¿QUÉ HA PASADO CON LOS “TEMPLOS”?

Congregarse, reunirse, acompañarse, ser comunidad, es algo vital para los que tenemos fe y en realidad para todo ser humano. Reflexiones y desafíos para los tiempos que corren.

 

La pandemia del Covid-19 no tiene cura por ahora, es un virus que si bien tiene una baja mortalidad entre los que se enferman, tiene una extraordinaria capacidad de contagio, con eso le basta para ser realmente muy peligroso, pues si se transmite libremente es capaz de colapsar los sistemas de salud con una facilidad extraordinaria, y llevarse muchísimas vidas como ya hemos observado ha pasado en países que no han tomado medidas severas a tiempo.

De ahí la necesidad de lo que se ha llamado “aplanar la curva”, no se trata pues de eliminar el contagio, sino de disminuir su velocidad. Para ello se toman medidas drásticas cuales son las cuarentenas, el cierre de lugares de reunión, como bares, discos, bibliotecas, eventos deportivos y artísticos y por supuesto también las actividades de las iglesias que necesariamente reúnen público, es decir, restringir temporalmente el congregarnos y realizar otras actividades que involucran cercanía física, implementando medidas de distanciamiento físico.

Congregarse, reunirse, acompañarse, ser comunidad, es algo vital para los que tenemos fe y en realidad para todo ser humano. No debe menospreciarse, no debe mirarse como algo de segunda categoría, la espiritualidad, el compañerismo, la amistad y la hermandad es uno de los elementos que son propiamente humanos, por eso algunos filósofos y pensadores sostuvieron que el ser era humano un animal político, un ser social por naturaleza. La fe cristiana no puede entenderse sin el otro, los dos mandamientos principales del cristianismo siempre están relacionados con un otro, sea este Dios, o sean las imágenes de Dios, es decir, todo ser humano, a quienes el evangelio demanda amar como resumen de toda la ley y los profetas, por ello teólogos como Juan Wesley decían que la santidad no podía ser otra que una social, no se podía entender de otra manera, de forma tal que yerran aquellos que pretenden aislarse para practicar la santidad.

En este entendido, pienso que cuando se ha decretado la continuidad de ciertos servicios básicos como de primera necesidad creo que se ha cometido un ligero error conceptual, reunirse con la familia, visitar a nuestros padres, acompañar a nuestros amigos en un cumpleaños, e ir a la iglesia para estar con tus hermanos en la fe sí son actividades de primera necesidad, pero deben suspenderse, no porque no sean de primera necesidad, sino porque podemos prescindir de ellos para nuestra sobrevivencia y evitar una catástrofe mayor, sin embargo, si nos priváramos de ellos absolutamente ya no seríamos humanos.

Sin embargo, en este contexto tecnológico contamos con muchas nuevas alternativas para seguir acompañándonos, alentándonos, ayudándonos, amándonos, que van desde el culto familiar hasta la llamada telefónica y las videollamadas a nuestros hermanos, desde las predicaciones por internet, hasta las donaciones por vía de transferencias electrónicas a quienes están en necesidad, y todavía más, la realización de ollas comunes

en las Iglesias con el fin de alimentar a los que pasan hambre producto de las cuarentenas, seguimos siendo cristianos además en lo que hacemos a diario si es que nos toca, por ejemplo esas enfermeras que en el hospital tocan himnos o hermanos que van a las afueras de la casa de un anciano para, a la distancia, cantar alabanzas.

La pandemia nos muestra así algo que hasta ahora quizá no habíamos comprendido del todo bien o que a menudo olvidamos: que el acompañamiento, el reunirse, el amarse, las disciplinas de la gracia son algo que incluso podemos hacer fuera del “templo”, que Dios no habita en lugares hechos por manos humanas, sino en el cuerpo de Cristo que son los que creen en su nombre, y ese cuerpo no está cerrado, incluso cuando está perseguido en serio, nunca está cerrado si los cristianos están amando.

Hay algunos cristianos, minoritarios, pero ruidosos que en diversas latitudes han acusado que la prohibición de reunirse por estos motivos sanitarios constituye una persecución religiosa, sienten que les impiden ser cristianos, sin embargo uno se pregunta ¿qué clase de cristianismo tienen que el mismo se ve restringido en estos tiempos en circunstancias que la iglesia hoy tienen tantas alternativas para seguir amando, sirviendo y entregando amor a los otros por estos extraños y nuevos medios de gracia como las ciber reuniones, las ollas comunes, el ceder templos como albergues, el servir con valor, fe y valentía en los trabajos hospitalarios o servicios públicos y privados que deben continuar?

Retumba hoy por hoy entonces, tal como en la iglesia primitiva, el precioso discurso del libro de Hechos: El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas…

Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como

algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.

Sin duda, tal como pasó en otras pandemias de la historia, como la gripe española a

inicios del siglo pasado, los así llamados “templos” un día volverán a abrirse, y por fin podremos vernos, abrazarnos y reunirnos físicamente, pero quiera Dios que los templos dejen de ser llamados templos, y reconozcamos que nunca lo fueron, pues Dios no habita allí sino en su pueblo, en su gente, que si sirve y ama, entonces está en su presencia. De esta forma creo podremos dejar ya la “templolatría” que nos ha aquejado por tanto tiempo, ese afán de construir magníficos y hermosos templos como si Dios nos amara más o se complaciera más en esas edificaciones humanas, para ser simplemente lugares de reunión donde el verdadero templo se reúne.

Como cristianos anhelamos el volver a reunirnos, darnos la mano, abrazarnos, vernos cara a cara, sea dentro o fuera de lo que hasta ahora llamamos templo, nos alegraremos ese día, pero quiera y permita Dios que ese día recordemos que de todas formas nos acompañamos, que de todas formas fuimos iglesia, que de todas formas servimos y amamos a los demás, como demanda el Señor, y esos lugares que llamamos templos

sean solo el lugar físico desde el cual seguimos haciendo lo mismo, amando y sirviendo.

La Iglesia Latinoamericana tiene este enorme desafío, si nuestro continente ya estaba golpeado por la pobreza, la miseria, la desigualdad y la acumulación, la pandemia y su efecto económico pondrán las cosas todavía peor, nuestro continente no está preparado como los países del primer mundo para enfrentar la recesión que esta pandemia está generando, cuando regresemos pues habrá todavía menos tiempo para enfocarse en construir megaiglesias con aire acondicionado, porcelanato, estacionamientos gigantes o fastuosos adornos para sentir así que Dios está con nosotros y pretender honrarlo con dicha materia, habría pues que retomar la costumbre de nuestros padres que se reunían en galpones, en la sombra de árboles, o en un humildes lugares, para destinar nuestros

esfuerzos pues en ser Iglesia, es decir, ser una comunidad para los demás, tal y como la

pandemia ha puesto en evidencia.

El culto asimismo no ha cesado sino que debería incrementar aún más, pues ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.

         

 

Esteban Quiroz González
Chileno, miembro de la Iglesia Metodista de Chile
Abogado Universidad de Chile
Diplomando en Estudios de la Religión, Universidad Católica de Chile Bloguero en El Otro Canuto.

 

 

Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que, fiel a sus principios, no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico. Las notas publicadas en esta edición digital reflejan la opinión particular de los autores. La dirección de Cordialmente procura que la expresión bíblica “examinadlo todo, y retened lo bueno” sea el objetivo, por lo cual se invita a los distintos escritores a presentar sus fundamentos dejando el juzgamiento del artículo en cada uno de los lectores.

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Categoria: Edición 22 | NUESTRA AMÉRICA: CATACLISMOS Y ESPERANZAS, entrega 6, Reflexiones

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