¿OPCIÓN POR LOS POBRES?

Nota de opinión ante el actual contexto latinoamericano.

La constitución pastoral Gadium et spes, “sobre la Iglesia en el mundo actual”, aprobada en 1965 dentro del marco del II Concilio Vaticano, proclamó un viraje en el catolicismo: la opción por los pobres.

Paulo VI, continuado de la política iniciada por Juan XXIII, aprobó cambios en la apariencia, tales como la celebración de los cultos en la lengua vernácula, la reubicación del tabernáculos y en el ordinario de la misa, quedando el sacerdote frente a la feligresía; nuevo himnos, con uso de música pop o de ritmos nacionales; más participación del laicado y otros con lo que se proyectaba nueva imagen.

Con la encíclica Populorum progressio, “sobre el desarrollo de los pueblos”, publicada el 26 de marzo de 1967, Paulo VI dio continuidad a la política de mostrarse progresista, con repetición de las consignas tradicionales con los que la acción católica peleó dentro de los movimientos sindicales contra socialistas y comunistas: el derecho a la seguridad del empleo, el derecho a condiciones de trabajo justas y razonables, el derecho a afiliarse a un sindicato y la huelga como último recurso. Al propio tiempo, la condena a la violencia revolucionaria para lograr un nuevo orden económico.

La celebración en Medellín, en 1967, del II Congreso Eucarístico Internacional conjuntamente con el de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), dio apariencias de compromiso con las causas de los pobres y oprimidos. En 1970, siguiendo la línea de pensamiento de Gadium et spes y de Populorum progessio tuvo sus inicios de la Teología de la Liberación, aparentemente más radical, por utilizar categorías tomadas del marxismo Hubo clérigos y laicos que se lo creyeron, y se enrolaron en luchas contra las dictaduras militares. Incluso obispos y arzobispos. Otros, como Camilo Torres, lo habían hecho desde mucho antes, sin tanta palabrería. Solo el evangelio.

De vuelta a la normalidad, cuando, en vez de dictaduras militares, se dice disfrutar de un sistema democrático, con elecciones y partidos políticos compitiendo, la Iglesia Católica demuestra no haber cambiado. Insiste en ser respaldo del mismo sistema económico y político que, solo de palabra, con declaraciones efectistas dijo condenar.

Juan Pablo II reprimió la Teología de la Liberación y bajo su égida, en la III Conferencia del CELAM, celebrada en Puebla, prácticamente la sepultó. La IV Conferencia del CELAM, efectuada en 1992, en San Domingo, le echó más tierra encima. Pero la encíclica de Francisco, Fratelli Tutti, con fuertes condenas al neoliberalismo y la convocaría a obrar juntos, cristianos y no cristianos, para poner fin a las injusticias sociales, fue buena noticia, sin dudas mucho más avanzada que todos los documentos pontificios anteriores. En realidad, buen intento para atraer hacia el catolicismo a tantas personas que le han perdido la confianza. Pero es más fácil alcanzar a un mentiroso que a un cojo, dice el refrán popular. La posición cómplice asumida durante el golpe de estado dado contra Evo Morales en Bolivia, y las faltas de condena en Chile y Perú contra la represión policial, han demostrado que su posición es junto a las fuerzas más retrógradas.

En Colombia se asesina al pueblo. En el Congreso se puso a votación una moción de censura al Ministro del Interior, luego otra, respecto al de Defensa ¿Cuál fue la votación de los senadores católicos? Voto a favor de los que asesinan. Hay sacerdote “de a pie”, identificados con el pueblo. Algunos, en Cali, en la primera línea, dispuestos a ser golpeados, incluso asesinados. Pero la alta jerarquía hace llamados demagógicos para poner fin a la violencia, tratando por igual a víctimas que a victimarios.

El partido de los evangélicos, como siempre, votó en bloque a favor de lo que proponga Uribe. No sorprendió que una vez más estén del lado de quienes sistemáticamente han estado asesinando a líderes sociales, defensores de los derechos humanos, exguerrilleros, y que ahora lo hagan abiertamente en las calles. Están disculpados. A diferencia de los católicos no han mentido. Nunca han dicho que condenan el neoliberalismo, ni han hecho llamados a la unidad considerando que todos somos hijos de Dios. De ellos siempre se cabe esperar lo peor.

En Perú se celebrarán el 6 de junio elecciones de segunda vuelta. De una parte, Pedro Castillo, conocido antes solo por haber liderado una huelga de los maestros, pero que ahora representa a las fuerzas progresistas. Del otro, Keiko, hija de Alberto Fujimori, sujeta a procesos penales, y que promete volver a gobernar con mano dura, tal como lo hizo su padre. La Conferencia Episcopal de Perú declaró su opción política: la propaganda contra Castillo es acusarle comunista, y comunica a los medios que el cristiano que se diga católico, no puede votar por un comunista. Francisco les dio vía libre para esta NO OPCION POR LOS POBRES.

Godofredo Alejandro de Vega
Teólogo e historiador cubano protestante.

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