COMPASIÓN Y LIBERACIÓN: COORDENADAS DEL REINO (Parte 1)

| 24 mayo, 2021 | Responder

Compasión y liberación son las coordenadas del reino de Dios. Misericordia y justicia son los atributos esenciales del evangelio de Jesús. Todo lo demás está de más en el reino de Dios. Todo nuestro egoísmo, nuestros prejuicios, nuestras ambiciones, nuestras leyes y tradiciones deben someterse al juicio que trae el evangelio de Cristo.

Texto bíblico: Marcos 1:40-42

“El amor tiene una vida frágil.
El existe para ser buscado, degustado en un breve instante,
cantado como eterno en su eterna fragilidad.
El amor necesita siempre estar en camino, errante sin posada cierta,
caminante sin rumbo preciso.
No se puede detenerlo, guardarlo en un cofre, ni temer su partida.
El no acepta sepulturas ni altares.
El es todopoderoso en su frágil y efímero poder.
El es sin poder pero puede todo cuanto quiere.
Derrumba reyes de sus tronos y vuelve reyes a los humildes.
Canta suaves baladas de amor y grita estridentes clamores de justicia.
Viene como la brisa suave que atraviesa los días calientes y se va,
y después hace ansiar desesperadamente por su vuelta.
Aparece como un rayo de sol en pleno invierno…o como el brazo envolvente
de cuerpos amantes.
Es como la comida gustosa cayendo en estómagos hambrientos,
o como el agua buena de la fuente para los caminantes sedientos.
Es como las flores del campo en plena primavera
o como el canto de los pájaros en las mañanas de domingo.
La monotonía no lo atrae, las definiciones estáticas lo repugnan
y los códigos rígidos lo espantan.
Si permanece inmóvil, muere.
Vive siempre corriendo, sin descanso,
revelándose a unos y a otras para continuar vivo.
El amor es insaciable, hermano de la justicia y de la paz.
Solo vive provocando sed, solo crece si lo dejamos libre,
solo vuelve si el corazón está siempre abierto.”

El texto del evangelio que ha sido leído es una historia de amor porque habla del reino de Dios, y las historias del reino siempre son historias de amor, del amor que llega, toca y transforma, de un amor que alcanza y sana la totalidad de la vida.

Verso 40. Un hombre enfermo de lepra se acercó a Jesús y poniéndose de rodillas le dijo: “Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad”.

Los textos bíblicos describen la lepra como emblanquecimiento y deterioro de la piel, lo cual se corresponde con lo que hoy conocemos como soriasis. Desde el punto de vista médico, en la Biblia se torna más confuso el concepto sobre la enfermedad de la lepra, por cuanto el término hebreo tsará´ath, que se traduce como “lepra”, significa igualmente castigo de Dios. Por otra parte, con esta palabra hebrea se designan diversas manchas de moho, o manchas en las paredes de las habitaciones. Cualquiera que sea el caso, lo importante es comprender que en el pensamiento bíblico la lepra es la figura por excelencia para referirse a los efectos del pecado y es la prueba objetiva del mal.

De acuerdo a la Ley de Moisés, la lepra hacía impura a la persona que la padeciese. La Ley era severa con estos casos, la persona enferma debía abandonar la comunidad y aislarse hasta quedar sana de la lepra, si esto no ocurría, era condenada a la exclusión social de por vida. En nuestro pasaje, el hombre enfermo, de manera respetuosa, apela a la voluntad y el deseo de Jesús, “si quieres, puedes limpiarme”. No hay imposición, Jesús tomará una decisión movido por su propia voluntad. 

“Si quieres, puedes conversar conmigo, yo puedo escucharte”, “si quieres, podemos ir juntos y aclarar esta confusión”, “si quieres, esta semana podemos visitar a algún enfermo”, “si quieres, avisamos a un grupo de amigos y limpiamos la casa”, “si quieres, hacemos una denuncia para que no abusen mas de ti”; “si quieres, puedes participar de nuestro equipo de trabajo, hay mucho por hacer en la iglesia”; “la guerra se acaba, si tú quieres”, era el mensaje de John Lennon a los norteamericanos en los años de la guerra en Vietnam. Así nos interpela Dios a través de las palabras del hombre enfermo de lepra: “si quieres, puedes limpiarme”. Dios nos llama, nos habla constantemente, nos invita a participar de acciones que pueden aliviar el dolor, que pueden resolver un conflicto, que pueden traer aliento y esperanza. 

Pero Dios nunca nos obligará a realizar lo que no queramos hacer. Por nuestra libre voluntad responderemos o no a su llamado, por nuestra libre voluntad decidiremos qué hacer en cada momento, con quién trabajar y al servicio de qué causa comprometer nuestros esfuerzos. Dios nos confronta por medio de la realidad cotidiana, en cada situación que vivimos, en cada persona que clama, en cada necesidad que se presenta.      

Versos 41-42. Jesús tuvo compasión de él, lo tocó con la mano y dijo: Quiero. ¡Queda limpio! Al momento se le quitó la lepra al enfermo y quedó limpio. 

Jesús, movido por la compasión, toca al leproso y se compromete con él. Afirma que sí, que quiere ayudarlo y realiza la sanidad. Jesús sabe que está violando la Ley al tocar a una persona impura, haciéndose él mismo impuro, pero la compasión por el enfermo, su deseo de liberarlo de aquella carga, es más fuerte que la Ley desprovista de compasión. En esta obra sanadora, compasión y justicia van de la mano. No basta identificarse con el dolor ajeno, hay que hacer algo para aliviar ese dolor. Y si aliviar ese dolor significa contradecir y enfrentar lo establecido por la cultura y la sociedad, nuestras acciones estarán más cerca del evangelio de Jesús. 

Es la compasión, la misericordia, el amor por las personas lo que debe estremecer el corazón, las manos y los pies de la iglesia, no el miedo a incumplir lo que dice una ley escrita. Somos seguidores y seguidoras de un hombre que dio su vida por actuar con misericordia ante las necesidades de su tiempo, por incumplir leyes que no encaraban las injusticias y las opresiones, como la exclusión de las personas leprosas, condenadas a una especie de muerte lenta y silenciosa. 

Compasión y liberación son las coordenadas del reino de Dios. Misericordia y justicia son los atributos esenciales del evangelio de Jesús. Todo lo demás está de más en el reino de Dios. Todo nuestro egoísmo, nuestros prejuicios, nuestras ambiciones, nuestras leyes y tradiciones deben someterse al juicio que trae el evangelio de Cristo. “Misericordia quiero y no animales sacrificados” dijo el profeta Miqueas; “La Ley se resume en esto: amarás a Dios y amarás a tu prójimo”, dijo Jesús.

Es bueno que la iglesia hoy también diga: “¡Sí, quiero, queda limpio!”. Quiero que mi vida quede limpia, quiero que la iglesia quede limpia, quiero que la sociedad quede limpia, quiero que la creación quede limpia. Pero para poder limpiar, para poder sanar, para poder restaurar, hay que sentir compasión y aceptar el reto de la liberación. La sola compasión, sin justicia, no produce cambios profundos, se queda en la limosna, en la ayuda pasajera, no enfrenta el origen de las injusticias, del sufrimiento. 

La sola justicia, sin compasión, es un programa social y político a cumplir, carente de espiritualidad, de sensibilidad, de respeto y atención por las necesidades, creencias y aspiraciones de las personas. La compasión va acompañada de la justicia. La justicia compasiva es plenitud de vida. De esto habla el salmista cuando dice: “El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán”.

Camilo Torres Restrepo, mártir de la iglesia en América Latina, hombre de agudo pensamiento y comprometido con las luchas por la libertad y los derechos del pueblo colombiano, en uno de sus mensajes a los cristianos en Colombia, afirma: “no nos pongamos a discutir si el alma es mortal o es inmortal, sino pensemos que el hambre sí es mortal y derrotemos el hambre para tener la capacidad y la posibilidad después de discutir la mortalidad o la inmortalidad del alma”. El anuncio del evangelio no es una discusión intelectual sobre las doctrinas de la fe, sino que va directo a las necesidades y angustias humanas, buscando la plenitud de la vida.

Amós López Rubio
(La Habana, 1970) 
Doctor en Teología por el Instituto Universitario ISEDET, Buenos Aires
Pastor de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba (FIBAC).  
Decano del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, Cuba
Colabora con otros seminarios e instituciones teológicas en América Latina y el Caribe. Investiga y escribe en áreas de la teología pastoral, el ecumenismo y las teologías latinoamericanas.

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Categoria: Biblia, BIBLIA, Edición 24 | Fortalezas y Debilidades, entrega 2

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