¡SALDEMOS NUESTRAS DEUDAS!

| 22 agosto, 2016

¡Comisionados leales con el comitente y la comisión.

“A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma”.
Romanos 1.14-15 (RV1960)

En este pasaje, vemos en Pablo a una persona que se considera deudor a sí mismo (en versión NVI dice “estoy en deuda”). Y podríamos preguntar: ¿Acaso el apóstol había pedido dinero prestado a los griegos y no griegos, a sabios y a no sabios, como así también a los romanos? No. Entonces, ¿por qué dice que está en deuda con ellos?.

En verdad, existen muchas maneras de estar en deuda o ser deudor. Una, es pedir prestado dinero a alguien, y entonces éste se convertirá en deudor hasta que salde su deuda al acreedor.

Otra de las tantas maneras de convertirse en deudor, es como el caso que nos ocupa, el de Pablo, que alguien A (Comitente: Jesucristo) le haya dado a otra persona B (Comisionado: Pablo) algo muy importante con el encargo de entregar a un tercero, o a varios C (Comisión). Esta era la situación en la que se encontraba Pablo. Era el Señor Jesucristo, el comitente, quien ha constituido a Pablo en comisionado al confiarle la custodia del evangelio, para que entregara a los gentiles, sean griegos o no, sabios o ignorantes (conf. Hechos 9:15; Gálatas 1:16; Colosenses 1:25-27; 2ª de Timoteo 1:11).

Pablo se sentía deudor con Jesús y con los destinatarios: con Jesús, porque todavía no había podido cumplir completamente con su encargo, es decir la comisión. Esto es lo que dice en 1ª de Corintios 9:16-17 “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!. Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada”. Y se sentía deudor con los destinatarios (griegos y no griegos, sabios y no sabios, conf. Romanos 1:14), porque todavía no le había podido entregarle el evangelio de Jesucristo.

¿Cuál era el contenido del evangelio? Era el evangelio acerca de Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad, por la resurrección de entre los muertos, para la obediencia a la fe y salvación (conf. Romanos 1:1-6).

La responsabilidad del comisionado variará según la comisión encomendada por el comitente. En el caso de Pablo era de suma importancia, ya que el que recibe el evangelio de Jesucristo tiene vida eterna; y también de suma urgencia, porque cada día mueren muchas personas a las cuales debe llegar el evangelio. Por eso, a Pablo le urgía anunciar el evangelio.

De manera similar a Pablo, nosotros también somos comisionados, y a la vez, deudores de Jesús y los destinatarios, porque hemos recibido la Gran Comisión al igual que los once apóstoles, que consiste en hacer discípulos a todas las naciones (conf. Mateo 28:19-20); ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura (conf. Marcos 16:15), pero todavía no hemos cumplido ¡y aún falta mucho! Tengamos en cuenta que al decir “todas las naciones” y a “toda criatura” se refiere a todo ser humano por el solo hecho de ser humano; hecho a imagen y semejanza de Dios, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, opinión política, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, nivel cultural e intelectual, o cualquier condición favorable o desfavorable.

De lo desarrollado hasta aquí, podemos afirmar que:

  1. Así como el Señor Jesús le confió a Pablo el evangelio para los gentiles, lo mismo hace con nosotros.
  2. Así como para Pablo, el anunciar el evangelio no era un derecho sino una obligación; el evangelizar no era de carácter optativo sino imperativo, lo es del mismo carácter para nosotros.
  3. Así como mientras Pablo retenía el evangelio se convertía en “deudor” o “estaba en deuda” con Jesús, porque no había dado cumplimiento de su encargo, nosotros también lo estamos.
  4. Así como mientras Pablo retenía en su poder el evangelio se convertía en “deudor” o “estaba en deuda” con los gentiles que no conocían a Cristo, nosotros también somos deudores con respecto a los que tienen derecho de recibir el evangelio de nosotros.
  5. Así como todo ser humano, los gentiles, griegos y no griegos, sabios y no sabios, tenían derecho de oír el evangelio y recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador y así ser salvos. Hoy, de la misma manera, todo ser humano, por su sola condición de tal, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, opinión política, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, nivel cultural e intelectual, o cualquier condición, tiene derecho a oír el evangelio y de recibir a Jesús para ser salvos. El derecho a oír el Evangelio de Jesucristo es el Derecho Humano por excelencia.

Pastor, anciano, líder, hermano: comisionado de Cristo, ¿cómo te ves a ti mismo ante tu

comitente Jesús? ¿Qué piensas que hiciste con la gran comisión que Él te encomendó? ¿Cómo te ves al estar ante otras personas que no tienen a Cristo? ¿Qué es lo que ves cuando ves una persona de cualquier raza o condición, que va en camino a la muerte eterna sin Cristo? ¿No habrás mirado de manera despectiva o sintiéndote superior al otro? (recuerda que ante ellos Pablo se veía a si mismo como un deudor, como a quienes él debía entregar el evangelio que Jesucristo le había encomendado).

Hermanos, recordemos que nosotros también éramos gentiles, estábamos perdidos y en camino de muerte, pero Dios nos bendijo por medio de la gracia de Jesucristo, nos salvó y honró al confiarnos el evangelio de su Hijo Jesús, que es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree (Romanos 1:16), no para que lo retengamos solo para nosotros sino para que lo entreguemos a los otros, porque las buenas noticias de la salvación son para ser compartidas y vividas.

Pablo anhelaba llevar el Evangelio a los que estaban en Roma porque se sentía deudor, y tanto tú como yo sabemos que es deshonroso no saldar una deuda. Nosotros deberíamos estar ansiosos por saldar nuestra deuda, como lo estaba el apóstol Pablo.

Hermanos, seamos leales con Jesús cumpliendo con su voluntad, y seamos leales a nuestra comisión poniendo toda diligencia, y seamos leales a los destinatarios de la gran comisión anunciando el evangelio a toda criatura, a todo ser humano, conforme a la comisión de Jesucristo.

 

 

 

Juan Kon

Juan Kon Yung Park
Pastor, ministro carcelario y abogado

 

 

 

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Categoria: Edición 17 | Lealtades, entrega 8, Evangelismo, MINISTERIOS

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