientes a la resurrección, los discípulos se dirigen preferentemente a los judíos, y sólo ante su rechazo se abren y predican a los gentiles.

Hay otro gesto significativo para los discípulos: la cena pascual celebrada en la víspera de su muerte, la Última Cena que celebró Jesús con los Doce. Allí Cristo anunció una Nueva Alianza, el pan y el vino son ahora el cuerpo y la sangre. La realización de esa Nueva Alianza se sella con su cuerpo partido y su sangre derramada al día siguiente con su muerte en cruz. Esa celebración indicaba a los discípulos que estaban ante un cambio importante, Jesús es un nuevo cordero pascual, sacrificado por nuestros pecados, era el Mesías esperado desde antiguo. Pero esa fe no es aceptada por Israel, por lo que el gesto de la Última Cena, partir el pan y bendecir la copa, cuerpo y sangre del Señor, quedó como gesto único cristiano. En esta cena se inaugura una nueva alianza, una distinta comunidad, no necesariamente identificada con la raza Judía, que lo había rechazado.

En el NT descubrimos diferentes tradiciones eclesiales, que estudiamos por separado. La primera gran tradición eclesial en el NT sería la de la comunidad del discípulo amado o de San Juan, en ella descubrimos una cristología más avanzada, y da la impresión que la escatología que manejan es de presente, es decir, esperan de manera inminente la llegada de Cristo. Es por eso que la eclesiología está menos elaborada, no se habla de jerarquía, sino de fe, siendo las figuras relevantes Pedro y el discípulo amado, tradicionalmente identificado con San Juan. El primero es cabeza del grupo, es el que “apacienta mis corderos”, Jn 21, 15, pero el que tiene fe, el primero que cree es el discípulo amado, el íntimo de Jesús, el que primero comprende.

Esta eclesiología está más aferrada a Cristo, el mismo discurso de despedida de la Última Cena, en Jn 13, es un ejemplo evidente de la implicación personal y religiosa de la Iglesia con Jesucristo. La eclesiología se va a ir completando con los contactos con la gran Iglesia, ya existente, y con la unión interna ante la agresión externa.

En las cartas Pablo, que son los textos más antiguos de la Iglesia, vemos referencias constantes a la Iglesia y a la eclesiología. Son especialmente importantes los capítulos del 9 al 11 de la Carta a los Romanos. Es una carta en la que reelabora la historia de salvación, expresando el rechazo de los Judíos a la fe en Jesucristo; y de cómo los gentiles, que sí han hecho una opción por Él, son los herederos del Reino. Al final Pablo parece intuir una conversión final de todos los judíos al Mesías.

La palabra “iglesia”, cuya terminología usa el apóstol Pablo, no tiene un significado cerrado, sino que se está formando su significado. Históricamente estamos cerca de la expulsión de la sinagoga. En 1 Cor 11, 18, la comunidad, o “ekklesia”, está referida a un grupo concreto, local o particular. Finalmente está la idea de “Iglesia universal”, que podemos entenderlo como un segundo paso, tras llamar Iglesia a la reunión o comunidad local. En 1 Cor 12, 28 habla del orden en las reuniones. En Fil 3, 6 habla de haber sido perseguidor de la Iglesia, usando el término en un sentido general.

El libro de los Hechos, nos ofrece una visión de la iglesia amparada en la unidad. El origen de esta unidad está fundamentado en el Espíritu Santo, motor y guía de la comunidad cristiana. Es verdaderamente inspiradora y origen de la Iglesia. El relato más significativo es Pentecostés. El Espíritu Santo, que es el mismo Dios, actúa en la comunidad cristiana incipiente, propiciando conversiones y fortaleciendo la comunidad. Esta idea de Iglesia universal está presente constantemente. Pablo, en Hechos 20, 28, en la despedida a los presbíteros de Éfeso, parece hablar de Iglesia en sentido general. Se ha evolucionado de una reunión de creyentes, de una comunidad local a la idea de comunidad universal, llamada Iglesia.

En las cartas pastorales descubrimos una eclesiología muy organizada. La autoridad y la doctrina fija preocupan, son un signo de los problemas de la Iglesia primitiva con grupos cismáticos y heréticos. Están hechas para la vida interna y ya se habla de tradición, depósito de la fe y doctrina recibida. Hay unas autoridades fijas: obispos y presbíteros, que salvaguardan y vigilan la comunidad. Es evidente que la Iglesia está resistiendo a los problemas de crisis.

La última de las eclesiologías que encontramos en el NT es la de la tradición “petrina”, de la “Gran Iglesia”, la de Mateo, más relacionada con la tradición hebrea y que es expresada en cuestiones como la fraternidad, la comunidad, y la propia dignidad. En Mateo es interesante la continuidad que manifiestan con las tradiciones judeo-cristianas.

 

Matias Suarez

Matías Alarcón Suárez
Graduado del Instituto Bíblico Rio de la Plata.
Se está preparando para ir de misionero a China, a donde irá a radicarse en unos pocos meses más.
Ya ha estado predicando en China.

 

 

 

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Categoria: Edición 13 | Eclesiología, entrega 14, Notas de fondo

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