EL DILEMA 3 | IDENTIFICACIÓN

| 19 septiembre, 2016

Extracto del documento “Del conocimiento y la declaración al compromiso y la acción”

Esta es la tercera entrega de aquel documento de fines de la década del ´60 para compararlos con nuestra realidad.

Ahora, el obispo Pagura expone con claridad la raíz interna de los problemas del cristianismo tanto católico como protestante: el trato con la riqueza, la pobreza y la explotación de cristianos por parte de otros cristianos. Reflexionar ante esta realidad debe producir en la pastoral la definición clara de su identidad.

La Redacción

 

¿Tendremos que aceptar entonces que Assmann está en lo cierto al afirmar que todas esas magníficas declaraciones no podrán traducirse en hechos de obediencia, en una acción francamente comprometida por parte de los obispos y de otros miembros de la jerarquía eclesiástica? Que de hecho, para emplear sus propias palabras: “Sobrepasan las condiciones de posibilidad de acción de parte de los obispos, por eso no pueden ser asumidos consecuentemente por los mismos; se transforman en estandarte referencial para las vanguardias cristianas; funcionan como provocadores de mala conciencia entre los jerarcas y cristianos indecisos y dan a muchos no cristianos la impresión de un camino de posible alianza desbrozado a medias…

No sólo no existe todavía en la actualidad un viraje explícito y consecuente de las jerarquías eclesiásticas y de la masa “cristiana” hacia un decidido compromiso con el proceso de liberación, sino aún en el futuro próximo, un viraje de tal amplitud no se presenta como probabilidad.”

Tal vez, sociológicamente hablando, Assmann tiene razón y por consiguiente no deberíamos hacernos demasiadas ilusiones en cuanto al futuro inmediato. Pero por otra parte, podemos regocijarnos en el hecho que él mismo admite, de que en muchos países de América ya las fuerzas reaccionarias de la derecha se van convenciendo de que no pueden seguir contando con la Iglesia como aliado incondicional mientras muchos gobiernos empiezan a temer a la nueva Iglesia que va surgiendo de los escombros de un pasado de falso esplendor y de real claudicación.

Ya podemos saludar con entusiasmo el desarrollo de una teología viviente de la liberación que conjuga el testimonio perenne de las Escrituras, el pensamiento agudo de una providencial generación de teólogos jóvenes y comprometidos, el aporte de una nueva escuela histórica y sociológica que propone interpretar nuestra realidad latinoamericana desde dentro y no según patrones importados, y la reflexión hecha con sangre de los modernos mártires cristianos que ya están fecundando nuestras tierras para la gran cosecha.

Si a esto se suma el reagrupamiento de las fuerzas del Imperialismo, que pone al descubierto el retorno a “la política del garrote” con la complicidad y colaboración interesada de las minorías oligárquicas de cada país, nos damos cuenta que cada vez le irán quedando a las Iglesias Cristianas y a sus obispos y altos dirigentes, menos trincheras donde refugiarse y eludir “el costo del discipulado” y el compromiso concreto. Es cierto que por un tiempo más, como bien lo señalaba Dom Helder Cámara: “Es facilísimo agitar el comunismo contra todos los que, aún sin ningún lazo con el partido o la ideología marxista, osan descubrir las raíces materialistas del capitalismo. Que osan observar que, en rigor, no hay ya socialismo en singular, sino socialismos y capitalismos en plural.”

Aquí en Costa Rica, con pocas semanas de diferencia, el Arzobispo de San José y el Obispo de Alajuela han dedicado una Homilía y una Carta Pastoral, a atribuir al comunismo todos los males pasados, presentes y futuros de Costa Rica, para gran regocijo de los sectores más reaccionarios del país. Pero simultáneamente, en una prolongada campaña evangelística dirigida por una predicador a quien llaman “el Billy Graham latinoamericano”, no sólo se condenó sistemáticamente a los cristianos que se preocupan por asuntos políticos, sociales o económicos, así como a los que se dedican al quehacer teológico, sino que se aludió con toda intención y pasmosa superficialidad al “cuco” del Comunismo que se cierne sobre América Latina, sin tocar para nada los males del Capitalismo que no pueden escapar a nadie que como él, ha recorrido casi todos los caminos de nuestro continente. ¡Es muy sugestivo que de pronto los obispos más conservadores de América Latina y uno de los evangelistas más populares de esta región, se encuentren hablando el mismo y “espiritual” lenguaje!

Tenía razón Freixedo al afirmar: “Muchos gobiernos y autoridades dictatoriales deberían pagarle a los comunistas una subvención para que no dejasen de existir, pues éstos son el espantajo real y feo tras el cual ellos que también son feos, se amparan para seguir viviendo bien. Si el pueblo se alborota, harto de abusos, se le amenaza con el cuco del comunismo, que para el nordeste del Brasil, por ejemplo, y para los indios del altiplano de Bolivia, no sería peor de lo que actualmente padecen. Si ya no hubiesen comunistas, ¿a quién le echarían entonces la culpa los Gobiernos, de las algaradas, levantamientos y rebeliones? No negamos que los comunistas no se aprovechen de todo este estado de cosas, pero ciertamente ellos no son los causantes del malestar profundo que es la verdadera raíz del mal, y que procede de los abusos de los cristianos sobre cristianos, con la tolerancia de los pastores.”

 

 

Pagura

Federico Pagura
Obispo Emérito
Iglesia Metodista Argentina
Obispo en Costa Rica y Panamá (1969-1973)
Obispo en Argentina (1977-1989)

 

 

 

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Categoria: Edición 17 | Lealtades, entrega 12, PASTORAL, Teología Pastoral

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