LA LUCHA EVANGÉLICA POR LA ESCUELA LAICA (Parte 2)

| 20 octubre, 2021 | Responder

Tensiones entre la religión y el estado | Segunda parte de este importante material para reflexionar HOY. 

La definición de Perón

Poco antes de su elección como Presidente Constitucional en 1946, el general Perón había declarado su apoyo a la enseñanza religiosa. Evidentemente era la condición de los católicos para brindarle adhesión a su candidatura. 

Inmediatamente a su designación como Presidente, tras la victoria electoral del 24 de febrero 1946, el 4 de junio Perón remitió al Congreso todos los decretos dictados por el gobierno de facto desde el 4 de junio de 1943 hasta esa fecha. Entre todos ellos, el Senado aprobó el decreto que implantaba la enseñanza religiosa en las escuelas. Sin embargo, la Cámara de Diputados desglosó esos decretos y el referido a la enseñanza religiosa no fue tratado hasta 1947. El 27 de setiembre de 1946, la Convención Bautista y la Confederación de Iglesias del Río de la Plata 1 enviaron a la Comisión de Instrucción Pública, donde estaba radicado el decreto, una carta solicitando que no se aprobara. Finalmente, el decreto en cuestión fue aprobado por la Cámara de Diputados el 14 de marzo de 1947, el Senado lo convirtió en ley el 17 de abril y el Poder Ejecutivo lo promulgó el 27 del mismo mes. Los evangélicos exigieron medidas explícitas que, por lo menos, garantizaran la libertad de conciencia de los objetores. 

Mientras tanto, sostiene Romero, “la fundación del Partido Demócrata Cristiano marcó el comienzo del conflicto entre Perón y la Iglesia, que rápidamente llevó a su caída. […] El Estado peronista y la Iglesia empezaron a chocar en una serie de campos específicos.”2 En palabras de Hilario Wynarczyk, “…de un modo en mayor o menor medida manifiesto, el arsenal de estrategias de Perón tendió a establecer la supremacía del Estado sobre los asuntos seculares y espirituales.”3 Por esto, “lo determinante para que la Iglesia rompiera con Perón fue que su hegemonía en la sociedad civil argentina se vio seriamente amenazada.”4 

Los “campos” a los que refiere Romero incluían los avances del gobierno en el terreno de la beneficencia (a través de la Fundación Eva Perón) y la educación, el creciente “culto laico” al presidente y a su esposa, su influencia sobre los adolescentes (a través de la Unión de Estudiantes Secundarios – U.E.S.), la incorporación de la mujer a la vida política. Al gobierno, por su parte, lo turbaba la intromisión de la Iglesia en la política, a través de la Democracia Cristiana. El conflicto estalló en setiembre de 1954, cuando en la provincia de Córdoba, católicos por un lado y la U.E.S. por otro, compitieron en sendas manifestaciones celebrando el Día del Estudiante. En noviembre, Perón inició su ataque contra la Iglesia: se prohibieron las procesiones, se introdujo una cláusula que permitía el divorcio vincular, se autorizó la reapertura de prostíbulos, se suprimió la enseñanza religiosa en las escuelas y se envió un proyecto de reforma constitucional para separar la iglesia del Estado. La defensa católica, por supuesto, no se hizo esperar. Sin entrar en detalle, concluimos que el 31 de agosto de 1955, Perón presentó retóricamente su renuncia, el 20 de setiembre se refugió en la Embajada de Paraguay, y el 23 de ese mes, el general Eduardo Lonardi se presentó como presidente provisional de la Nación.

Los argumentos de Sabanes y Canclini

Si bien no podemos pensar que uno hubiera visto el escrito del otro con anterioridad, en sus protestas Sabanes y Canclini recogen conceptos y criterios que el pensamiento evangélico venía esgrimiendo desde hacía tiempo. Entre sus puntos en común encontramos:

  • El argumento de la libertad de conciencia como razón fundamental, sosteniendo que una escuela religiosa violaba este derecho garantizado por la Constitución Nacional.5
  • El énfasis de la escuela laica y para todos, como un legado del protestantismo, reconocido incluso por pensadores y políticos no pertenecientes a esta tradición de fe.
  • La enseñanza religiosa como generador de un foco discriminador y promotor de  formas de violencia.
  • La exigencia de una separación tajante y total entre Iglesia y Estado, bajo los argumentos de que esta prerrogativa crea desigualdad entre los ciudadanos, lo cual constituye otra violación a lo garantizado por la Constitución Nacional, y la injusticia de exigir el sostenimiento económico de una institución religiosa a ciudadanos que no confiesan dicho culto.6
  • Lo fuertemente dudoso de que el catolicismo, en su forma de personas verdaderamente comprometidas con su fe y práctica, sea la religión mayoritaria de la nación.
  • Un reclamo no hecho en nombre de una denominación particular –los evangélicos–, sino reconociendo su condición de voceros de las convicciones y voluntad de otros grupos religiosos –judíos, etc.– y, también, de quienes no creen.
  • Algunas referencias, breves y concisas, a pasajes bíblicos que complementan lo argumentado, pero hay coincidencias en los textos elegidos. 

En cada folleto sin duda puede percibirse el toque personal de cada autor y, de alguna manera, la tradición o el trasfondo denominacional de donde provienen. Por supuesto, en ambos escritos las ideas están plasmadas de forma profundamente respetuosa. En Sabanes, aunque igual de enérgico, el tinte es un poco más conciliador, diplomático, promoviendo que las conclusiones surjan naturalmente de lo expuesto. Canclini se expresa de manera un poco más directa.

Vigencia del debate

Cada tanto, en alguna provincia emerge un nuevo intento por reinstaurar la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Los casos más emblemáticos han sido sobre todo en el norte argentino. Por ejemplo, a fines de diciembre de 2008, el Senado salteño sancionó la nueva ley 7546 de Educación, que incorporaba como obligatoria la educación religiosa en las escuelas primarias. La normativa fue promovida por el gobernador justicialista Juan Manuel Urtubey, e implementada en la práctica por el Ministro de Educación, Leopoldo van Cawlaert. Detrás de todo esto, los comentarios apuntaban a la presión del Opus Dei. El proyecto de ley se aprobó pese a la advertencia del INADI respecto de que enseñar religión en la escuela pública es fuente de discriminación, y también ante las críticas de algunas iglesias evangélicas.

Una arista llamativa es que al incorporarse la enseñanza religiosa como una materia curricular, su dictado requeriría personal calificado para impartirla. Desde el catolicismo se dio la posibilidad –según explica el Obispo Colombo–, “como una actitud que evidencia su capacidad de acogida”7, de que personas con estudios teológicos de otras iglesias o confesiones se capaciten, obviamente en un instituto católico, en la parte metodológica y accedan a cargos docentes para estas horas de clase. Miembros de algunas iglesias evangélicas de corte fundamentalista se han adherido a esta alternativa considerando el espacio como la apertura de un campo de misión. Esta actitud se ubica de manera diametralmente opuesta a la lucha que emprendió la generación del ’40 por la conquista de libertades y derechos que le estaban vedados a muchos. Tal vez por desconocimiento. Tal vez por ambición.

1 Creada en 1938 y de la que la FAIE es su continuadora jurídica desde 1957.

2 Luis A. Romero, op. cit., pp. 128s.

3 Hilario Wynarczyk, “El río fluye en tierra seca”, en http://www.teologos.com.ar/historia.htm

4 Adriana Puiggrós (Dir.), Peronismo: Cultura política y educación. 1945-1955, Buenos Aires, Galerna, 2001, p. 342.

5 Canclini cita: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5.29).

6 Canclini cita: las palabras de Jesús “Mi reino no es de este mundo… Mi reino no es de aquí” (Jn 18.36); “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22.21 et paral.). Sabanes refiere al lema “Iglesia libre en estado libre”.

7 Diario Salta 21, edición del 1ro. de setiembre de 2010.

Ricardo Fantini
Licenciado en teología (ISEDET)
Docente invitado en diversas instituciones eclesiásticas

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Categoria: Edición 24 | Fortalezas y Debilidades, entrega 11, TESTIMONIOS E HISTORIA

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