JESÚS VIO LA CIUDAD Y LLORÓ POR ELLA

| 6 enero, 2014

“Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: !Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos.”
Juan 19:41-42 

Termina el año, y Buenos Aires con sus calles semi oscuras se va a dormir con la música de fondo de generadores eléctricos y cacerolas que suenan cual mantra de aluminio y teflón exorcizando las tinieblas. Allí están los verdaderos culpables de semejante desgracia. Ciudadanos despreciables que usan aire acondicionado con 40 grados de calor. Se lo merecen, al igual que esos otros viejos que se fueron a vivir al piso quince y ahora quieren que funcione un ascensor y para colmo pretenden tener agua. Hombres y mujeres de caras sudorientas y ojeras que denotan varias noches sin dormir. Hablan solos, al aire, a la televisión, a nadie. Quienes deberían escucharlos están a miles de kilómetros, lejos del dolor, como siempre lo estuvieron en cada tragedia, porque el dolor humano los aterra. Les encanta bailar y aplaudir, aunque sea sobre los muertos, pero enfrentar el dolor jamás. El llanto y las lágrimas son golpistas.

Como sociedad vivimos pensando que nuestras acciones nunca tendrán consecuencias. No nos molesta que los poderosos roben y creemos que la corrupción es solo el tema de un reality show entre periodistas y gobernantes. Hasta que llega la realidad, la verdad. Y aunque se hayan gastado miles de millones de pesos en propaganda negando lo obvio, la mala noticia es que la ley de gravedad existe.

Hoy Jesús mira a la Argentina y llora. ¿Por qué llora Jesús? Porque se ha pisoteado la verdad, despreciado la justicia y entronizado la corrupción. Porque el 20% de la población continua siendo pobre, porque echaron raíces los carteles de la droga, porque no tenemos ni gas, ni petróleo y el sistema de distribución eléctrica está destruido. Porque una inflación del 30% nos devora a todos y, tal como vimos semanas atrás, cada uno roba en la medida de sus posibilidades.

Jesús llora y dice: “¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos.” ¿Cómo se dará a conocer lo que puede traer la  paz? ¿Cómo traer a la luz lo que está oculto? He aquí el gran desafío, en especial el gran desafío para la iglesia. Pero para que esto sea posible es la propia iglesia la que en primer lugar debe cambiar. Cambiar su actitud autorreferencial y recordar que “de tal manera amó Dios al mundo” (Jn 3:16) NO a la iglesia. Cambiar la manera de orar por los que gobiernan y dejar de bendecir a corruptos y clamar para que Dios saque de los tronos a los poderosos. Cambiar su mensaje exitista por un mensaje profético. Cambiar la prédica de un evangelio de gracia barata por un evangelio de la cruz.

Jesús llora porque: “La vid se marchitó; languideció la higuera; se marchitaron los granados,
                                las palmeras, los manzano, ¡todos los árboles del campo!
                                ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse! Joel 1:12

Pero: No temas tierra, porque el Señor hará grandes cosas.
           Él les compensará por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas.
           Dios hará maravillas por ustedes.
           Entonces sabrán que no hay otro fuera de mí.” Joel 2:21-27

 

 

Dr. José Norberto Saracco
Pastor Iglesia Buenas Nuevas
Rector y Fundador Instituto Teológico FIET
Master en Ciencias de la Religión. Universidad Nacional de Costa Rica
PhD Universidad de Birmingham, Inglaterra
Miembro del Consejo Académico del Programa Doctoral Latinoamericano.
Miembro del Consejo Consultivo del Comité de Lausana para la Evangelización Mundial
Miembro del Foro Cristiano Mundial

 

 

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Categoria: DOSSIER de ACTUALIDAD, Edición 8 | Iglecrecimiento, entrega 1

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