EL CREDO Y LA GRAN COMISIÓN

| 25 noviembre, 2013

Redactar la columna del presente mes es un desafío ya que, acorde al tema general de la edición, debo escribir referente al “Credo Apostólico”.  Inicie mi labor mirando varias publicaciones en Internet, investigando en algunos libros y orando;  encontré tanta riqueza en el Credo Apostólico, mucho para decir, de muchos temas diferentes, aun otros que han sido difíciles teológicamente y han ocupado largos escritos y discusiones.

Algunas cosas que me sorprendieron fueron:

– Aunque no fue escrito por los apóstoles, el Credo Apostólico refleja formulaciones teológicas de la iglesia del siglo I. Era habitual que, al hacer su confesión de fe, y aun después del bautismo en aguas, el nuevo converso recitara el Credo Apostólico como declaración pública de su nueva fe.

– La repetición oral y pública del Credo Apostólico, junto con el Padre Nuestro y los Diez Mandamientos, ayudó a la preservación y transmisión de la fe de las iglesias occidentales en una época donde la mayoría de los cristianos eran analfabetos.

– Si bien los cristianos no creemos que los credos, confesiones y catecismos sean infalibles -lo que sólo puede ser dicho de la Palabra de Dios-, el Credo Apostólico resume adecuadamente la enseñanza de la Escritura, lo que es su propósito principal y puede proveernos un excelente resumen de aquellas doctrinas que son únicas del Cristianismo.

Entre otras conclusiones, creo que el Credo Apostólico, basado en el mandamiento de Jesús de ir y hacer discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, no es otra cosa que el mismo propósito de “La Gran Comisión”.

Mateo 28:19 está entre los versículos clave de la Fe Cristiana. Una vez salvado y unido a la comunión con el Amado, el nuevo creyente es traído, sobrenaturalmente, a la Gran Comisión como su tarea natural, no forzada, sino como parte del ADN del pueblo cristiano.

Todo nuevo creyente, al entender lo que su nueva fe implica, será consciente de que “debe ir y hacer discípulos” compartiendo con otros el evangelio, las Buenas Nuevas de Jesucristo.

Los creyentes, convertidos a Jesús, debemos propagar las enseñanzas de Dios y el Evangelio de Jesucristo en todo idioma, así como perseguir la Gran Comisión de Jesucristo y traer a cada persona individualmente o en grupo para escuchar y recibir la luz del Evangelio en todas sus enseñanzas, particularmente aquellas que proclaman la voluntad de Dios en cuanto a la justificación por gracia por Jesucristo Nuestro Señor y únicamente a través de la fe.

Cuando algún pagano abrazaba la fe cristiana, antes de su bautismo, hacía su Confesión de Fe citando el Credo de los Apóstoles, lo que lo comprometía implícitamente a transmitir el “mensaje” de su proclamación oral del Credo Apostólico a otros que todavía no pertenecían a la fe en Cristo.

Como la iglesia de la antigüedad, cada creyente debe ser consciente de los fundamentos firmes de su fe; si esto lo lográsemos hoy, tendríamos una iglesia que de manera natural se involucra en la responsabilidad en cumplimiento de la Gran Comisión a través de trasmitir a otros la verdad del

“evangelio de Jesús”.

 

Marcos Daniel Pelozo
Misionero en Moravia, Costa Rica
Anteriormente fue misionero en Presidente Franco, Paraguay por tres años y en Barquisimeto y Mérida, Venezuela por 6 años.
Trabajó en el Departamento Nacional de Misiones de Argentina.
Actualmente dirige la Agencia Misionera de Asambleas de Dios en Costa Rica.
Daniel es miembro de la Comisión de Misiones en Conjunto (MEC), red informal de Agencias Misioneras de Asambleas de Dios en el Continente y es parte de la Comisión de Hechos Uno Ocho, para el desarrollo de las Misiones de Asambleas de Dios a nivel global.

 

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Categoria: Edición 7 | El Credo, entrega 4, Misiones

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