CONFRONTADOS POR LA REFORMA

| 26 marzo, 2018

 

Profesores expulsados de los seminarios donde enseñan

La Reforma puso al alcance de la gente común el texto bíblico y abogó por la universalidad del sacerdocio de todos los creyentes. Dos bases espirituales de inmenso valor que marcaron, en gran parte, la superación que significaba ese cisma que unificadamente los protestantes y evangélicos consideramos como fundamental en el plan de Dios.

El tiempo generó la necesidad de una mejor preparación de los siervos del Señor, ya que a medida que iba creciendo el conocimiento general de la población, esta realidad reclamaba una mayor preparación de quienes aceptaban el llamado de Dios a pastorear la grey.

Así nacieron los seminarios o institutos bíblicos, los que basados en la premisa de maximizar la eficacia del trabajo de los pastores y demás ministerios, aparecieron con la finalidad, innegablemente beneficiosa, de presentar un plan de estudios que mejorara la realidad personal de quienes tienen la vocación de servir a Dios, sirviendo a la gente.

Pero las premisas reformistas incluían, como ya se dijo, el sacerdocio universal y el acceso a la lectura y entendimiento privados, lo que otorgaba la ventaja de la pluralidad de ideas. Los institutos bíblicos, a través de sus profesores y planes de estudios, tenían la consigna de canalizar para bien estas dos bases fundamentales que la Reforma tomó de La Biblia.

Hoy, cuando recordamos con gratitud a Lutero y demás reformadores, suenan las alarmas en esta área de la educación cristiana. Puede observarse que algunos institutos bíblicos suelen caer en el desliz de irrespetar aquellas consignas y, bajo una ponderada defensa de la “sana doctrina”, menoscaban dichas premisas.

Es obvio y entendible que cada instituto bíblico ha de tener su propia impronta y preparará sus planes de estudios; junto a ello elegirá su plantel de profesores, respondiendo a determinado énfasis que la denominación a la que pertenece defiende.

El asunto es cuando aparece la exageración. Ya el “hereje” no es el que tergiversa el texto bíblico y enseña cuestiones que confrontan directamente con La Biblia. Ahora la cuestión es que al más pequeño detalle ya aparece la tarea de los inquisidores que se esconden detrás del manto de la postura que hay que defender a capa y espada.

Si un profesor deja entrever en su discurso cualquier cuestión que no condice en un cien por ciento con la dirección del seminario, ya ese educador pasa a ser un peligro público en ciernes al que hay que controlar y, de ser necesario, sacar de en medio, cual si fuera anatema.

Recientemente la Fraternidad Teológica Latinoamericana ha presentado un artículo titulado “Preocupación por la expulsión de profesores en instituciones teológicas latinoamericanas”. Mencionan un caso particular en Ecuador, pero citan también otros en “Brasil, Chile, México y Centro América, donde instituciones despiden a profesores/as de renombre y gran trayectoria, por razones de persecución ideológica y teológica”.

Y a mí se me llena el corazón de tristeza al decir que tengo que agregar, a ese listado, el caso de Argentina.

Agregan en su exposición, los integrantes de la mencionada Fraternidad Teológica, que se realiza “todo esto, sin considerar el impacto sobre las personas, su estabilidad laboral, sus familias, sus iglesias, sus estudiantes y sus contextos inmediatos, los cuales salen dañados de diversas maneras”.

Los casos que conozco le ponen rostros, nombres, trayectorias a esta realidad. ¿Es que acaso no se piensa en lo que esto implica? Hay dolor, frustración, gente cercana a esos profesores que se sienten defraudados, familiares a los que la amargura los invade. El argumento de los directivos es “hay que defender la sana doctrina”.

Yo también la defiendo, mis amigos lectores. Soy de los que varias veces ha visto su vida en peligro por la causa del evangelio, con amenazas de palabras y de hechos violentos y aún de uso de armas. Y entonces defiendo la fe que creo y predico. Pero lo que aquí denuncio, son las exageraciones.

Uno no puede dejar de recordar a Torquemada, el confesor de la reina Isabel la Católica y primer Inquisidor General de Castilla y Aragón en el siglo XV. Uno piensa en él y en lo que se ve ahora y deduce que hay mentes que, puestas a ejercer poder dentro de la fe, son propensas a generar una nueva Inquisición. Los límites que tendrá su accionar solo estarán marcados por el poder que logran acuñar. Los súbitos de la Reina Católica de España quemaban a nuestros hermanos, a los que consideraban “herejes”, otros, con menos recursos y poder, expulsan a nuestros hermanos, a los que también consideran “herejes”.

Como parte de esa postura, cuando algún profesor enseña algo que dice La Biblia, dentro de esa pluralidad permitida, pero no está en total acuerdo con la perspectiva o intereses de los directivos, lo llaman y le dicen “sentimos de Dios que debés dejar tu lugar”. ¡Qué arrogancia!

 

Rodolfo Polignano
Pastor en el barrio de Colegiales de la Ciudad de Buenos Aires
Unión de las Asambleas de Dios
Profesor del Instituto Bíblico Río de la Plata durante 30 años
Escritor y maestro se especializa en Homilética
Bajo su ministerio pastoral se levantaron 12 nuevas congregaciones
Sirvió muchos años como presidente de Evangelismo de la Unión de las Asambleas de Dios
 

 

 

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que fiel a sus principios no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico. Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores.
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Categoria: DOSSIER de ACTUALIDAD, Edición 19 | CONVERSANDO LA REFORMA, entrega 8

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