REGRESO A MORIR EN MI CASA

| 2 diciembre, 2013

Seguir muriendo da garantía de seguir cambiando, no importa la edad sino la esperanza. El creyente nunca fracasa, sólo se detiene en la vida; Dios no instituyó su Reino para el fracaso, sino para ser vencedores por medio de Aquel que nos amó. 

Jesús parece ignorar la muerte humana al decir: “El que cree en mí no morirá jamás”. Pasa por alto algo conocido e inevitable. Este principio, que Pablo lo llama el postrer enemigo, la muerte, será vencida. Es extraño pero este es el tema de la espiritualidad, la muerte: “Haced morir” es una indicación apostólica; “Si habéis muerto con Cristo…” y sigue en forma casi infinita.

Es tétrico pero necesario, fue el método de Dios, predestinar su Hijo a la muerte. Haciendo eco Pablo, en su expresión más seria y profunda, dijo: “Cada día muero” ¿Qué quiso decir? Cuando él encontraba y descubría situaciones personales adversas a su espiritualidad, renunciaba a ellas. Para él era importante sepultar su genética, descubriéndola no defendiéndose. La muerte, enemigo mortal, la sombra de la vida, llamada a aterrorizar a los mortales, es utilizada como figura de abnegación y gloria.

Regreso a morir en mi casa. Lugar donde luchamos con la carne viva. No importa si fue en un evento donde Dios nos habló, o en un culto cotidiano, el proceso de la muerte es donde yo vivo. La salvación es un golpe de gracia. La muerte y resurrección es la búsqueda de un eterno descubrimiento de nuestro interior, donde la voluntad prevalece ante lo eminente, mi yo contaminado y mi renuncia porque quiero y no lloro la pérdida. Festejo la victoria con la muerte de algo que descubrí, renuncié y eliminé.

No están afuera las dificultades, están adentro, porque el pecado nos dañó más allá de la desobediencia, se fijó en nuestra genética como preludio al fracaso. La sangre de Cristo nos redimió, es cierto, somos salvos y vamos al cielo, pero si queremos seguir viviendo tenemos que seguir muriendo.

Mientras muchos construyen escalera a la gloria, yo sigo cavando mi sepulcro más profundo. 

Lo profundo es lo alto que puedes llegar, pero mejor hacerlo en casa, donde puedes cerrar la puerta y orar en secreto y morir en silencio. ¿Quién se dará cuenta? ¡Nadie! Tu vida pública hablará de tu muerte. Nunca digas lo que no puedes hacer, es posible que si descubres cómo y a qué morir, podrás hacerlo. No hay límite para Dios si eres capaz de renunciar a todo lo que posees, lo que posees puede ser tu derrota o tu triunfo.

Nunca te quedes con algo porque eso será suficiente para no tenerlo todo. No negocies con la muerte, solo muere. Sería grandioso tener una visión temprana de nuestras miserias, pero ellas se van revelando como lo espiritual; al parecer cuando muere algo, algo nace y la permanencia define las cosas. Esa depresión de muerte que ataca a los cristianos de querer irnos de este mundo malvado, demuestra una sola cosa, preferimos morir que vivir.

Me refiero a querer morir porque fracasamos, porque no fuimos capaces de renunciar, entonces es más fácil decir que el Señor venga o nos lleve. Creemos que hay algo de valentía en ello, pero solo mostramos de lo que no fuimos capaces, ser valientes y confrontarnos a nosotros mismos. Uno no sabe más del Evangelio de lo que practica. Así como la luz te guía, también tu sombra lo hace. Cuando la luz queda a tus espaldas, tu sombra está por delante.

La espiritualidad no se demuestra por la agonía del tiempo, sino por la muerte sin catalepsia. Seguir muriendo da garantía de seguir cambiando, no importa la edad sino la esperanza. El creyente nunca fracasa, sólo se detiene en la vida; Dios no instituyó su Reino para el fracaso, sino para ser vencedores por medio de Aquel que nos amó.

Quiero morir en casa, donde descubro quien soy, y es posible, solo posible, si miro para adentro y descubro que la salvación está más cerca de lo que creí, cuando decido morir un poco más. Cuando tú crees que lo malo está afuera, observa las cosas que amas y que son tuyas, quizás, solo quizás, ahí está la solución. Si te aterran los velatorios es porque estuviste ignorando la muerte. Salomón dice que enseña más en uno de ellos que una fiesta. Para estar de fiesta se necesita haber nacido de nuevo y entonces, solo entonces, apreciarás la muerte.

Recuerda que la carne pide tu vida y Jesús también. Depende a quien se la des será tu futuro. Las libertades espirituales tienen que ver con la sujeción al sistema del Reino.

No permitas que otros descubran tus debilidades, hazlo tú, y en casa, solo en casa se muere a ellas, y asegúrate que queden sepultadas muy profundas, para que no tengan la posibilidad de despertar. Cierra tu puerta y no te ocupes de lo público, Dios se encargará de ello. Jorge Luis Borges dijo: “La gente tiene la costumbre de morirse”. Esta frase que suena irreal para su concepto, es muy real para nosotros, acostumbrarnos a morir a todos los obstáculos que generamos y acercarnos a la perfección de las demandas de Dios.

 

 

Carlos Kucharenko
Licenciado del Instituto Bíblico Río de la Plata
Pastor de la Iglesia “Templo Buenas Nuevas”, Paraná, Entre Ríos
Realizador del programa televisivo “Buscando la Excelencia” (canal 9 y canal 11, Paraná)
Director Ejecutivo de la Radio FM 95.5 Mhz “Buenas Nuevas”
Tareas ministeriales en países de la región, en América del Norte y en Europa

 

 

 

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Categoria: Edición 7 | El Credo, entrega 5, PASTORAL, Vida Pastoral

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