¿LEALES AL MENSAJE?

| 8 agosto, 2016

Una llamada que cuestiona el mensaje actual de la redención, buscando en los orígenes la verdad del Evangelio.

Es frecuente. Cada tanto, dentro de las grandes ramas del cristianismo oficial –sea este católico o protestante– surgen movimientos de renovación y de despertar espiritual. Pretendiendo regresar a ese punto mítico e inicial del cristianismo.

Por lo general, le suelen decir “Volver a Jesús”. Pero claro, una cosa es Jesús y otra el Cristo o los cristos de la fe…

Pareciera ser que “epocalmente”, la vida y el mensaje de Jesús se actualizan y están vigentes. Fenómeno que vemos inclusive en las pantallas de cine, en cada pascua o navidad. Siempre surge como una nueva versión más auténtica, divergente o polémica del Nazareno. Jesús, es así, convoca, mueve, agita…

Sin embargo, ¿Qué es lo que sucede que cada tanto hay que volver a ese momento mítico e inicial del movimiento judeocristiano (primer dato a tener en cuenta) para que la propuesta inicial no se nos escape o se pierda entre tantas estructuras, dogmas e instituciones?

¿Tiene que ver con el mito del eterno retorno? ¿O tiene que ver con que –por lo general– se comete el mismo error? ¿Cuál sería esa falla? ¿A caso tendrá que ver con la lealtad? ¿Somos leales al mensaje? ¿Somos leales a su contexto inicial?

Los cristianismos en general ¿hablan más del Reino de Dios (segundo dato a retener) o están más preocupados por su sistema de creencias (dogmas) y en como ser iglesias más atractivas?

La palabra lealtad me produce un enorme desafío, me confronta. Me hace pensar de qué manera vivo lo que creo y comunico con coherencia ese mensaje de paz, equidad justicia y liberación.

En consecuencia, preguntas y más preguntas… ¿Somos leales al mensaje del evangelio de Jesús? ¿Somos leales a su Proyecto Reino? Nuestras comunidades de fe ¿hablan y comunican de manera entendible al resto de las personas? ¿O es un lugar (a veces circo) solo para entendidos y evangélicos rotativos (esos que rotan de iglesia en iglesia por millares de causas)?

Entonces, si queremos ser leales al evangelio de la paz, la equidad, la justicia y la esperanza, es necesario recuperar su dimensión social y política para comprender luego, el tipo de espiritualidad que este propone y no al revés.

 

 

SITUACIONES LOCALES (El rapto de la realidad)

El público que fue perdiendo el mundo católico latinoamericano es el público que el mundo evangélico al ritmo de un fundamentalismo galopante supo conquistar. En el fondo de esas personas -con sus carencias dolores, sus terribles historias y sus urgentes necesidades – se encuentran las mismas formas de creencias y sujeción.

Ya no tienen curas u obispos, ya no tienen santos o imágenes. Ahora tienen apóstoles, mantos de la descarga, agua bendecida, unciones con aceite, oraciones sobre prendas o imágenes. No tienen confesionarios pero tienen líderes que les dicen que deben hacer o como creer. No repiten oraciones de memoria, pero realizan declaraciones positivas y de fe, en post de cierta cobertura espiritual y éxito material. Están contenidos pero también sometidos.

 

Pueden superarse en la escala social, lograr mejoras económicas, incluso por la “ética” de la teología de la prosperidad, al ritmo de palmas levantadas y cabezas inclinadas diciendo “amen” a todo lo que dicen esos grandes centros de contención, concentración y sujeción. También llamados mega iglesias…

Son ovejas y cada rebaño tiene su pastor. Pero el verdadero amor, no somete, el amor libera y permite nuevas realidades. Nuevas preguntas y también nuevas perspectivas. Menos “seguridades” y más riesgos.

Pero claro, cuando la inseguridad sea física, emocional o social es lo que te apega al grupo de pertenencia (sistema), mejor unas buenas dosis de versículos y creencias que garanticen tu “breve” paso en esta tierra. Lugar para nada importante comparado a esa morada celestial a la que próximamente se llegará.

Mientras tanto, es bueno estar cubierto… porque el enemigo anda como león rugiente, (miedo e inseguridad ¿lo puedes ver?) Entonces sí y amén. Capa, espada, armas espirituales, unciones, caminatas de conquista, la sangre de Cristo y mucho más….

 

 

VOLVAMOS…

Entonces, cómo no será necesario volver luego de tanto desquicie enajenante que se aleja de la propuesta inicial ¿no?

Pero cuidado, porque entre todos los “retornos” que se nos ofrecen casi ninguno llega al siglo II o siglo I. La mayoría quiere volver a Jesús, pero sin negociar los dogmas. Sin negociar ni revisar la influencia de la cultura griega en el cristianismo, sin tocar o cuestionar el cristianismo dócil, sufriente e imperial de la época romana, sin renunciar al cristianismo Express, comercial, versicular, misionero y de conquista que nos llega desde el norte de nuestra América.

Sin cuestionar ese cristianismo invasivo y terrorista que atenta contra los cuerpos privilegiando la salvación del alma…

¿Esa fue la propuesta del nazareno? ¿Ese fue su proyecto? ¿El dijo vengo a morir por ustedes? ¿O murió por su consecuencia de vida?

Si queremos ser leales al mensaje del Nazareno, ¿podemos seguir proponiendo “Jesús murió por mí”, “acéptalo en tu corazón y serás salvo”? ¿Salvación individual? ¡¿Qué estamos diciendo?! ¿De eso se trató semejante proyecto?

Le solemos atribuir el dogma de la “Redención” olvidando que redención en el contexto hebreo pre-monárquico (Goel=redención) no tiene que ver en nada con la salvación del alma individual sino que fue una institución social. Un rol que cumplía un miembro en mejor posición dentro de la tribu para salvar y liberar a un hermano que caía en desgracia. Con el fin de preservar la sociedad tribal y que esta no fuera reducida a servidumbre por extranjeros.

Sucede que el dogma de la “Redención” que todos “conocemos” es producto de ese cristianismo post siglo I. Dogma que se asocia al pecado original (otra idea ajena al contexto hebreo) y que propone un “jesús” (sí, ese jesús va en minúscula) que “acepta” voluntariamente sufrir por los pecados de la humanidad como consecuencia de aceptar la “voluntad” de Dios.

Sin embargo, cuando vamos al Jesús histórico (ten también ese dato en cuenta), podemos ver que aquella es una interpretación muy posterior a Jesús y que termina siendo funcional al cristianismo imperial. Porque claro, el mensaje de Jesús judío, es picante, desafiante y agitador. Había que pasar de un Jesús cuestionador y revolucionario a un jesús pasivo y sufriente que acepta las estructuras dominantes del mundo como voluntad divina. Porque claro, todo es voluntad de dios (ese dios también va con minúsculas), incluso nuestros gobernantes no? (Consecuencias típicas de una lectura a-histórica de los textos bíblicos)

Quizás la supervivencia y pertinencia del cristianismo –curiosamente– dependa de su reconciliación con el judaísmo, siendo saludablemente esperable que el o los cristianismos en general tomen esta iniciativa reconciliadora. Solo los cristianismos reconciliados con el judaísmo quizás tengan algo más coherente para anunciar al mundo de hoy.

Ya que el mundo en general no rechaza al judío Jesús, sino que rechaza los abusos imperiales y dogmáticos que se hicieron de sobre su vida y su propósito. El mundo –de alguna manera– sigue esperando un Jesús más humano que divino.

Quizás la vuelta triunfal de Jesús sea comprensible de esta manera, no en forma física y espectacular, sino el retorno a sus raíces, a una interpretación más coherente y pertinente con su historia y en consecuencia con nuestra actualidad. Un retorno menos dogmático y más humanizador que celestialmente espectacular. Un retorno a su propuesta social aquí y ahora, al Reino de Dios entre nosotros.

 

 

Simone

Yoe de Simone
Bachillerando en teología por FIET
Columnista en “La conversación en Curso”
Actualmente coordina “Proyecto Reino”, proyecto independiente integrado por personas que no provienen de alguna iglesia pero que se interesan en la propuesta de Jesús.

 

 

 

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Categoria: BIBLIA, Edición 17 | Lealtades, entrega 6, Teología

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