CREO, QUE FUE CONCEBIDO POR EL ESPIRITU SANTO
La doctrina de la divinidad de Cristo ha sido una de las doctrinas más atacadas a lo largo de la historia de la Iglesia. Las ideas gnósticas, herederas del pitagorismo y las sectas órficas de la Grecia antigua, sostenían la dualidad: Alma – Cuerpo, considerando al cuerpo como impuro e imperfecto, la cárcel del alma, la cual era pura y perfecta.
Cuando los gnósticos se arriman al cristianismo, cuestionan la divinidad de Jesucristo señalando que “es imposible que el Cristo puro y perfecto habitase en un cuerpo humano, impuro e imperfecto”.
Durante los primeros años la iglesia guardó silencio con respecto a la concepción divina de Jesús, quizás por proteger la reputación de María, cuestionada por la difamación de los religiosos judíos (Jn 8:41). Pero con el surgimiento de las ideas gnósticas, la iglesia hubo de ocuparse del tema, hacia el final de la era apostólica y en el período patrístico.
¿Qué marca la concepción divina de Jesucristo? ¿Cuál es su importancia para la doctrina cristiana?
1) Reafirma la deidad de Jesucristo y provee un Salvador sin pecado.
Tanto Mateo como Lucas atestiguan sobre la concepción y el nacimiento virginal de Jesús. Lucas señala que el Espíritu descendería sobre María (Lc 1:34-38) y que el poder del Altísimo la cubriría con su sombra. Por lo cual lo engendrado (gr. genomenon) sería llamado Santo (gr. agion) Hijo de Dios (gr. uios Theos).
En la genealogía, Mateo (Mt 1:16) tiene sumo cuidado en usar el pronombre singular femenino para señalar a María como la progenitora humana de Jesús, pero no menciona a José (gr. egennethe).
En Mt 1:18, el evangelista hace referencia a María utilizando el termino “Ek” como un genitivo de origen, para señalar que María había concebido por obra del Espíritu (gr. ek pneumatos).
Asimismo, el apóstol Pablo ocupa el término griego gennao (Gá 4:4) para referirse a Cristo como nacido de mujer, y en Gá 4:23 ocupa el término gegennetai para referirse a Ismael, como alguien nacido de la unión de varón y mujer.
2) Provee un salvador que es capaz de comprender a la humanidad.
Juan señala el punto más alto de la revelación de Dios al ser humano, cuando el Verbo (gr. logos) se hizo carne (humano) y habitó entre ellos en forma corporal (Jn 1:14).
Juan, en su evangelio escrito más tardíamente que los otros, parece ya percibir las ideas gnósticas y se encarga de enfatizar tanto al Jesús humano como al Jesús divino. Este Jesús hizo tantas señales que, según señala hiperbólicamente Juan, ocuparían todos los libros del mundo, y aún faltarían, al escribirlas (Jn 21:25).
El hecho de que el Hijo habitara un cuerpo humano no significa el abandono de su deidad, sino la adquisición de la humanidad, de modo que se afirma “Jesús fue cien por ciento humano, pero también cien por ciento divino” (Col 2:9; 1 Tim 2:5; He 2:14,17).
De modo que por conocer la naturaleza humana y sus padecimientos, tenemos un Salvador que puede comprendernos, señala el autor de la carta a los Hebreos (He 4:15).
A partir del siglo II, la doctrina del nacimiento virginal fue sostenida por Ignacio, Arístides, Justino, Ireneo, y otros líderes de la iglesia. Es extraño que teológicamente se haya señalado a Jesús como Hijo de Dios, además de que se ha enseñado y predicado mucho sobre la doctrina de la Encarnación, pero es poco o nada lo que se habla en los púlpitos contemporáneos sobre la doctrina de la concepción divina de Jesucristo. Sin embargo en la doctrina de la salvación (Soteriología) este aspecto es fundamental.
BIBLIOGRAFÍA
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Fabio Romero
Pastor en Templo Sarón en Montevideo.
Profesor de la Facultad de Teología.
Profesor de los institutos en Uruguay.
Profesor de filosofía en enseñanza media.
Maestría en Teología.
Licenciado en Filosofía. (Elaborando la tesis doctoral).
Cordialmente es la expresión de PASTORESxlaGENTE que fiel a sus principios no procura fijar conceptos únicos, sino que busca expresar la diversidad en la pluralidad que caracteriza al movimiento evangélico.
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Categoria: BIBLIA, Edición 7 | El Credo, entrega 3, Teología