LA CONQUISTA DE AMERICA

| 12 octubre, 2015

La salida de esta semana coincide con una fecha particular, feriado en nuestro país, que conlleva una serie de conjeturas muy fuertes y produce no pocas discusiones en torno al evento al que por muchos años se lo conoció como Día de la Raza.

Muchas cuestiones podemos dirimir sobre este asunto.

Sabido es que las conveniencias ejercen una fuerte presión sobre las convicciones, generando desde alistamientos a cosmovisiones encontradas u opuestas.

Al desglosar el tema en sus distintas aristas, las cuales ameritan el análisis de cada opinión, aportamos datos para que cada lector, pueda contribuir con su postura y creencia como un comentario al pie de esta nota.

La Codirección de Cordialmente, tiene muy en claro el valor de la diversidad como base para lograr la verdadera unidad.

 

Una epopeya destacable

La llegada de la expedición al mando de Cristóbal Colón a estas tierras, tiene un correlato de hazaña que es importante destacar. En un contexto donde la opinión generalizada decía que la tierra era cuadrada, el marino Genovés no sólo estaba convencido de lo contrario, sino que se dispuso a demostrarlo asumiendo los riesgos que eso conllevaba.

Es de destacar que Colón, según muchos biógrafos, había aceptado las creencias protestantes que por entonces habían surgido en Europa, algo que escondió ante los Reyes Católicos, que fueron quienes asumieron la financiación del viaje. O sea, era un hermano nuestro en la fe.

Su viaje demuestra osadía cuando no se disponía de ninguno de los adelantos tecnológicos actuales para procurar llegar a lugares nuevos, como hoy es por ejemplo la llegada y exploración del planeta Marte.

En aquel momento “la idea” se puso en marcha y eso amerita un reconocimiento a la valentía.

 

Un descubrimiento que no fue

Colón descubrió América, se nos ha enseñado en historia, cuando en realidad no fue así.

De hecho el citado viajó cuatro veces a estos lugares creyendo que estaba llegando a las Indias, fue Américo Vespucio el que se dio cuenta que entre Europa y Oriente se interponía un continente desconocido para ellos.

Sin embargo, debemos recordar que aquí había habitantes. Es decir que alguien llegó antes. Seguramente muchísimo antes, lo suficiente para que la descendencia de ellos poblara América desde Alaska a Tierra del Fuego. Eso probablemente implique miles de años.

Nosotros, los cristianos, creemos en que toda la raza humana desciende de Adán. Y luego, tras el diluvio, Noé se transforma en otro hito único en el que todos terminamos emparentados. O sea que post Noé alguien salió y llegó a América y desde él o ellos se pobló el continente.

 

Un despojo lamentable

Lo que vino tras la heroicidad de los primeros expedicionarios, fue la voracidad de la conquista que buscaba recursos financieros que ampliaran y sostuvieran su poderío imperial.

Los habitantes de estos lares tenían un adelanto significativo en muchas ramas que demuestran que se trataba de gente preparada. Lo que conocemos de las civilizaciones Mayas e Incas, especialmente, demuestran que la cabeza se usaba mucho por estos lares, a los que luego se los denominó América.

Sin embargo, aquí no existía la pólvora. Esa fue la diferencia para que España, Portugal, Inglaterra y, en menor medida Holanda y Francia, se adueñaran de las vidas, tierras y pertenencias de los pueblos originarios de América.

Barcos cargados de oro llevados a Europa, matanzas indiscriminadas, sometimiento e injusticias se transformaron en una brutal e innegable realidad.

La Biblia es muy clara al respecto sobre matar, despojar, esclavizar y todas las atrocidades que se cometieron. Es verdad que muchos de los pueblos aceptaban el cambio de cosas importantes que poseían, por baratijas ofrecidas por los europeos y, en filosofía mercantilista dominante, eso es el primer e intocable mandamiento: “La libertad de mercado”.

Pero para quienes conocen las verdades divinamente expresada en el Libro de los Libros, esto es un pecado grave. Desde Abel hasta el tiempo del fin, toda sangre derramada clama a Dios desde la tierra buscando justicia.

 

Una evangelización que no fue

Presuntamente la llegada de los europeos a América tenía por fin evangelizar este continente. Propósito loable de ser verdad. Pero en realidad tal evangelización no ocurrió. Los nativos fueron sometidos y obligados a doblar sus rodillas ante el emperador y las creencias de los europeos. La historia relata algo que, si no fuera por lo cruel y bizarro, hasta sería gracioso. Llegaban los conquistadores, bajaban de sus barcos y en español leían un edicto que explicaba la nueva situación de la gente de allí. Que desde ese momento eran súbditos de la corona de España y aceptaban el cristianismo. Como si los nativos pudieran entender los que le decían en otra lengua.

La evangelización es la proclama del amor de Cristo y su obra en la Cruz del calvario para perdonar nuestros pecados. Algo que se hace en el entorno del amor y que el beneficiario acepta por medio de la fe.

La presunta evangelización, fue una escusa que generó el marco “legal” para el apoderamiento.

 

Una discusión de principios

Hoy se opina mucho sobre la filosofía a emplear en referencia a los descendientes de aquellos habitantes americanos, a quienes algunos aún denominan “indios”.

¿Se debe evangelizarlos?, ¿se impone respetar sus creencias y culturas?, la evangelización respetando sus formas y culturas ¿violenta o enriquece a los pueblos? ¿es nuestra responsabilidad apoyar sus reclamos de resarcimientos por el despojo sufrido?

Desde lo estrictamente espiritual decimos que tenemos el compromiso de llevar a cabo la evangelización de los pueblos originarios como a cualquier otro individuo. Porque Dios nos ha enviado a predicar el evangelio a toda criatura. Nuestro mensaje de salvación debe alcanzar a toda persona que no conozca al Redentor y aún no le haya abierto, por fe, el corazón.

Esto debe incluir el respeto por la vida, la salud, la educación y los derechos de los pueblos originarios.

Nos debemos en un análisis más profundo, los alcances de los aportes e implicancias en el campo sociocultural, dado que, muchas veces confundimos evangelización con intrusión de culturas, procurando cambios en las costumbres, formas de vestimenta, alimentación, organización social, expresiones artísticas y otros pareceres.

 

Un trabajo realizado

Bueno es destacar la labor que la Iglesia Evangélica ha desarrollado en Argentina a favor de los pueblos originarios. Muchas de nuestras Iglesias individual y/o mancomunadamente han realizado y realizan una tarea destacable en este aspecto.

Es de destacar que el único artículo, que en nuestra Constitucional Nacional, reconoce a los pueblos originarios fue redactado y propuesto por el pastor metodista y teólogo José Míguez Bonino, único constituyente evangélico en la reforma constitucional de 1994.

En 1985 se promulgó la ley 23.302, llamada ley De la Rúa, que en realidad es la “Ley sobre Política Indígena y apoyo a las Comunidades Aborígenes. Objetivos. Comunidades Indígenas. Instituto Nacional de Asuntos Indígenas. Adjudicación de Tierras. Planes de Educación, Salud y Vivienda”.

En ese momento se reconoció la ardua labor de las congregaciones evangélicas a favor y apoyo a todos los pueblos nativos. Esto es algo destacable aunque como con tantos otros logros, se procura invisibilizar nuestra labor, por parte de quienes no tienen la menor duda al procurar desmerecer el evangelio de Cristo, despojado de los vaivenes terrenales.

 

Una reflexión final

Es menester recordar, como pueblo de Dios, que siempre debemos priorizar a las personas. Denunciar el abuso de los poderosos y defender a los débiles, no es una opción, sino una responsabilidad para las hijas e hijos de Dios, en tiempos en los cuales las legislaciones están plagadas de conveniencias que condicionan la justicia a favor de los poseedores de la pólvora.

Europa, de la que muchos de nosotros somos descendientes, se enriqueció por el saqueo y despojo de los demás continentes. África, América, Oceanía y Asia traspasaron recursos humanos y financieros hacia el Viejo Continente.

En medio de la crisis global que sacude especialmente a la Gran Ramera que se sienta sobre las muchas aguas (pueblos) y es continuadora del Imperio Romano, la Iglesia de Cristo es desafiada a redoblar su esfuerzo en alcanzar a los perdidos, predicando el evangelio de Jesucristo, que traerá justicia y paz, cuando el Cordero inmolado se manifieste en Gloria, en su regreso para reestructurar todas las cosas.

La Codirección

 

 

 

 

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